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Ver la versión completa : Ejército vegano



Snickers
15-ene-2016, 16:17
http://www.lasprovincias.es/sociedad/201601/10/ejercito-vegano-20160110223742.html
Ejército vegano http://www.lasprovincias.es/las_provincias/noticias/201601/10/media/veganos.jpg No son frikis. Hasta Bill Clinton destierra los productos animales de su vida julia fernández
10 enero 201622:40



Jon está en el parque y le pide a su padre unas patatas fritas. En la esquina hay un quiosco para comprarlas, pero el hombre abre su bandolera y saca un paquete. La marca es casi desconocida, pero solo comercializa productos veganos, al contrario que otras, y en una de sus esquinas un símbolo informa de que es apto para esas dietas. El crío lo abre y mete la mano para sacar una. Parece, huele y sabe a patata frita ‘normal’. La saborea y una sonrisa de satisfacción se dibuja en el rostro de ambos.
La historia de este chavalín de nueve años no es una recreación. Es real, como la zapatería que su padre, Sergio Alday, regenta en el Casco Viejo de Bilbao. En su escaparate, una pegatina tamaño DIN-A 4 señala que es un comercio respetuoso con los animales. En la elaboración de todos los productos que se venden en él no han intervenido materias con este origen. Justoakí lleva «cuatro años y dos meses» abierto. Ha sorteado la crisis que ha obligado a echar la persiana a otros negocios de alrededor, aunque para ello, su dueño ha tenido que apoyarse en la familia algunos meses.
A 860 kilómetros, en Sevilla, otra pequeña empresaria se bate el cobre por sacar adelante su tiendita. Se llama Anabel Reyes y hoy respira un poco más tranquila tras unos días de trabajo a destajo para cumplir con todos los pedidos de roscones de Reyes veganos. Las piezas no tienen nada que envidiar a las tradicionales. Ni en apariencia, ni en sabor. Si nadie te lo dice, no te darías cuenta de que estás comiendo un roscón que no lleva ni huevos, ni mantequilla, ni leche de vaca.
En los últimos días habrá elaborado cientos de ellos. En casa ni la han visto, tampoco ha podido quedar con los amigos y le acompañan unas ojeras que evidencian las horas que le ha robado al descanso. Pero no se queja. Después de siete años de apreturas en los que le costaba cuadrar cuentas, Veganitessen, su café-pastelería, empieza a darle muchas alegrías. «Desde octubre tengo un sueldecillo», confiesa con sinceridad.
Alday y Reyes viven un momento dulce y son conscientes de que los veganos han dejado de ser cuatro gatos y unos frikis. En los últimos años, ha crecido el número de gente interesada en esta filosofía de vida e incluso los famosos se han subido al carro. Bill Clinton empezó en 2010, siguiendo la estela de Brad Pitt, de la presentadora Ellen DeGeneres, de Pamela Anderson, de Jared Leto, del reputado ultramaratoniano Scott Jurek... En nuestro país, el cantante Enrique Bunbury, que dejó de comer carne hace dos décadas, asegura que es «la revolución personal activa más importante que un hombre puede realizar de manera cotidiana».
Una cesta no tan cara
Aunque no hay datos oficiales, se calcula que en España hay 40.000 personas que prescinden del uso de animales o de productos que provengan de ellos. El principal motivo tiene que ver con la ética: creen que todos los animales, entre los que incluyen al ser humano, tienen el mismo valor. «¿A ti te gustaría que te tratasen como a una de esas gallinas ponedoras?», inquiere el comerciante bilbaíno. La fuerza de esta corriente emergente de consumo «responsable» se evidencia en el apartado comercial. Ahora mismo hay unas 300 tiendas censadas y otras han empezado a hacer un hueco en su catálogo a productos de este tipo.
El ejemplo más claro está en las cartas de los restaurantes. Cada vez es más fácil encontrar platos sin carne, pescado, huevos, queso, leche de vaca, mantequilla, miel... en locales para todos los públicos. El interés creciente «es un hecho», destaca Alberto Bermejo, cofundador de Servegano.org, una web que ofrece información muy completa sobre este fenómeno. «Hace diez años, era casi imposible que se conociera el término. Hace cinco, empezó a no ser algo tan raro y hoy, una gran cantidad de gente tiene nociones sobre qué es», añade.
