Sorprenderá que haya conseguido esto, 492.000 euros sin avales ni garantías, en un contexto de contracción del crédito. Es una demostración de cómo la banca promueve el endeudamiento de las familias por encima de cualquier control y de cualquier medida de prevención de riesgos y de sentido común.
Como conclusión, hay un hecho que nos puede ayudar a entender las posibilidades y oportunidades que hay para este tipo de acción: los bancos y las entidades financieras necesitan conceder créditos, porque es una de sus maneras principales de obtener beneficios y porque, como ya hemos explicado en otro artículo anterior, el sistema financiero necesita que cada vez se firmen más créditos para poder crear cada vez más dinero. Es una rueda que no se detendrá hasta que colapse el sistema. Nosotras, en lugar de seguir ayudando a que la rueda gire pidiendo créditos para producir o para consumir, tenemos la oportunidad y la responsabilidad de ponerle trabas, heciéndoles creer que queremos créditos y que así podrán crear este dinero gracias a nosotras. Después, al no devolver los préstamos, hacemos desaparecer este dinero y el que se había creado de la nada, con la garantía que habíamos firmado de devolución de las deudas. Este sistema funciona a partir de la confianza y si mediante formas de actuación como estas, conseguimos sembrar desconfianza, podremos abolirlo (destruirlo?)!
¿Por qué esta acción?
Esta crisis que se ha explicado en artículos anteriores, especialmente en su vertiente energética, era de prever. Hace tres años conocí las refleciones acerca del cénit del petroleo y pensé que en el momento en que se desencadenara la crisis sería fundamental que estuviésemos preparadas. Ésta podría ser una oportunidad para el cambio social, un momento que se tenía que aprovechar. Pero si no nos preparábamos, el futuro podría llegar a ser incluso mucho peor de lo que tenemos ahora, dado que la gestión de la escasez dirigida desde poderes económicos y políticos podría llevarnos hacia un nuevo fascismo.
A menudo, uno de los inconvenientes que encontramos cuando hablamos de transformación social en la actualidad es que nos cuesta identificar a los enemigos principales. No en vano, ya juegan bien sus cartas para que cueste identificarlos. Como hemos visto en el artículo que hablaba del sistema financiero, hay mecanismos escondidos y perversos que hacen que una minoría controle la creación de dinero y, a partir de ello, hacen que el sistema económico se mueva al ritmo que más les interesa. Desenmascarar a esta minoría, a este sistema bancario que nos lleva al colapso ecológico, me parecía fundamental y fue una motivación clara para llevarme a realizar esta acción de insumisión financiera y hacerla pública.
Otra razón de peso fue el poder fortalecer a los movimientos sociales para que se pudiesen preparar para la crisis, ensayando las alternativas que pueden convertirse en el ejemplo de una forma de vida viable cuando ésta estalle. Creía que para esto hacía falta más dinero del que podemos conseguir por otros medios, ya que, según mi experiencia en los movimientos sociales, uno de los factores limitadores importantes de los proyectos transformadores ha sido siempre la falta de capacidad económica para echar adelante proyectos estratégicos que se puedan iniciar cuando se crea conveniente y mantener con el tiempo.