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elena
10-mar-2008, 13:24
Extremistas del amor
por Xavier Bayle

"El amor que no devasta no es amor” (Rubaiyyat. Omar Khayyam)

EXTREMISTAS DEL AMOR

Me llaman Xavier, peso 82 kilos y soy vegana. Persona vegana, digo. Me encanta el sabor de la carne, comí de todas las que el mercado me ofrecia, como cualquier individua de clase media, maté activa y pasivamente, hasta que asocié, hice la conexión, desperté, pensé sintiendo, sentí pensando, reaccioné, dudé y comprendíó mi corazón que los pedazos de materia orgánica alimenticia y gastronómica que la industria del dolor y la muerte nos ofrecen procedían de seres que podían enamorarse, que se asustaban si se perdían, que gozaban del sol y de los aromas, que disfrutaban la música y que les rascaran tras las orejas. Sentí comprendiendo que, amor por amor, era el mismo el que podías sentir por alguna persona especial o por un pollo, que los pollos cierran los ojos como nosotras al dormir, cagan cuando les apetece como nosotras, cantan de dicha, sufren, disfrutan cuando follan, como los cerdos, los gatos, los perros, las norteamericanas, las irakíes y las funcionarias de correos.

La similitud es una cuestión de cerebros y corazones, como la diferencia. Disímil sólo es nuestro grado de asociación y nuestra entrega incondicional al fascismo especista sobre el que se asienta la civilización nuestra de cada día.

Soy vegana, es decir, no como mi plato preferido: los huevos fritos. Probé las exquisiteces de la carnicería española e internacional, el erizo de mar crudo, el filete tártaro, la angula, el caviar ruso, el avestruz... cuando mi cerebro, mi corazón y mi estómago no dialogaban. Aún así nada me placía más que los huevos fritos, cosas de provinciana, pero he sido dada a saber de dónde procedían esos huevos, las “humanas” condiciones en que viven las gallinas de batería ( “inhumano” sería besarlas en la mejilla ), la preñez obligatoria y el trato criminal de vacas lecheras y terneras, la masacre inmisericorde de las abejas tratadas como minerales. Soy vegana porque el cuerpo me lo pide, porque pienso y siento al unísono y porque amo sin cláusulas ni peros, sin esperar reciprocidad, sin rentabilizar mis sentimientos. Y porque odio, como todo ser sano, a quien no quiere amar.

Y lucho por el amor porque nos permite volar.

Si el toro ha nacido para ser lidiado y la vaca para ser degollada entonces la raza judía ha nacido para ser gaseada, las chechenas ejecutadas, las disidentes torturadas en la comisarías y las negras ahorcadas o infectadas de sida. O aceptamos la totalidad de nuestra miseria o no aceptamos nada, las medias tintas para los medios periódicos.

Soy vegana, no sé muy bien del todo qué significa eso, pero lo siento en las entrañas, en lo más profundo de mi llanto y de mi risa, en mi biografía, en la historia de mi especie, en el inmenso dolor milenario del humanismo machacado por el ser humano. Soy vegana y sé perfectamente lo que me pierdo, pero siento mucho lo que gano. Gano paz, equilibrio universal, armonía con mi entorno, puedo mirar cara a cara a cualquier ser vivo sintiente y algo en su mirada me dice gracias, o quizás soy yo quien lee ese agradecimiento, pero ese algo me acaricia el alma en ese momento y ya me vale. Buscadme sangre en las manos y no la encontraréis. Nada chilla su ira, su miedo, su sufrimiento y su muerte en mi decisión de no financiarlas con mi apetito, sin rendir pleitesía a mi cuerpo que no es sagrado ni miserable, solamente coherente. Mente y corazón han encontrado lugares habitables en ambos, habitaciones mixtas, espacios comunes. Emoción y razón se dan la mano en el veganismo.

