Pues la selección natural es sabia, y cuando alguien se sube a una silla plegable, que sabe de antemano que puede plegarse, para bajar mantas del altillo, y se mete un megahostión, en parte se lo merece. Que es lo que me ha pasado a mí, y me he hecho puré los tendones del empeine del pie derecho.
Pero que ningún médico -léase licenciado en medicina con especialidad y todo eso- haya tenido ni la mínima delicadeza y/o interés por mí, ya clama al cielo, que parece que el juramento hipocrático se lo pasan por el arco del triunfo.
Voy como puedo al ambulatorio José Marvá (sito calle Bravo Murillo) a urgencias, pues para no colapsar La Paz te dicen que vayas antes ahí. Vale, llego, y la super simpática señorita de la recepción me dice que no hay traumatólogo de guardia, que vaya al hospital. Insisto en que mi pie es una bota y que me mareo por el dolor, que me pase con un médico general para que me dé algo antes. De mala gana me manda con un papel a la sala 4, primera planta, Dr. Serrano. Llego y hay como 10 abuelos hablando entre ellos porque van a por recetas. Les digo con educación pero con impaciencia que voy de urgencias y que tengo que pasar primero. Hacen oídos sordos -normal, los jubilados están ocupadísimos y llevan un ritmo frenético que no pueden permitirse el lujo de esperar 5 minutos más- y cuando abre la consulta entra un viejuno tan normal. Me arrastro como puedo y le pido al médico por favor, con el volante de urgencias, si me puede ayudar. El abuelo, resignado le dice: "entonces, salgo de la consulta", y el Dr. Serrano le contesta: "no, no hace falta".
Vale, mi problema es del pie, pero y ¿si llego con un desgarro anal? ¿me va a explorar delante del abuelastro desconocido?
Con perplejidad pero ya desesperada por el dolor -creedme, yo aguanto carros y carretas, pero me estaba mareando- le señalo mi megapie y le pido que me palpe por si lo tuviera roto. Me dice que no, que me vaya a La Paz. Entonces insisto en que me mareo por el dolor, si me puede dar algo. Me pregunta "Qué quieres", y yo: "Pues si no lo sabe usted, mal vamos". "Bueno, nolotil te vale?" me extiende la receta y me manda al sótano. Afortunadamente allí hay una enfermera profesional, que me tumba en la camilla, me mira el pie y me toma la tensión por si acaso. También me da la pastilla con un vaso de agua.
Cojo un taxi y voy a La Paz. Entro sola. Un chaval muy majo, celador, me ofrece una silla de ruedas y me lleva a la sala de espera. Me llaman a los 20 minutos (éramos sólo cuatro pacientes). Me explora creo que un médico residente y me mandan a Rayos. Entonces la celadora que estaba por ahí me aparca en el pasillo y no me da indicaciones. Es otro paciente, con un dedo roto, el que tiene que empujar mi silla para llevarme a los sitios. Me hacen las placas. No está roto, genial. El chico del dedo roto me lleva otra vez a la sala de espera. Me llaman ahora de traumatología. Parece que me va a mirar un especialista. Oh, Aleluya. El nolotil había empezado a hacer efecto pero aún no era capaz apenas de apoyarlo y la inflamación se había duplicado.
El traumatólogo, que por cierto, no sé quién es, porqeu no se identificó en el informe que me han dado, ni llevaba tarjetita en la bata con el nombre, tampoco me tocó.
Me recomendó vendaje compresivo, hielo local, ibuprofeno -que no lo dice, lo leo yo en el papel- y reposo una semana. Cuando abrí la boca para preguntar si podría asegurar que mis tendones no estaban dañados, me contestó que eso no se ve en la radiografía, se levantó y se marchó de la sala.
Un enfermero simpático me pone el vendaje y además me ofrece ibuprofeno. Le pido a la celadora que me deposite en la puerta para subirme a un taxi. "Uy, pues por aquí no pasan taxis, eh?, yo te dejo en la calle pero tendrás que esperar". Les pido el teléfono para llamar a uno y tampoco lo tienen, que vaya a atención al paciente pero han cerrado para comer. Genial. Justo aparece un taxi de un paciente que entraba, y le hago señas para que me espere. Le pido a la celadora un bastón, una muleta o algo para cruzar la carretera y me dice que no hay, sujeta la silla para que me pueda levantar, y se aleja.
Voy cagándome de dolor y me monto en el taxi como puedo.
¿Os parece medio normal? ¿Debería poner quejas o es lo habitual en la Seguridad Social? ¿Creéis que han vulnerado mis derechos como paciente o algo denegándome ayuda o con un trato negligente? Cuando me partí la muñeca fui al Clínico de Moncloa y fueron super majos porque tenía "enchufe".
Encima he empeorado, esta mañana me he levantado con el pie mucho peor.
BUeno, perdón por el rollazo, pero necesitaba purgarme.