Fue al poco de cumplir los catorce años cuando Miguel comenzó a experimentar extrañas sensaciones, unos intensos sentimientos que inicialmente se volcaron en Patxi. Más tarde se dio cuenta del arrobamiento con que se quedaba mirando a Takolo, a lo que siguió un irresistible amor por Sam, por Max, por Kiko... Se trataba de unas emociones que le turbaban sobremanera, máxime cuando , lejos de disiparse, se prolongaban en el tiempo , hasta que le llevaron a plantearse seriamente muchas cuestiones en las que nunca hasta entonces había reparado .Definitivamente, ya no podía engañarse a sí mismo y tuvo que reconocer y asimilar serenamente su condición. El siguiente paso, revelarlo a su entorno familiar, escolar, a su círculo de amistades, le produjo una desagradable sensación de angustia; ¿cómo reaccionarían? Presentía que su anuncio iba a despertar un profundo rechazo en ellos y en el pueblo entero, una gente sencilla, muy apegada a sus costumbres y tradiciones y refractaria todo cambio y novedad. Sabía que la confesión de su condición le acarrearía incomprensión y le llevaría a una creciente marginalidad. Además, en una localidad pequeña este tipo de noticias se propagan con rapidez y ya se veía como blanco de todos los chismes y cotilleos de los lugareños, como objeto de las burlas y mofas por parte de sus compañeros... Y, sin embargo, Miguel estaba decidido a contárselo a sus padres; después de todo,pensó, ellos mismos acabarían por averiguarlo. De modo que, cuando observó a su padre cepillando despreocupadamente a Sam en el establo y a su madre a pocos metros alimentando a Kiko y a Patxi, avanzó con decisión, tragó saliva y dijo: "Mamá...Papá...tengo que comunicaros que...que...que me he hecho vegetariano"