Jajaj, maggie, patty, himalia, ¡qué va! No me hubiera planteado nunca que pudiese bajar de peso y no he hecho nada por conseguirlo, al menos ex profeso. Simplemente parece que es habitual que, cuando la madre tiene sobrepeso antes del embarazo, durante éste los incrementos sean menores. Claro, menores, ya que se bajara era otra historia.
En fin, que nada, que lo único que hago es comer poquito pero muchas veces y nunca cenar más allá de las 7 ó las 7.30 de la tarde. Y esto lo consigue la pura sabiduría del cuerpo humano, que me dice que, aunque lo desee, ya no me entra mucho más de medio plato de cualquier cosa y que, cenar después de esa hora, me provocaba muchísima acidez; de manera que la historia se ha ido regulando sola; yo sólo lo he dejado actuar.
A mí caminando también se me alivian muchísimo las molestias y calambres de este último mes, aunque también me sobrevienen las complicaciones inherentes a estas maratones; dolores de talones, puntadas en el pubis... Pero, sin dudarlo, los calambres son muchísimo más molestos que estos pequeños inconvenientes.
Además, hoy he conseguido algo inaudito, y es dormir cuatro horas y media seguidas esta madrugada. ¡Hacía meses! La cuestión es que me dieron un masaje Watsu, o creo que algo así se llamaba, que parece que se encuentra bastante indicado para relajar las piernas de las embarazadas. Yo salí del Spa como a quien no le han hecho nada, pero vaya que sí. Me dormi a las 3 de la mañana y me desperté a las 7.30 más fresca que una rosa de abril.
Besos a todas y feliz domingo,