Soy profesora (aunque en los meses que llevo trabajando me he dado cuenta de que prefiero dedicarme las horas a escribir para adultos y para niños/as que batallar con el alumnado) y el otro día en clase conté un cuento propio sobre un oso panda, salió el tema de la alimentación del osito, hablamos del bambú.
"¿Qué es el bambú seño?; ¿a qué sabe?" decían todas/os...
Les explicité cómo era y de repente uno de ellos dijo:
- Seño pero ¿qué es? ¿¿¿una verdura blandita como el pollo???-.
-El pollo no es una verdura, el bambú si.
-¿El pollo no es verdura?, ¿qué es seño? -preguntó muy intrigado-.
-Pues un animal, ¿acaso no conoces al pollito? - le respondí-.
- Claro seño, pero yo no digo ese pollito que tiene alas, yo digo eso que se come que se llama pollo, ¡seño que no son lo mismo!-.
Entonces le respondí que sí, que eran lo mismo y que el bambú como tantas otras verduras estaba buenísimo.
Lo cuento como anécdota porque es cierto que las niñas y los niños de Educación Infantil no conectan al animal no humano con "el producto posterior" que se comen, han interiorizado que la carne (o producto de origen animal) se debe comer pero no saben de dónde sale.
Más adelante en Educación Primaria se realizarán actividades en las que sí se relacionan, pero para entonces habrán normalizado no solo el especismo sino otras formas de discriminación, y apenas se sorprenderán de ello...
Por eso está en nuestras manos (no solo del personal docente, sino todos y todas) mostrarles a las niñas/os a los animales no humanos como individuos maravillosos, únicos, capaces de sentir, estimular su sensibilidad es imprescindible, recordarles que el respeto debe ser universal y debe ampliarse a todo animal (humano o no humano) también es tarea nuestra.
Un saludo ;)
