qué razón tienes, es mi talón de Aquiles con mucho, soy un tragoncete de toda la vida, y ni con lo crudo, en fin, que hay que currar, no se puede uno dormir en los laureles. Y este punto pienso que es debido sobre todo, aparte de la vida acelerada que se nos impone, a asociaciones emocionales con la comida y cómo obtenemos placer de ella (por lo menos a mí me pasa). El punto es dejar de comer cuando algo te empieza a dejar de gustar, ya no le coges gusto. Así no hay problema pero para ello hay que comer despacio y pausadamente. En fin...