Promociono el vegetarianismo porque el veganismo suena raro y porque la gente anda bostezando mientras cincuenta mil personas mueren de hambre cada día, gente que reacciona sólo al dolor cercano o al propio ( ambos son el mismo ). Nací en un país donde miles de corazones vacíos se juntan en un anfiteatro a ver torturar seis animales no humanos, donde gentuza con licencia de armas acribilla cualquier fauna que se ponga a tiro y abandonan en el campo galgos viejos con un palo atrancado en la boca hasta que se mueren de hambre, nací en un país donde existen animalistas que comen animales, en un país donde la vida es sagrada si hablamos de la propia, donde las nazis aman a sus hijas, en un país donde se matan bebes de foca apaleadas, se arponean delfines, se desuellan vivos a los perros y se hierven vivos a los gatos, en un país donde se comercia con los órganos de las niñas sobrantes matadas a tiros en las calles, donde las mujeres son coños, donde las pobres son mierda y las negras huelen mal, donde las palomas tienen el número contado y cuando lo rebasan se las ejecuta, nací en un país llamado Tierra, porque me cago en todas las fronteras y me río de quien las defiende con su vida, porque hace falta ser muy ignorante para perder ese don de vivir en tan mediocre empresa. Promociono el vegetarianismo porque el ser humano es tan lento en salvar como rápido en matar.

Pero sólo el veganismo es auténtica paz. Y auténtica guerra.

Ninguna palabra va a sustituir el inmenso asco y vergüenza que siento por mi especie como tal, tanto como profunda esperanza y fe en sus posibilidades. Resulta muy duro ser humanista en medio de una raza antropocéntrica. Escribo poesía para que no me encuentre mi propia mezquindad cometiendo los errores que la ausencia de evolución proporciona a la sociedad, y cada poema es una tabla donde imagino salvarme y donde me ahogo de vez en cuando, ya que aprendí que el mundo necesita y solicita tiempo, como si lo tuviera, y ese cerebro del que anda tan enamorada mi raza no es tan excepcional como pretenden las comerciantes, es nuestra vanidad quien lo infla.

Las carnivoras, se comen al resto de los animales porque están convencidas de que ellas mismas son animales superiores y la expresión de esa superioridad ( no real ni demostrable, sino sólo teórica y en base a argumentos mucho más que discutibles ), consiste en someterlos, esclavizarlos, usarlos, matarlos, despedazarlos e ingerirlos, en lugar por ejemplo de respetarlos y garantizarles espacios y santuarios donde todas podamos vivir en armonía, igual que preciso es hacerlo con las individuas de nuestar especie. Pero sucede que según esos postulados inamovibles de jerarquía que aducen no tenemos absolutamente nada que reprobar respecto al holocausto nazi, también gestado gracias a los argumentos valorativos que las carnívoras enarbolan para justificar su gula, y también debemos condonar a las zarinas que masacraban a millones de campesinas porque se consideraban superiores, y las faraonas que exterminaban tribus, y las cúpulas del imperio romano, y las basuras pertenecientes al Ku-Klux-Klan, o a la niñata que quema viva a una vagabunda, o a la antidisturbio que revienta la cabeza de una manifestante, porque se trata tan sólo de una expresión natural de superioridad manifiesta. La historia universal del odio.

La superioridad, física, intelectual o moral existe, sin duda. Existe superioridad intelectual -y sólo estrictamente intelectual-, entre una persona que tiene conciencia de la evolución, la secunda y se comporta de acorde con ella, utilizando su cerebro en pos de la Verdad o que vive en definitiva con aspiraciones un poquito hacia adelante y no hacia atrás como acostumbra, y otra persona con daños irreversibles en la masa encefálica, por ejemplo. La superioridad fisica de la atleta respecto a la persona afectada de tretraplejia o la superioridad moral entre una chica de 15 años y su violadora, por ejemplos. Sí, existen superioridades, que duda cabe, pero descontextualizar este facto tiende a degenerar y a extrapolar sus significaciones, de modo que tanto se evidencian como tanto más existen falsas superioridades. Falsas como la de la persona pudiente respecto a la sin hogar, la de la racista blanca y su desprecio ante la persona negra, la de la fascista respecto a cualquiera que no sea como ella, la de la carnívora ante su víctima.

Todavía hay gente que piensa que el vegetarianismo es una reforma de nuestra maldad, mero gesto simbólico tendente a la paz, una yerma acción encaminada a cambiar nuestro punto de vista del universo. Y no es así. Podemos sin vértigo imaginar qué sucederia si la raza humana se hiciera vegetariana, el impacto ecológico sin precedentes que sucedería modificando la dieta de miles de millones de personas, la destrucción real del sistema imperante basado en la impiedad y la muerte como costumbre, una revolución mucho más hermosa que cualquiera de las que han sucedido en la historia, una revolucion sin fisuras ni dictadoras, sin letra pequeña ni efectos secundarios nocivos. Mucha gente ya lo sabe, y lo sabe bien, pero espera a que otras comienzen, porque les da vergüenza, o porque en el fondo sólo se renuncia a las satisfacciones cuando es obligado hacerlo porque lo dicta severamente una médica, un gobierno o un dogma. La pereza del ser humano solamente es comparable a su miopía.

