Te entiendo muy bien. A veces siento como si me sobrecargara cuando veo tantas injusticias (y sobre todo tanto desconocimiento), pero es necesario intentar que no te afecte tanto, en la medida de lo posible. Al principio me sentía bien conmigo misma y eso me bastaba, pero ahora he visto que no me conformo con eso. En fin, no podemos cambiar el mundo entero, pero realmente creo que nuestras pequeñas acciones sirven para algo más que para tener la conciencia tranquila. Hay un fragmento del libro Comer Animales que me gusta mucho:
Tal vez parezca una ingenuidad sugerir que pedir una pechuga de pollo o una hamburguesa vegetariana supone una decisión de importancia capital. Claro que también habría parecido fantástico decir en 1950 que el asiento que decidieras ocupar en un restaurante o un autobús podría acabar con el racismo. Habría sonado igualmente fantástico si te hubieran dicho, a principios de los setenta, antes de la campaña en favor de los trabajadores de César Chávez, que negarte a comer uvas podría ser el principio de la liberación de unos labriegos en unas condiciones laborales más propias de los esclavos. Todo esto puede parecer fantástico, pero cuando uno echa la vista atrás, nadie puede negar que las decisiones cotidianas contribuyen a cambiar el mundo.
Es un proceso muy lento, eso está claro, pero piensa lo que hemos avanzado en cien años. Hay cada vez más vegetarianos/veganos, ¿no? Puede que las cosas no lleguen a cambiar como deseamos, pero estamos un poquito más cerca de ello cada vez que alguien decide dar un paso adelante. Yo personalmente me niego a ser de esas personas que piensan que como es muy difícil cambiar las cosas, no vale la pena molestarse. Ánimo y paciencia.
(Vaya discurso he soltado...)