La producción de leche SÍ es cruel:
http://video.google.com/videoplay?do...84442591504807
La leche: un producto cruel e insano
(PETA, Personas para el Trato Etico hacia los Animales, EE.UU.)
[Traducido de http://www.peta-online.org/cmp/cvegfs8.html]
Los consumidores que evitan la carne por razones éticas y/o de salud a menudo siguen considerando los alimentos lácteos como nutritivos y compasivos. Pero los productos obtenidos de la leche de vaca están muy lejos de ser "naturales" para los humanos y son cualquier cosa menos compasivos para las vacas y sus terneros.
La leche de vaca está adaptada a las necesidades nutricionales de los terneros, que, a diferencia de los bebés humanos, doblan su peso en 47 días (para los humanos son 180 días), desarrollan cuatro estómagos, y pesan 1100-1200 libras en dos años. La leche de vaca contiene unas tres veces la cantidad de proteína de la leche humana y casi un 50% más de grasa.
Ninguna especie además de la humana bebe leche después de la infancia, y ninguna especie bebe la leche de otra especie (excepto los gatos y perros domésticos, que aprenden el hábito de los humanos). Después de los cuatro años de edad, la mayoría de las personas desarrollan intolerancia a la lactosa, imposibilidad de digerir el carbohidrato lactosa (presente en la leche), debido a que dejan de sintetizar la enzima digestiva lactasa. Las personas con intolerancia a la lactosa que beben leche pueden experimentar calambres estomacales, gases y diarrea. Según algunas estimaciones, hasta un 70 % de la población mundial sería intolerante a la lactosa (1).
Carne líquida
Además de ser un alimento antinatural para los humanos, la leche de vaca, así como otros productos lácteos, no es saludable. El Dr. John A. McDougall llama a los alimentos lácteos "carne líquida" debido a la similitud de su contenido nutricional. Ricos en grasa y colesterol, los lácteos, como quesos, leche, mantequilla, nata, yogur y suero (presente en muchas margarinas y artículos de panadería), contribuyen al desarrollo de cardiopatías, ciertos cánceres y apoplejía - los tres asesinos más mortales de nuestro país. Robert Cohen, autor de "Leche: el Veneno Mortal", estima que, cuando el americano medio llega a los 50 años, ha consumido la misma cantidad de colesterol procedente de los lácteos que el contenido en 1 millón de lonchas de bacon (2). Quizás resulta más sorprendente el hecho de que el consumo de lácteos ha sido asociado con la osteoporosis - la misma enfermedad que se supone que la leche previene.
La osteoporosis es una enfermedad debilitante caracterizada por una baja densidad ósea y por tejido óseo deteriorado. Contrariamente a las protestas de la industria láctea, esta pérdida ósea no es prevenida o detenida por un consumo aumentado de calcio tanto como por un descenso en el consumo proteico. De hecho, tras estudiar la dieta de 78.000 mujeres americanas durante un período de 12 años, los investigadores de la Universidad de Harvard concluyeron que "no es probable que el alto consumo de leche u otras fuentes alimenticias de calcio durante la edad adulta confieran efectos protectores sustanciales frente a la fractura de cadera o antebrazo"; las participantes en el estudio que consumían más de 450 miligramos diarios de calcio procedente de lácteos realmente doblaban su riesgo de fracturas de cadera (3). Los alimentos ricos en proteína animal, como la carne, los huevos y los lácteos, lixivian calcio del organismo para neutralizar los subproductos ácidos resultantes de la descomposición del exceso de proteínas; esto provoca una pérdida neta de calcio (4). Las sociedades con poco o ningún consumo de lácteos y proteínas animales muestran una baja incidencia de osteoporosis. Además, el Dr. McDougall indica que "la deficiencia de calcio causada por una insuficiente cantidad de calcio en la dieta no se conoce entre los humanos" (5).
Otras enfermedades son también más frecuentes entre quienes consumen importantes cantidades de lácteos que entre los veganos. El 90% de los pacientes de asma que fueron sometidos a una dieta totalmente vegetariana (sin carne, huevos o lácteos) experimentaron grandes mejorías en la frecuencia e intensidad de sus ataques (6). Según la Academia Americana de Alergias, Asma e Inmunología, la leche es la primera causa de alergias alimentarias en los niños, provocando síntomas tan diversos como mucosidad nasal, problemas de oído, fatiga muscular y dolores de cabeza (7). Los lácteos también han sido implicados en fallos cardíacos congestivos, tetania neonatal, amígdalas hinchadas, colitis ulcerosa, enfermedad de Hodgkin, y problemas respiratorios, cutáneos y gastrointestinales (8).