Ni es la primera ni será la última vez que este tipo de afirmaciones levantan ampollas, y también quizás no soy la más indicada para derivarme en estrategias que convenzan o que hagan meditar a las que algo sospechan a este respecto, en cualquier caso esa y no otra es la más osada realidad que llego a imaginar hasta la fecha. Antes de enojarse con las más hirientes palabras con que una es agredida debe asegurarse de que no sean verdad, aceptándola como tal y asumiendo su implicación personal en esta matanza que llamamos historia contemporánea. Cambiando, cambiando, cambiando, cada día un poco más, como hicieron nuestras tatarabuelas, nuestras madres y nosotras ahora.

El ser humano debe aprender a amar de nuevo, o a perecer como siempre bajo el desproporcionado peso de su propio odio.

http://xavierbayle.republika.pl/


fuente: http://www.pacma.es/articulo.php?id=4711d39810fff

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arrels
10-mar-2008, 13:52
Impresionante Magari , muchas gracias por compartirlo http://i88.photobucket.com/albums/k198/foroloco/mushos.gif

Mowgli
10-mar-2008, 14:05
Me ha gustado muchísimo!

tonn80
10-mar-2008, 15:20
genial,me ha gustado un monton,besos

KuErTy
10-mar-2008, 15:37
Me ha encantado ^^

GATO
25-feb-2010, 01:10
He leído este artículo en pacma.es y me ha encantado y me gustaría compartirlo...



EXTREMISTAS DEL AMOR
"El amor que no devasta no es amor” (Rubaiyyat. Omar Khayyam)

Me llaman Xavier, peso 82 kilos y soy vegana. Persona vegana, digo. Me encanta el sabor de la carne, comí de todas las que el mercado me ofrecia, como cualquier individua de clase media, maté activa y pasivamente, hasta que asocié, hice la conexión, desperté, pensé sintiendo, sentí pensando, reaccioné, dudé y comprendíó mi corazón que los pedazos de materia orgánica alimenticia y gastronómica que la industria del dolor y la muerte nos ofrecen procedían de seres que podían enamorarse, que se asustaban si se perdían, que gozaban del sol y de los aromas, que disfrutaban la música y que les rascaran tras las orejas. Sentí comprendiendo que, amor por amor, era el mismo el que podías sentir por alguna persona especial o por un pollo, que los pollos cierran los ojos como nosotras al dormir, cagan cuando les apetece como nosotras, cantan de dicha, sufren, disfrutan cuando follan, como los cerdos, los gatos, los perros, las norteamericanas, las irakíes y las funcionarias de correos.

La similitud es una cuestión de cerebros y corazones, como la diferencia. Disímil sólo es nuestro grado de asociación y nuestra entrega incondicional al fascismo especista sobre el que se asienta la civilización nuestra de cada día.

Soy vegana, es decir, no como mi plato preferido: los huevos fritos. Probé las exquisiteces de la carnicería española e internacional, el erizo de mar crudo, el filete tártaro, la angula, el caviar ruso, el avestruz... cuando mi cerebro, mi corazón y mi estómago no dialogaban. Aún así nada me placía más que los huevos fritos, cosas de provinciana, pero he sido dada a saber de dónde procedían esos huevos, las “humanas” condiciones en que viven las gallinas de batería ( “inhumano” sería besarlas en la mejilla ), la preñez obligatoria y el trato criminal de vacas lecheras y terneras, la masacre inmisericorde de las abejas tratadas como minerales. Soy vegana porque el cuerpo me lo pide, porque pienso y siento al unísono y porque amo sin cláusulas ni peros, sin esperar reciprocidad, sin rentabilizar mis sentimientos. Y porque odio, como todo ser sano, a quien no quiere amar.

Y lucho por el amor porque nos permite volar.

Si el toro ha nacido para ser lidiado y la vaca para ser degollada entonces la raza judía ha nacido para ser gaseada, las chechenas ejecutadas, las disidentes torturadas en la comisarías y las negras ahorcadas o infectadas de sida. O aceptamos la totalidad de nuestra miseria o no aceptamos nada, las medias tintas para los medios periódicos.

