La vida que yo mismo escogi
Hola a todos. Tengo el poema aleman del que se ha estado hablando traducido al español por un catedratico chileno, asi que en cuanto lo encuentre lo pego.
Mientras tanto he encontrado este articulo que publica Radio Santec, una emisora y canal de Tv alemán, que tambien publica articulos de los temas de sus programas. Es un canal muy interesante, con temas espirituales muy chulos y con una visión muy legal, que llega al corazón y al alma.
Bueno lo pego...
La vida que yo mismo escogí
El cuerpo humano también puede calificarse como la envoltura temporal del alma. Lo que nos hace preguntarnos: ¿Qué sucede entonces tras la muerte?, ¿dónde se encontrará el alma de cada ser humano? La respuesta es que cada día, cada persona determina el rumbo que su alma tomará cuando fallezca. El alma es atraída por aquellos ámbitos del mas allá donde le esperan las energías de sus culpas no saldadas, es decir las propias cargas y ataduras que el hombre tuvo la ocasión de purificar durante su vida y que no obstante dejó pendientes. Por tanto cada día toda persona determina donde se encontrará su alma después de la muerte del cuerpo.
El ser humano es comparable a un ordenador. Cada uno de nosotros introduce, es decir graba en el ordenador llamado «hombre», muchos datos. El hombre y el alma registran las grabaciones correspondientes, pero también las constelaciones planetarias correspondientes reciben los datos de cada ser humano y los irradian día a día poco a poco al alma y al hombre. La persona, como ser humano, experimenta sucesivamente las grabaciones correspondientes, pero el alma desencarnada sin embargo es conducida por las constelaciones planetarias a confrontar y purificar lo que el hombre, en el transcurso de las encarnaciones le ha impuesto, le ha atribuido con pensamientos, palabras y obras. El alma por tanto estará confrontada con las grabaciones negativas de lo que fue su ser humano y se ve ante la tarea de disolver esos nudos negativos de energía.
Durante la encarnación, es decir la vida terrenal, las personas utilizamos términos como «una vida difícil» o «golpes del destino» para definir aquellas causas que cada uno sembró antaño y que hoy llegan de vuelta. Pero según la ley causal, él mismo es el causante de su alegría y su pena, de su destino y su enfermedad. También el alma desencarnada en el Más allá experimentará las grabaciones de la persona, es decir la alegría y el dolor. Lo importante para nuestro sino, tanto presente como futuro, es el grado de nuestro desinterés y amor al prójimo. Mientras que la persona sobre todo aspire a “ser ella misma su propio prójimo” es decir mientras se muestre y obre egoistamente, irá grabando causas y más causas. Muchos, con esa postura egocéntrica van dejando cadáveres por el camino.
Tanto aquellos que se consideran cristianos como los que no, pueden sin pudor alguno recordar lo que Jesús de Nazaret enseñó: la ley de la libertad, que se basa en el amor a Dios y al prójimo y no en el amor propio, no en la egolatría. Pues el egocentrismo está en contraposición al amor a Dios y al prójimo. La ley de la libertad, que nos enseñó Jesús de Nazaret, dice que toda persona es responsable por su forma de pensar y de comportarse, según el reconocido principio «Acción igual a reacción», es decir Siembra y cosecha.
Según la ley universal, eso significa que o bien se está a favor de Dios, la vida eterna, o contra El, la vida eterna. La persona que esté contra de la ley de la libertad ha dado la vuelta al concepto de «amor a Dios y al prójimo». De esa inversión del amor a Dios y al prójimo, se formó poco a poco el concepto satánico que dice «yo soy mi propio prójimo», basado en la falta de libertad y el estar atado a la sumisión u obediencia. Bajo esa postura que sólo se basa en el amor a uno mismo, sufren no sólo los seres humanos, sino sobre todo los animales, las plantas y los minerales, en conjunto toda la Tierra, y lo que es peor, los reinos de la naturaleza sufren por nuestra causa sin culpa alguna y siendo inocentes.
Radio Santec
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La vida que yo mismo escogi (traducción al español)
«La vida que yo mismo escogí» una poesia de Hermann Hesse y que se refiere a nuestra vida, a la vida que cada cual. Traducción de un profesor y catedratico chileco residente en Alemania.
Antes de que viniera a esta terrenal vida,
Me fue mostrado como la viviría;
Allí estaba la preocupación, allí estaba la aflicción,
Allí estaban la miseria y el peso del dolor.
Allí estaba el vicio que me cautivaría,
Allí estaba el error que me aprisionaría.
Allí estaba la brusca ira, cuando me encolerizaba,
Allí estaban el odio y la soberbia, el orgullo y mi vida avergonzada.
Pero allí también estaban las alegrías de los días aquellos,
Que están llenos de luz y también de sueños bellos,
Donde ya no hay lamentos ni tampoco tormentos,
Y por doquier el manantial de los dones fluye presto.
Donde al que aún está atado en traje terrenal,
El amor regala la bienaventuranza que lo ha de liberar.
Donde el hombre al que se le han quitado los sufrimientos humanos,
Ya piensa como un ser elegido por espíritus elevados.
Lo bueno y lo malo me fue mostrado.
También mis defectos desmesurados.
Me fue mostrada la herida de la que sangro,
Me fue mostrada la ayuda de ángeles albos,
Y cuando mi futura vida vi,
A un ser que hacía la pregunta oí
De si me atrevía a vivir todo lo que había de venir,
Pues la hora de la decisión ya se había de cumplir.
Y entonces consideré otra vez todo lo malo.
«Esta es la vida que vivir yo quiero»,
di como respuesta decidido y claro,
y acogí en silencio mi destino nuevo.
Fue así como nací en este mundo,
Así fue cuando en la nueva vida entré rotundo;
No me quejo cuando a menudo no me agrada,
Puesto que antes de nacer ya la acepté con ganas.