LA SALUD NO ES COSA DE MEDICOS.
En 1975 Iván Illich hizo una crítica radical a la medicina oficial. Según él la medicina oficial expropia la salud de la gente a través de la `medicalización de la vida`; es decir, desde que nacemos hasta que morimos cada vez más expertos pretenden ocuparse de cada vez más facetas de nuestra vida:
concepción y anticoncepción, embarazo, nacimiento, crianza, adolescencia,sexualidad, problemas personales, prevención, curación, menopausia, vejez e incluso la propia muerte. Esta sanidad tecnocrática nos hace depender de cada vez más bienes, servicios y profesionales; el modelo médico imperante con sus actitudes arrogantes y paternalistas nos vende una salud empaquetada que además nos incapacita. Esto no implica que no necesitemos profesionales de la salud: serán necesarios en muy diversas circunstancias; pero Illich sostiene que debe haber un equilibrio entre lo que podemos hacer por nosotros mismos (autonomia) y lo que nos viene dado de fuera en forma de bienes o servicios (heteronomía).
Sin ir mas lejos, después de más de 100 años de existencia todos deberíamos haber aprendido a usar las aspirinas de una forma racional y autogestionaria; y no siempre es así. Todavía miles y miles de personas mueren por hemorragias gástricas causadas por la aspirina.
ENTRE NEGOCIANTES Y CHARLATANES.
Además este modelo biomédico tiene el beneplácito de las multinacionales químico-farmacéuticas que ya se están aliando con las industrias de biotecnología creando gigantes empresas sin escrúpulos las cuales condicionan la mayor parte de la investigación sanitaria que se realizaen el mundo. Ellas apenas investigan los métodos sencillos que nos darían más autonomía (dieta, ayuno, reposo, ejercicio, relajación, higiene postural, la ayuda mutua, alfabetización emocional, etc.).
Con la moda de la salud también se apuntan al mercantilismo de la salud muchas otras empresas que prosperan al amparo de la angustia y la credulidad de la gente. Empresas de dietética, de plantas, de homeopatía, de “productos milagro”, y un sinfín de terapias más o menos esotéricas y facilonas que nos las trae la Nueva-vieja Era y que se ponen de moda como la pólvora.
Además como hay mucho paro y en la cultura judeocristiana mucha gente vamos de salvadores por la vida pues la proliferación de terapias (más o menos novedosas o exóticas) está servida. Todo este batiburrillo configura lo que podríamos llamar el gran hipermercado biopsicoespiritual. Sumendi ya se
percató hace unos años de la importancia de este asunto y dejó constancia de ello en el Manifiesto por la autogestión de la salud.
EL PODER AUTOCURATIVO DEL CUERPO.
Nuestro organismo es una unidad cuerpomente maravillosa que tiene infinidad de recursos: internos y externos. Aprender a aprovecharlos hoy en día es más fácil debido al desarrollo de numerosas ciencias y al mayor acceso que tenemos a las diversas culturas del planeta de las que podemos aprender
mucho.
El cuerpo se autorregula. Crece sabiendo ya desde la primera célula en el vientre de nuestra madre. Su sabiduría inconsciente es imparable y más tarde alcanzamos la consciencia, lo cual nos hará aún más poderosos. Miles demillones de células sabiamente coordinadas en órganos, aparatos y sistemas armoniosamente integrados entre sí. Aún ignoramos mucho de este
funcionamiento fantástico pero ya sabemos que nuestro cuerpo produce innumerables sustancias para su mantenimiento, autodefensa y regeneración:
proteínas, hormonas, enzimas, neurotransmisores, etc.
El cuerpo produce por sí mismo casi todas las sustancias que necesita para hacer frente a los estímulos y retos que la vida nos depara: excitantes, sedantes, analgésicos, lubricantes, hidratantes, laxantes, protectores solares, antiinflamatorios, antisépticos, antibióticos, antivíricos, antioxidantes, antitrombóticos, etc. Como el resto de la naturaleza, nuestro cuerpo tiene unos límites, una capacidad de aguante y no podemos dilapidar sus recursos sin dejar de sufrir consecuencias más o menos serias.
En la antigua Grecia existía la diosa de la salud, Higeia, que simbolizaba el arte de vivir con dignamente con salud, manteniendo el patrimonio orgánico y aprendiendo a curarse cuando uno o una enfermaba.