Cuando Bermejo se hizo vegano, en 2008, «solo podía encontrar leche de soja en herbolarios». Ahora, en cualquier supermercado hay un estante repleto de bebidas vegetales a base de almendra, arroz, avena, avellana... Y en la zona de frío encontramos tofu, tempeh, hamburguesas vegetales y toda clase de yogures y postres de origen vegetal. Hasta nata de soja, para no renunciar a una buena salsa de boletus, por ejemplo. La alimentación es lo que más se conoce de los veganos porque «los seres humanos estamos comiendo la mayor parte del tiempo», explica con cierto humor David Román, responsable de la Unión Vegetariana de España y vegano desde hace 18 años.
- ¿Es cara la cesta de la compra?
- No. Hace unas semanas presentaron un informe en EE UU en el que la comparaban con la tradicional y demostraron que era más barata.
- Pero el seitán, sustituto para la carne, tiene un precio...
- La carne, el marisco o el queso también es lo más caro de la cesta omnívora.
El resto de productos del carro vegano proceden de los supermercados y las fruterías ‘normales’ y se consumen en todos los hogares. Otra cuestión interesante es saber si es una dieta sana. Y nadie mejor que Juan Revenga, nutricionista independiente y autor del blog El nutricionista de la general, para responder. «Bien planificada y considerando las particularidades de cada uno puede ser perfectamente saludable, tal y como reconoce la prestigiosa Asociación Americana de Dietética. El elemento clave es el de la vitamina B12. Los que la practiquen deberán controlar periódicamente sus niveles y usar suplementos de la misma. No obstante y ante etapas del ciclo vital especialmente comprometidas, se recomienda ponerse en manos de un dietista-nutricionista sensato para abordar el cambio».
Hoteles para ‘veggies’
El día de San Esteban (26 de diciembre) es fiesta en Cataluña, donde viven Cristina Martínez y Lluís Cortés, y lo normal es comer con toda la familia unos contundentes canelones rellenos de carne. Pese a que son veganos, en su mesa no faltó esta tradicional receta de la abuela. Eso sí, en vez de ternera, llevaban soja texturizada, y en la bechamel usaron margarina y una bebida vegetal. Martínez fue quien se encargó de adaptarla a sus gustos, una labor en la que tiene mucha maña y que plasma en un blog, Delantal de Alces, que en marzo cumple dos años. «Tenemos una media de 35.000 visitas al mes». Internet es una fuente de información muy buena para los que quieren saber qué implica ser vegano. Desde 2001, las consultas a Google han crecido de forma exponencial.
Esta pareja de Barcelona, que a diario da consejos sobre cómo apañárselas para comer rico sin aburrirse, cambió su estilo de consumir de manera «gradual». Y ahora no solo comen vegano, también se visten y se calzan como tal. Porque el veganismo implica renunciar a la lana, la seda, el cuero... En tiendas como la de Raquel Passola, Amapola Vegan Shop, no hay ni una sola prenda de vestir hecha con ellos. Y en el baño de Elena Arjona y Ángel Martínez solo hay cremas, pastas de dientes, hidratantes y jabones artesanales de Biovegetalis, la firma cosmética y artesana que han creado. Hacen hasta maquillaje.
También hay una red de alojamientos especializados en tratar con veganos (no de forma exclusiva, sino como un extra). Por ejemplo, el Iori Hotel, en Vielha (Lleida), un establecimiento ecológico regentado por Yoko Ariizumi. Su restaurante está especializado en comida vegetariana y macrobiótica, aunque también hay «pescado y carne para las personas que acompañan a los que comen de esta forma». Es uno de los 24 alojamientos españoles inscritos en Veggie-Hotels, la «primera asociación de hoteles vegetarianos del mundo» y una biblia para los veganos.
Pero que nadie se lleve a error, ni se trata de una secta, ni son radicales, excéntricos o hippies, unos estereotipos que acompañan a este movimiento desde sus inicios. «Hay de todo», como en la clientela de la zapatería Justoakí, donde hallamos a «militares, policías, ejecutivos de banco, ‘anarcos’...» e, incluso, «dos señoras mayores que no quieren usar piel». No son raros: «Yo hago lo mismo que tú», precisa Alday, justo antes de volver tras el mostrador. Allí le espera Jon, su chaval, que no es vegano, pero al que ya no le gusta el chocolate con leche desde que le explicó cómo viven las vacas que la dan.