¿QUÉ ALIMENTOS NOS PROTEGEN?
Hace aproximadamente 15 años que científicos de todo el mundo comenzaron a revisar las evidencias que relacionaban el papel de la dieta con la aparición de ciertos tipos de cáncer. Desde entonces son muchos los estudios e investigaciones que tratan de determinar el papel de los alimentos como protectores frente al cáncer o, por el contrario, su potencial carcinógeno. Algunas de las creencias más asentadas han resultado desmentidas posteriormente con cifras más actualizadas y algunas sustancias pretendidamente protectoras, han sido denostadas posteriormente.
Ante un panorama tan confuso, con mensajes a menudo contradictorios: ¿Qué creer? ¿Es buena la soja contra el cáncer de mama? ¿Previenen los tomates el cáncer de próstata? ¿Los alimentos pueden protegernos? Esto es sólo una breve guía orientativa sobre el estado de la cuestión, basada en las evidencias recogidas por la Fundación Internacional de Investigación sobre el Cáncer (World Cancer Research Fund), que lleva años publicando informes actualizados sobre la relación entre dieta y cáncer y cuyo próximo trabajo se publicará a lo largo de 2007.
UN REPASO AL PANORAMA MUNDIAL
Son numerosas las voces autorizadas que repiten desde hace tiempo un mismo mensaje: La mayoría de los casos de cáncer podrían evitarse con algunos cambios en el actual estilo de vida occidental. El alcohol, el tabaco, una dieta con exceso de grasas o un peso por encima de lo normal son algunos de estos factores que podrían favorecer la aparición de esta enfermedad.
Las estadísticas que maneja la WCRF indican que la mala alimentación es responsable hasta de un tercio de las muertes por cáncer. Concretamente, esta organización internacional sostiene que una dieta adecuada podría ayudar a prevenir la mitad de los casos de cáncer de mama y tres de cada cuatro tumores de estómago y colon. Así, añaden, comer al menos cinco piezas de fruta al día permitiría reducir la incidencia de cáncer un 20%, un porcentaje que podría ascender hasta el 40% con una combinación de ejercicio, dieta variada y un peso 'adecuado'. Sin embargo, la población suele resistirse tozudamente a cualquier cambio en sus hábitos de vida si no detecta un beneficio inmediato, como adelgazar, por ejemplo.
Aunque esa receta no ofrece por sí sola una garantía directa contra esta enfermedad (más de 200 tipos de tumores diferentes en realidad), los científicos están convencidos de la mala influencia de los actuales estilos de vida. Prueba de ello son los países en desarrollo, donde los tumores siguen siendo mucho menos frecuentes que en el Primer Mundo. En EEUU, por ejemplo, varios estudios han constatado que las poblaciones asiáticas que emigran a aquel país comienzan a desarrollar tumores en porcentajes mucho más elevados que en sus países de origen.
¿Tiene la dieta la culpa de ello? ¿O es que su alimentación originaria les protegía de alguna manera? Todo indica que la respuesta a ambas cuestiones es afirmativa. De hecho, el mapa mundial del cáncer varía considerablemente de unas regiones a otras, con ciertos patrones reconocibles.
Por ejemplo, países en desarrollo en África, Asia o Latinoamérica (con una alimentación dominada básicamente por los cereales) ostentan elevadas tasas de cáncer de boca, esófago, laringe, estómago, hígado y cuello de útero; mientras que en Europa, Norteamérica y Australia (con dietas más ricas en grasas y alimentos procesados), los más frecuentes suelen ser de colon, próstata o mama. El de pulmón, directamente vinculado con el consumo de tabaco, se sitúa en la primera posición en todo el mundo.
La industrialización de áreas rurales en el Tercer Mundo o los fenómenos migratorios están provocando cambios importantes en estos patrones y un claro aumento del cáncer en áreas donde hasta hace poco era meramente anecdótico.