Soy vegana, no sé muy bien del todo qué significa eso, pero lo siento en las entrañas, en lo más profundo de mi llanto y de mi risa, en mi biografía, en la historia de mi especie, en el inmenso dolor milenario del humanismo machacado por el ser humano. Soy vegana y sé perfectamente lo que me pierdo, pero siento mucho lo que gano. Gano paz, equilibrio universal, armonía con mi entorno, puedo mirar cara a cara a cualquier ser vivo sintiente y algo en su mirada me dice gracias, o quizás soy yo quien lee ese agradecimiento, pero ese algo me acaricia el alma en ese momento y ya me vale. Buscadme sangre en las manos y no la encontraréis. Nada chilla su ira, su miedo, su sufrimiento y su muerte en mi decisión de no financiarlas con mi apetito, sin rendir pleitesía a mi cuerpo que no es sagrado ni miserable, solamente coherente. Mente y corazón han encontrado lugares habitables en ambos, habitaciones mixtas, espacios comunes. Emoción y razón se dan la mano en el veganismo.

Promociono el vegetarianismo porque el veganismo suena raro y porque la gente anda bostezando mientras cincuenta mil personas mueren de hambre cada día, gente que reacciona sólo al dolor cercano o al propio ( ambos son el mismo ). Nací en un país donde miles de corazones vacíos se juntan en un anfiteatro a ver torturar seis animales no humanos, donde gentuza con licencia de armas acribilla cualquier fauna que se ponga a tiro y abandonan en el campo galgos viejos con un palo atrancado en la boca hasta que se mueren de hambre, nací en un país donde existen animalistas que comen animales, en un país donde la vida es sagrada si hablamos de la propia, donde las nazis aman a sus hijas, en un país donde se matan bebes de foca apaleadas, se arponean delfines, se desuellan vivos a los perros y se hierven vivos a los gatos, en un país donde se comercia con los órganos de las niñas sobrantes matadas a tiros en las calles, donde las mujeres son coños, donde las pobres son mierda y las negras huelen mal, donde las palomas tienen el número contado y cuando lo rebasan se las ejecuta, nací en un país llamado Tierra, porque me cago en todas las fronteras y me río de quien las defiende con su vida, porque hace falta ser muy ignorante para perder ese don de vivir en tan mediocre empresa. Promociono el vegetarianismo porque el ser humano es tan lento en salvar como rápido en matar.

Pero sólo el veganismo es auténtica paz. Y auténtica guerra.

Ninguna palabra va a sustituir el inmenso asco y vergüenza que siento por mi especie como tal, tanto como profunda esperanza y fe en sus posibilidades. Resulta muy duro ser humanista en medio de una raza antropocéntrica. Escribo poesía para que no me encuentre mi propia mezquindad cometiendo los errores que la ausencia de evolución proporciona a la sociedad, y cada poema es una tabla donde imagino salvarme y donde me ahogo de vez en cuando, ya que aprendí que el mundo necesita y solicita tiempo, como si lo tuviera, y ese cerebro del que anda tan enamorada mi raza no es tan excepcional como pretenden las comerciantes, es nuestra vanidad quien lo infla.

Las carnivoras, se comen al resto de los animales porque están convencidas de que ellas mismas son animales superiores y la expresión de esa superioridad ( no real ni demostrable, sino sólo teórica y en base a argumentos mucho más que discutibles ), consiste en someterlos, esclavizarlos, usarlos, matarlos, despedazarlos e ingerirlos, en lugar por ejemplo de respetarlos y garantizarles espacios y santuarios donde todas podamos vivir en armonía, igual que preciso es hacerlo con las individuas de nuestar especie. Pero sucede que según esos postulados inamovibles de jerarquía que aducen no tenemos absolutamente nada que reprobar respecto al holocausto nazi, también gestado gracias a los argumentos valorativos que las carnívoras enarbolan para justificar su gula, y también debemos condonar a las zarinas que masacraban a millones de campesinas porque se consideraban superiores, y las faraonas que exterminaban tribus, y las cúpulas del imperio romano, y las basuras pertenecientes al Ku-Klux-Klan, o a la niñata que quema viva a una vagabunda, o a la antidisturbio que revienta la cabeza de una manifestante, porque se trata tan sólo de una expresión natural de superioridad manifiesta. La historia universal del odio.

