Después de un día duro, levantándome practicamente a las cinco de la mañana y no volver a dormirme hasta quien sabe cuando, me decido a cenar. Estoy agotada y dado que al mediodía no he comido casi mi estómago esta revuelto y suenan esas desagradables tripas. Mis pies me duelen como si tuviese mil cuchillos clavándomelos y mi espalda me esta gritando que me tumbe en la cama, pero y dale que te pego, las tripas suenan y suenan. Opto por mirar la nevera y cual es mi sorpresa, el mundo y la carne! Carne por todos lados, yogures que contienen colorante de animal, galletas con sabor a bacon, huevos, y salsas con trocitos de carne o que provienen de animales. No vivo sola, eso es lo malo quizá de las comidas. ¿Pero qué no haya nada sin carne? Como vegana que soy, miro de hacerme algo yo solita, queda un trozo de pan que por suerte me han dejado pero no hay nada para echarle al pan. Miro el congelador, y cual es mi sopresa, ¡¡Canelones con carne, pizzas que todo lo que contiene proviene de animales, entre otras muchas otras cosas!!
En la despensa no hay arroz, ni pure de verduras, ni pasta. Luego estan mis queridas olivas...qué haría yo sin mis olivas? RELLENAS DE ANCHOA.
Así que, aquí estoy,me caigo de cansancio, no hay nada en la cocina excepto un trozo de pan que me estoy comiendo ahora mismo y mis tripas no se cansan.
A veces pienso que la vida de un vegano es de lo más complicado. Y otras veces pienso, que ser vegano, es ser practicamente lo mejor que puedes hacer. (Para mi, obvio)