Llegó una celebración especial en la cual lo fundamental es que todos disfruten y él no se vea excesivamente perturbado



Después de pasarte un intenso tramo de su vida midiendo su edad por meses, llega el momento a partir del cual la nomenclatura varía. Tras su primer cumpleaños ya nada será igual. La fecha aparece en el horizonte con mayor ilusión para los padres que para el pequeño, que apenas percibe el cambio. Sí supone una frontera a partir de la cual algunos hábitos alimenticios tienen que ir modificándose, además de hacerse necesario el paso por la consulta del médico, con el fin de la revisión y vacuna.

Pero no es en lo farragoso donde escarbaremos hoy. Toca hablar de la celebración. Esa primera fiesta que nos obliga a preparar algo especial. A los padres nos surge la duda de cómo afrontar el acto. Lo cierto es que depende de múltiples factores. Para empezar los invitados. Lo ideal es que el bebé encuentre durante el encuentro a caras a las que está acostumbrado, aunque no siempre resulta así. Si el hecho ocurre en vacaciones, puede que la familia esté desplazada del hogar. En ese caso hay que tener en cuenta la posible reacción del hijo. Si es sociable, puede que no ocurra nada, pero si no está acostumbrado a los sobresaltos se puede dar lugar a momentos de irritación. Que haya muchos o pocos invitados y la edad de los mismos es una cuestión muy personal, aunque en general al pequeño le suele alegrar la presencia de otros niños, bien tan pequeños o mayores.

Gastar demasiado es un poco absurdo a esta altura, salvo que a la fiesta acudan muchos adultos y obligue a forzar un almuerzo o cena. Es muy recurrente utilizar una decoración llamativa, incluso de algún famoso personaje de dibujos animados. En estas cuestiones vuelven a prevalecer las sensaciones del bebé ante estos estímulos. Colores o formas ante las que reaccione con una sonrisa.

Puede pasar que por circunstancias el peque esté habituado a dormir a la hora del encuentro o bien que sencillamente se duerma. La situación no significa que se mantenga al margen y hay que tomarla con absoluta naturalidad. Si por ejemplo se han adquirido sombreritos, pues se le puede dejar puesto, para que tenga un despertar alegre y siga participando de una ocasión tan especial.

Para comer, lo normal es mantener sus hábitos y solo darle aquello que sí ha probado, evitando frutos secos y otros productos que, por ser excesivamente diminutos, pudieran provocar que se atragantara. Si son muchos los bebés presentes no está mal tener previsto una zona para cambiarles en el caso de que sea necesario retirarles el pañal.

Obviamente hay que tener mucho cuidado en el emplazamiento con la limpieza, los objetos pequeños y la presencia de animales, si los invitados más menudos no están hechos a ellos. Tener juguetes relacionados con la edad de los niños que vengan es un buen recurso para que los adultos puedan tener un poco de aire.

Hay un consejo final indispensable. Que las fotografías o vídeos se encarguen de hacerlas algún amigo o familiar. Es un día único, que pasa muy rápido y que los padres deben de disfrutar con su hijo. A él o ella no le quedarán recuerdos con el tiempo, pero para sus progenitores se sellará en la memoria como la primera que al menos intentó soplar una vela.

http://www.ideal.es/granada/20130818...308180037.html