Algunas corrientes de medicina naturista como el Higienismo conciben las enfermedades como auténticas crisis autodefensivas y autocurativas que nuestro cuerpo pone sabiamente en marcha ante muy diversas agresiones evidentes o larvadas. Ante una suficiente sobrecarga, una vida insana o agobiante el organismo provoca una crisis autodefensiva. Buen ejemplo son las enfermedades agudas (inflamaciones, infecciones, etc.) que alteran de repente el estado general y entonces el cuerpo recurre al catarro, vómitos, diarreas,fatiga, falta de apetito, fiebre, etc. como formas de llevar a cabo un proceso de limpieza corporal para llevar a cabo los procesos de regeneración celular.
LA IMPORTANCIA DEL SENTIDO COMUN.
Muchas veces ignoramos las “señales” que el cuerpo nos manda y
camuflamos los síntomas con pastillas, hierbas, etc. ¿Y si simplemente probáramos a escuchar a nuestro precioso cuerpo?. Pues descansaríamos más,comeríamos menos, viviríamos más relajados y seguramente nos curaríamos mejor. Pero hacer esto en esta sociedad de consumo es casi subversivo, es como transgredir una ley no escrita que nos empuja a consumir más y más bienes y servicios (sean estos oficiales o “alternativos” que para el caso es lomismo...). Alienados por la sociedad de consumo que nos genera falsas necesidades casi sin darnos cuenta les hacemos el juego a los negociantes de la salud.
Claro está que para poder pagar todos esos bienes y servicios
tendremos que trabajar duramente en trabajos insulsos y alienantes y así se cierra el círculo vicioso. La Medicina se ha convertido hoy en día en otra religión que nos hacer creer que los y las médicos son las únicas personas que saben de salud y que ésta se compra bien envasadita en las farmacias, tiendas de dietética, gimnasios o en las consultas de psicoterapia.
Algunas terapias y corrientes críticas que podríamos considerar
inspiradoras del movimiento por la autogestión de la salud (antipsiquiatría, feminismo, ecologismo, salud pública, naturismo e higienismo, grupos de autoayuda, etc.) no tienen ninguna varita mágica para curar las enfermedades (ni las físicas ni las mentales).
No hay panaceas para los problemas del ser humano; muchas veces sólo el esfuerzo y la constancia y el aprendizaje combinado con nuestro instinto, inteligencia y sobre todo nuestro sentido común (que supone desalienarse), conforman una digna alternativa autogestionaria y anticonsumista que puede contribuir a aumentar nuestros poderes o capacidades, la dignidad de la gente y de los pueblos.
CAMBIANDO JUNTOS PARA CURAR LA VIDA
En el aspecto psicosocial, cada persona puede hacer mucho por sí misma para cambiar su vida y como comunidad podemos hacer muchas cosas en común para construir una sociedad más justa, ecológica y solidaria.
Esta sociedad nos oprime y confunde de muchas y diversas maneras.
Pero de nada sirve quejarnos, patalear o resignarnos. Los humanos somos (cuando nos lo proponemos) inteligentes, intuitivos y solidarios; ¡pasemos a la acción!. Ya hay mucha gente en marcha; infinidad de colectivos y algunos movimientos sociales laboran cotidianamente local y/o globalmente para cambiar una sociedad en la que persisten aún innumerables injusticias y problemas planetarios. En una sociedad donde la crisis del valor esfuerzo está
provocando diversos problemas de salud individual y colectiva, es una prioridad desperezarse, entrenar la voluntad y globalizar la solidaridad.
Hay un montón de buenos ejemplos que podríamos enumerar para actuar ya en los tres aspectos de la salud: físicos, psicológicos y sociales:
desde hacerse vegetariano (o mejorar nuestra dieta), consumir más conscientemente, hacer ejercicio regular, trabajar en lo que queremos, hasta apuntarse a una asociación, apoyar una buena causa, iniciar un proyecto digno (por pequeño que este sea), pasando por conocernos a nosotros o nosotras mismas, mejorar nuestro autocontrol y relaciones interpersonales.
El umbral del tercer milenio es un buen pretexto para coger las riendas de nuestra vida.
No nos quedemos “parados”, ¡hagamos algo!. Aunque sólo sea pararnos a reflexionar qué tipo de vida hemos llevado y cual es la vida que realmente queremos llevar. Sin prisas, eso sí.
Texto de:
Antonio Palomar
(Junio de 2002)
Artículo aparecido en “ZAINDUZ”, revista de
S U M E N D I
Osasunaren autogestiorako elkartea
Asoc. por la autogestión de la salud
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