La superioridad, física, intelectual o moral existe, sin duda. Existe superioridad intelectual -y sólo estrictamente intelectual-, entre una persona que tiene conciencia de la evolución, la secunda y se comporta de acorde con ella, utilizando su cerebro en pos de la Verdad o que vive en definitiva con aspiraciones un poquito hacia adelante y no hacia atrás como acostumbra, y otra persona con daños irreversibles en la masa encefálica, por ejemplo. La superioridad fisica de la atleta respecto a la persona afectada de tretraplejia o la superioridad moral entre una chica de 15 años y su violadora, por ejemplos. Sí, existen superioridades, que duda cabe, pero descontextualizar este facto tiende a degenerar y a extrapolar sus significaciones, de modo que tanto se evidencian como tanto más existen falsas superioridades. Falsas como la de la persona pudiente respecto a la sin hogar, la de la racista blanca y su desprecio ante la persona negra, la de la fascista respecto a cualquiera que no sea como ella, la de la carnívora ante su víctima.

Todavía hay gente que piensa que el vegetarianismo es una reforma de nuestra maldad, mero gesto simbólico tendente a la paz, una yerma acción encaminada a cambiar nuestro punto de vista del universo. Y no es así. Podemos sin vértigo imaginar qué sucederia si la raza humana se hiciera vegetariana, el impacto ecológico sin precedentes que sucedería modificando la dieta de miles de millones de personas, la destrucción real del sistema imperante basado en la impiedad y la muerte como costumbre, una revolución mucho más hermosa que cualquiera de las que han sucedido en la historia, una revolucion sin fisuras ni dictadoras, sin letra pequeña ni efectos secundarios nocivos. Mucha gente ya lo sabe, y lo sabe bien, pero espera a que otras comienzen, porque les da vergüenza, o porque en el fondo sólo se renuncia a las satisfacciones cuando es obligado hacerlo porque lo dicta severamente una médica, un gobierno o un dogma. La pereza del ser humano solamente es comparable a su miopía.

Ni es la primera ni será la última vez que este tipo de afirmaciones levantan ampollas, y también quizás no soy la más indicada para derivarme en estrategias que convenzan o que hagan meditar a las que algo sospechan a este respecto, en cualquier caso esa y no otra es la más osada realidad que llego a imaginar hasta la fecha. Antes de enojarse con las más hirientes palabras con que una es agredida debe asegurarse de que no sean verdad, aceptándola como tal y asumiendo su implicación personal en esta matanza que llamamos historia contemporánea. Cambiando, cambiando, cambiando, cada día un poco más, como hicieron nuestras tatarabuelas, nuestras madres y nosotras ahora.

El ser humano debe aprender a amar de nuevo, o a perecer como siempre bajo el desproporcionado peso de su propio odio.

Mowgli
25-feb-2010, 01:24
Buuuf, me he quedado sin palabras!
Gracias por traerlo Gato.

Avena
25-feb-2010, 01:32
Me gustó mucho Gato!!!

AraVegana
25-feb-2010, 10:08
Si os gusta lo que dice Xavi, os recomiendo sus links:

--
http://vegangrafik.blogspot.com/
http://xavierbayle.republika.pl
http://xavibayledemomento.blogspot.com/
http://www.xavibayle.animanaturalis.org/
http://cowidze.blogspot.com/

:D

Frytz
25-feb-2010, 11:05
Excelente Reflexión

..

Talamasca
25-feb-2010, 23:44
Me ha provocado un sinfín de sensaciones, todas en una. Genial, gracias por compartirlo

Loba
26-feb-2010, 13:44
Lo leí hace tiempo y todavía me pone los pelos de punta, es fantástico.

RespuestasVeganas.Org
26-feb-2010, 18:11
Yo respeto a los animales por justicia, no por amor. Por la calle veo a mucha gente a la que no amo pero aún así, por justicia, la respeto.

alexis
26-feb-2010, 18:37
Los animales no sienten el tipo de amor que tienen los seres humanos, no es amor lo que sienten, no tiene sentido.

alexis
26-feb-2010, 18:38
Los animales no se enamoran, es absurdo.

brisca
26-feb-2010, 18:46
Es poner palabras a lo que siento! por cierto, me encantó el link de vegangrafik!!

pazengriego
26-feb-2010, 23:19
Me ha gustado mucho. Y estoy deacuerco con ZEN_ic, soy vegana por justicia.Pero por amor también.