Tiempo al tiempo... quizás regresemos a una forma matriarcal de organización en una generaciones. No es una utopía, sí a corta plazo, claro! Ahora bien, quizás el equilibrio masculino-femenino (ying-yang), que sería lo más favorable, lleva implícito un sistema igualitario y, como bien refiere Rescepto, sin necesidad de "arcados" ni "arquías" o "cracias" vinculadas a algún tipo de predominio, desigualdad o prácticas de poder.Cita:
Iniciado por margaly
También entrarían otro tipo de factores aparte del equilibrio de los géneros en todos los niveles de organización. Como las dimensiones físicas del asentamiento, la educación, la adaptación al medio natural de forma sostenible y respetuosa, la cretividad... pero eso ya es harina de otro costal.
Otro asunto: La sociedad muestra esta tendencia hacia el equilibrio con la incorporación de la mujer en el mundo laboral y en los puestos de responsabilidad. Esto trae consigo, como se viene tratando en diversos debates, en el conflicto familiar-laboral. Dedicamos más atención a la vida laboral que a la educativa de nuestros hijos. Se intenta paliar este desfase con lo que llaman conciliación de la vida laboral y familiar con medidas como reducir la jornada de trabajo, facilitar la dotación de guaderías en puestos de trabajo, fomentar las actividades extraescolares, etc. O también dejando a los abuelos con los nietos.
Generalizar este asunto y tratándolo como problemática lo veo un tanto arriesgado y, hasta mal enfocado. Cada situación es diferente y quizás, pretender agarrarse al modelo familiar tradicional choca frontalmente con las nuevas tendencias. No me refiero aquí solo al papel del hombre y la mujer en el núcleo familiar, sino al núcleo familiar en sí mismo como estructura base de desarrollo social exclusivo. Digo exclusivo porque los niños crecen en ese caparazón familiar cada día más cerrado, durante más tiempo y al mismo tiempo, más dejado de la mano de Dios. Los niños crecen con pocos referentes adultos en un mundo hostil y con menos aportación de los padres. Quizás los abuelos están salvando ese vacío dejado por unos padres muy ocupados y una sociedad poco cooperativa. Quizás sean ellos un reflejo positivo de las nuevas tendencias reencontrando su papel de educadores sociales. Pero también quizás se abuse de ellos porque tienen que sustituir a todos los demás: padres y entorno social.
La sociedad competitiva resulta así, a mi modo de ver, contradictoria con esta nueva tendencia de protagonismo de la mujer, porque la competitividad es un rasgo masculino. Es necesario que, además de la incorporación de la mujer en los puestos de responsabilidad, la sociedad trate de sustituir un sistema económoco competitivo por otro más cooperativo. Las mujeres en su afán de igualdad mal entendida, entran en el juego con las claves andróginas de organización en el apartado económico-competitivo que es el que, al fin y al cabo, determina el resto de dimensiones sociales y políticas.
Cambiar esta pieza clave es ya tarea de titanes y nada comparado con el protagonismo incipiente de la mujer. Requiere de un proceso mucho más lento porque se trata, al fin y al cabo, de cambiar toda una forma de vida. Todo gira en torno a lo económico.
Entonces, el protagonismo de la mujer más allá del ámbito familiar y el protagonismo de una economía competitiva en la sociedad aplastando toda iniciativa de orden social o político, son procesos adversos y sus consecuencias se observan en el vacío educativo de los futuros adultos. Son procesos que hoy van de la mano originando esa situación de conflicto.
No hay igualdad sin cooperación. No hay verdadera emancipación de la mujer (ni del hombre), si no rompemos con esa estructura económica dilatada a extremos delirantes. Si nos limitamos a parchear el conflicto.
Toma rollo que me estoy echando!!! Hala Margary, lánzame un ladrillo a la cabeza!