FRUTAS Y VERDURAS
Desde la publicación del último informe de la World Cancer Research Fund, en 1997, muchas cosas han cambiado. Aquel año, las evidencias indicaban que el consumo de frutas y verduras reducía la incidencia de tumores tan dispares como el de boca, esófago, pulmón, estómago, colon, páncreas, mama o vejiga. En noviembre de 2004, especialistas de la Universidad de Harvard (EEUU) desmontaron esta teoría y en un estudio con enfermeras y profesionales de la salud señalaron que estos alimentos protegían el corazón, pero no evitaban el cáncer.
Este mismo año, una nueva investigación les daba la razón y desmentía la pretendida protección de frutas y verduras contra el cáncer de mama. En 2007, un gran estudio con más de medio millón de estadounidenses retirados, apuntaba el papel protector de estos alimentos frente a los tumores de cabeza y cuello (boca, nariz, garganta...) cuando se consumían abundantemente a lo largo del día.
Pese a todos estos datos, la controversia no está del todo clara y la recomendación de tomar cinco piezas de fruta al día y mantener una dieta rica en verduras sigue teniendo validez. Los especialistas recuerdan todos los beneficios de estos ingredientes para muchas otras cosas.
Sin embargo, ¿a qué se deben estas discrepancias entre los estudios previos y posteriores a 1997? Como apuntaba en las páginas de la revista 'The Lancet' John Potter, del Centro Oncológico Fred Hutchinson, en Washington (EEUU), podría tratarse de una cuestión metodológica; o de los cambios que se han producido en el cultivo de estos alimentos, que podrían haber alterado algunos de sus nutrientes esenciales; o incluso deberse a la heterogeneidad de enfermedades tan diversas como las que agrupa la palabra 'cáncer'. A su juicio, hace falta todavía un gran estudio internacional que aclare la cuestión; y la propia World Cancer Research Fund anuncia su nuevo documento para este mismo 2007.
LAS BEBIDAS
El abuso del alcohol es un conocido factor de riesgo en la aparición de tumores de garganta, laringe, esófago, estómago e hígado, entre otros. Además, esta relación es especialmente acentuada en las personas que combinan este hábito con el consumo de tabaco.
En 2004, por otro lado, especialistas reunidos en un congreso de gastroenterólogos celebrado en Nueva Orleans (EEUU), advirtieron contra el abuso de las bebidas gaseosas, por el riesgo de que éstas aumenten el riesgo de cáncer de esófago. Entre los mecanismos que podrían explicar esta relación, señalaron que estos productos carbonatados provocan una dilatación del estómago que ocasiona reflujo gastroesofágico, ya relacionado con este tipo de tumores.
LA SOJA
Los efectos de la soja están, desde hace años, en el centro de la polémica. El hecho de que los japoneses tengan una incidencia mucho menor de ciertos tipos de cáncer ha llevado a relacionarlo con los efectos protectores de la soja, tan presente en su dieta. Sin embargo, las investigaciones con suplementos artificiales en sujetos occidentales no son tan claras y algunos estudios los relacionan incluso con cierto incremento del riesgo de cáncer de mama. Hasta que se lleve a cabo una gran estudio que aclare definitivamente los riesgos o beneficios de este producto, los expertos recomiendan un consumo moderado de soja natural y evitar la ingesta de suplementos que sustituyan a las fuentes naturales.
LAS GRASAS
Las grasas, en pequeñas cantidades, forman parte esencial de una dieta sana. Sin embargo, no todas las grasas tienen el mismo efecto sobre nuestro organismo. Mientras la mayor parte de la gente abusa de las grasas saturadas, las que proceden de la carne o productos lácteos, capaces de elevar los niveles de colesterol 'malo'; el consumo de grasas poli o monoinsaturadas suele ser más limitado.
(Fragmentos de http://www.elmundo.es/elmundosalud/e...er/dieta0.html)