Hay miles y miles de razones por las que podría contradecirles. Desde la rudimentaria y antiquísima diferencia entre opinión y conocimiento hasta los principios teóricos de la ética discursiva.
Pero no lo voy a hacer. Si alguien quiere seguir pensando que aconsejar bebidas de arroz u horchata a bebés de pocos meses y renegar de la evidencia al respecto sin motivos lógicos es una opinión, y encima, pretende que si alguien se indigna o pone el grito en el cielo por ello es porque siempre quiere quedar encima o tener la razón o quiere vetar el derecho a opinar, es asunto suyo.