Es una vida de vacas
Al menos la mitad de los 10 millones de vacas criadas para leche en los EE.UU. viven en granjas industriales en condiciones que causan tremendos sufrimientos a los animales. No pasan horas pastando en los campos sino que viven hacinadas en establos o toriles de ordeño con suelo de cemento, donde son ordeñadas a máquina dos o tres veces al día.
Las máquinas de ordeñar a menudo les provocan cortes y heridas que no sucederían si el ordeño fuese manual. Estas heridas fomentan el desarrollo de mastitis, una dolorosa infección bacteriana. Más de 20 tipos distintos de bacterias causan la infección, que fácilmente se extiende de una vaca a otra y que, si no se trata, puede provocar la muerte.
En algunos casos, las máquinas de ordeñar les dan incluso descargas eléctricas a las vacas a causa de fugas de voltaje, causándoles considerable incomodidad, miedo e inmunidad deteriorada y a veces incluso la muerte. Una única granja puede perder varios cientos de vacas debido a las descargas de fugas de voltaje (9).
Las grandes granjas lecheras también tienen un efecto negativo sobre el entorno circundante. Por ejemplo, en California, que produce un quinto del suministro total de leche del país, los excrementos de las lecherías han envenenado cientos - quizás miles- de millas cuadradas de aguas subterráneas, ríos y corrientes. Las más de 1 millón de vacas por cada estado excretan 120 libras diarias de desechos - equivalentes a los de dos docenas de personas (10).
Las vacas de nuestras granjas actuales viven sólo unos 4 o 5 años, en contraposición a la esperanza de vida de 20-25 años que gozaban las vacas de épocas anteriores. Para mantener a los animales en altos niveles de productividad, los lecheros las mantienen constantemente embarazadas mediante la aplicación de la inseminación artificial. Los granjeros también usan una gama de drogas, como la hormona de crecimiento bovino (BGH); la prostaglandina, que se usa para provocar el celo a la vaca cuando el granjero desea que sea inseminada; antibióticos; e incluso tranquilizantes, para influenciar la productividad y el comportamiento de las vacas.
A muchas de las vacas lecheras del país se les inyecta rutinariamente BGH, cuyos fabricantes dicen que aumenta la producción de la vaca en un 20%. Eso no es todo lo que la BGH aumenta. Según la advertencia gubernamental que, por ley, debe acompañar los paquetes de la BGH de la empresa Monsanto, el uso de esta hormona "ha sido asociado con incrementos de quistes ováricos y desórdenes del útero" y puede aumentar el número de vacas aquejadas de mastitis (11). Las tasas superiores de infecciones en las vacas han conducido al aumento en el uso de antibióticos - en un momento en que los científicos dicen que el abuso de antibióticos ha provocado que cada vez más cepas de bacterias se vuelvan resistentes a los medicamentos. La Unión de Consumidores, que publica la revista Consumer Reports, advierte que unas tasas superiores de infección en las vacas también significan mayor presencia de pus en la leche que se consume (12).
Algunos investigadores también desconfían de los efectos a largo plazo del consumo de leche de vacas tratadas con BGH. Por ejemplo, el Dr. Samuel Epstein, profesor de sanidad ambiental en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Illinois, cree que dicha leche podría aumentar el riesgo de ciertos tipos de cáncer en los humanos (13).
¿Qué le sucede al ternero?
Quizás el mayor dolor sufrido por las vacas de la industria lechera es la repetida pérdida de sus crías. Las hembras puede que se unan a la jerarquía de las productoras de leche, pero los machos son generalmente apartados de sus madres en las primeras 24 horas y vendidos por subasta para la escandalosa industria de la ternera o a los productores de vacuno. Si se mata la ternera de joven, su cuarto estómago es también usado en la elaboración del queso; contiene renina, un enzima usado para cuajar (o coagular) la leche y convertirla en queso. El cuajo, de cuya membrana es un extracto la renina, también puede ser usado en este proceso. Es posible producir queso sin cuajo (disponible en tiendas de dietética), pero la íntima conexión entre las industrias lecheras, cárnicas y peleteras hacen que sea más barato para los productores de queso usar despojos de ternero que un enzima de origen vegetal.
Tras 60 días, la vaca será embarazada de nuevo. Durante unos siete meses de sus siguientes nueve meses de embarazo, a la vaca le seguirán ordeñando la leche destinada para su ternero anterior. Una típica vaca lechera industrial parirá tres o cuatro veces en su corta vida. Cuando su producción de leche decae, es enviada al matadero, lo más probable es que acabe triturada en hamburguesas de comida rápida.
http://www.geocities.com/vegania/noleche/peta.html