Barack Obama lleva a su perro de campaña
El presidente de EU recurre a la mascota de su familia para tratar de ganarse al electorado; el perro es usado en anuncios y actos de recaudación de fondos para la reelección del demócrata.
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The Washington Post dedicó su primera plana a una fotografía del peludo canino.
A casi seis meses de las elecciones en Estados Unidos, el presidente Barack Obama desplegó lo que fue visto en esta ciudad como una de sus posibles "armas secretas" en su campaña de reelección: su perro de agua portugués "Bo".
"Puede que sea el ‘primer perro' en emerger como actor central en una campaña de reelección presidencial", comentó el periódico The Washington en alusión al simpático lazarillo blanquinegro.
Obama elevó al canino a una nueva dimensión cuando lo convirtió en parte de su alocución en la cena de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca, donde se mofó del precandidato republicano Mitt Romney por permitir que su perro irlandés "Seamus" viajara en el toldo del automóvil.
En un video de campaña, Obama contrastó cómicamente la libertad del perro de Romney para viajar sobre un automóvil, con la "dependencia" gubernamental de su propio perro Bo. Al final de la parodia, aparece un fotomontaje de Romney en el Air Force One con su perro sobre la nave.
El viaje de 12 horas del perro de Romney a Canadá en la década de los años 80 generó críticas de los defensores de los animales.
Obama aprovechó el foro para salir con humor de la sugerencia de que comió carne de perro en su infancia en Indonesia: dijo que la diferencia entre una mamá que es porrista de hockey y un perro "pitbull" es que el animal es "delicioso".
Aunque las mascotas de los presidentes han atraído una atención especial del público estadounidense, como los perritos escoceses negros del presidente George W. Bush o el gato "Stocks" del presidente William Clinton, Obama parece usar a su perro con fines estratégicos.
En su opinión The Washington Post, que dedicó su primera plana a una fotografía del peludo canino, indicó que se trata de una estrategia de la campaña de Obama como parte de un esfuerzo para enfocar al público en la familia presidencial.
El perro "Bo", cuyo nombre coincide con las iniciales del primer presidente afro-americano de la historia de Estados Unidos, es usado en anuncios de campaña y actos de recaudación de fondos.
Los visitantes de la Casa Blanca durante las fiestas de fin de año pudieron apreciar un gigantesco muñeco de peluche con la apariencia de "Bo" en uno de los salones de la residencia, a un lado de un arbolito navideño, en un claro intento de darle un aire familiar a la casona.
El diario hizo notar que han aparecido en Internet anuncios en los que figura la mascota, incluido uno cómico que pide a los votantes "Ladrar por Obama" y una página en Facebook organizada por los "Amantes de los perros a favor de Obama".
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Obama come perro, Romney los maltrata. ¿Quién es peor?
En su afán de resultar reelecto para quedarse cuatro años más en la Casa Blanca, el presidente Barack Obama ha venido hacienda todo tipo de esfuerzos para ganarse el voto de las mujeres, los afroamericanos, los latinos, los estudiantes, los ancianos y las familias de los militares, pero ahora, de repente, su campaña está enfocada en contar con el apoyo de los amantes de perros.
Este giro totalmente nuevo en toda carrera presidencial surgió cuando esta semana el electorado estunidense se vio asediado por la pregunta de ¿quién es peor y más cruel?: Obama que confesó haber comido perro o su contrincante Mitt Romney que viajó doce horas con el perro atado al techo de su automóvil.
La pregunta parecería trivial y nada política si no fuera porque éste es un país con más de 80 millones de perros, cuyos dueños los adoran y los tratan como miembros de la familia y mucho temen, tanto demócratas como republicanos, que estos amantes de sus mascotas no quieran dar su voto a un presidente que comió la carne de uno, o a un aspirante a desbancarlo que no tuvo compasión de su animal.
El incidente sobre el perro de Romney no es nuevo, de hecho esta columna ya lo comentó el pasado 21 de marzo. El caso fue que Romney, sus mujer y sus cinco hijos se dirigían de vacaciones a Canadá y Seamus, su mascota que viajaba en el techo en una especie de jaula, tuvo diarrea, se cree que por el miedo y ésta se deslizó por el vidrio de atrás obligando al ex gobernador de Massachusetts a detenerse en una gasolinera y con una manguera limpiar carro y animal.
Eso sucedió en 1983, pero fue ahora sacado a flote nada menos que por uno de los contricantes de su mismo partido, como supuesta prueba de que Romney no tiene la decencia y moral que require gobernar. La anécdocta se convirtió en tema favorito de sus opositores políticos, de activistas de los derechos de los animales, de comediantes y de analistas y últimamente también del mismo Obama, que el sábado pasado mostró una imagen de Romney junto al Fuerza Aérea Número Uno, el avión presidencial, llevando un perro atado afuera.
Y es que los demócratas no se han querido quedar atrás, luego de que los republicanos han vuelto a poner de moda un capítulo del libro autobiográfico que el ahora presidente escribió en 1995 (Sueños de mi padre), donde relata como de niño y viviendo en Indonesia, su padrastro le dio de comer carne de perro, que le resultó “media dura”; de víbora, “un poco mejor” y de chapulines “doraditos”.
Quienes están con Romney han advertido que cada vez que los liberales hablen del perro de Romney, ellos revivirán lo del perro que Omaba comió. “Cuando menos Romney sólo puso el perro en el techo no en su boca” argumentan los republicanos. Obama por su parte bromeando ha dicho que “el perro pitbull es delicioso, especialmente si es con salsa de soya”. ¡Y así la guerra de los perros se inicio!
El diario de derecha The Washington Times ha dicho en un editorial que “puede ser cruel o excéntrico atar el perro al carro de uno, pero al menos el señor Romney nunca se lo comió”. Por su parte el sitio de internet liberal Huffington Post insiste en que Obama tenía sólo nueve años cuando le dieron de comer perro y vivía en una cultura distinta, mientras que Romney tenía ya 36 y era padre, esposo y empresario.
La analista del Washington Post Kathleen Parker ha dicho que este debate habla de la sanidad mental del país y que sería mejor discutir el desempleo o lo mal que funciona el gobierno.
En todo caso, Obama ha añadido a su campaña todo un despligue de publicidad donde se le ve mimando a Bo, la mascota canina presidencial y tiene en internet una serie de anuncios pidiendo no sólo el voto “Ladren por Obama” sino donaciones y la venta de suéteres para perro por 35 dólares y collares para gato por 12.
Si bien las mascotas de los políticos ya habían ocupado espacios en el pasado, nunca antes se había visto que las campañas por la Casa Blanca llegaran al punto de los perros. Los expertos sostienen que la relación de un candidato con los animales puede ser un factor importante para los votantes indecisos, pero otros estrategas opinan que con esto, ambos contendientes están perdiendo tiempo del esfuerzo que require ganar una elección.
Por lo pronto, nadie espera que el tema de la economía o la guerra en Afganistán hagan a un lado antes del 6 de noviembre este pleito perruno.
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