La lucha ha durado meses. TRas innumerables fracasos (tortilla pegada, mazacota, irreconocible...) proclamo mi absoluto triunfo. He mirado a las patatas, a la cebolla, desafiante; una mirada de inequívoca determinación. "Venceré", he murmurado. Y me he afanado con dedicación y denuedo, sin prisas, controlando cada paso. Y a medida que iba preparándola, percibía la sumisión de la tortilla y me sentía victorioso...Y al final he contemplado la perfecta belleza de una tortilla morena, compacta mas esponjosa, de espléndida redondez. Nunca me había sentido tan culinariamente orgulloso de mi obra.
¡Erfoud victooor! FUERZA Y HONOR!