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Aljandar
28-nov-2015, 21:22
Ni la OMS ni Gwyneth Paltrow. Esta es la verdadera clave por la que los amantes de la carne podrían pasarse al calabacín

Raquel Rivera 27 NOV 2015 - 12:32 CET

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Lo que comemos y cómo lo cocinamos depende de muchos factores: la cultura, el tiempo, los gustos, la salud, la actividad física, la filosofía de vida, la visión sobre el medioambiente, la demografía, el modelo productivo, el conocimiento de la industria agroalimentaria, la ética… Y, cómo no, del bolsillo. ¿Cómo influye el ahorro a la hora de decidir sobre nuestra alimentación? El aliciente económico no será el motivo determinante para cambiar de hábitos alimenticios, pero sí puede animar a aquellos que se estén planteando otras formas de comer. En noviembre, mes de los vegetarianos, le aportamos la razón (ojo: solo económica) para convertirse. Según un estudio publicado por la revista Journal of Hunger & Environmental Nutrition, los practicantes de este régimen alimenticio basado en lo vegetal se ahorran alrededor de unos 750 dólares (más de 704 euros) al año. Eso sí: nada de hamburguesa los domingos. Ay.

El trabajo compara el coste de la dieta vegetariana con MyPlate, que es la guía de nutrición del Departamento de Agricultura de EE UU, que contiene las recomendaciones nutricionales. La conclusión del estudio es que los vegetarianos se ahorran a la semana 13,48 euros y además consumen ocho porciones más de fruta, 25 de verduras y 14 de cereales, sin renunciar al aceite de oliva.

"Es razonable hasta cierto punto el estudio. Pero hay que introducir un matiz: en la dieta vegetariana hay interés por la agricultura ecológica y esos productos son más caros que los habituales. Aun así, los costes de producción de la carne son más elevados”, sostiene Juanjo Cáceres, especialista en nutrición desde un punto de vista social, cultural e histórico, que ha publicado diversos trabajos sobre los comportamientos en la alimentación. El investigador apunta otros factores que intervienen en la elección de una dieta vegetariana y vegana (en esta última se excluyen los lácteos y huevos): la salud, la defensa de los animales y las inquietudes medioambientales.
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La nutricionista Nuria Pardillo, licenciada en Farmacia y asesora de diversas empresas, respalda la rebaja económica, pero dice que no es una cuestión determinante: “Creo que el vegetarianismo es una filosofía de vida, un pensamiento, incluso una forma de vestir”. Aunque añade que la salud puede animar al cambio de hábito y a que se deje de consumir carne de forma transitoria. “Hay gente que se hace vegetariana por un tiempo porque se ha llevado un susto por un problema cardiovascular”.

¿Son extrapolables los resultados del estudio a España, donde se siguen generalmente los patrones de la dieta mediterránea? La doctora Pardillo muestra sus dudas: “En EE UU la dieta es menos variada. Se nota, por ejemplo, en el poco pescado que se consume. En cuanto a la carne, allí la hamburguesa es un plato fuerte y el pavo se deja para Navidad”, indica. Aquí consumimos sobre todo pollo y frescos.

En cambio, para David Román, portavoz de la Unión Vegetariana Española (UVE), el contexto es similar en nuestro país porque estamos abandonando aspectos de la dieta mediterránea por la importación de hábitos y productos del modelo americano. Por ello, piensa que el enfoque económico en la dieta vegetariana puede ser un atractivo más: “A menudo, se ha tachado esta dieta como cara, pero es falso, porque los alimentos de origen animal son más costosos. Pensemos en el marisco o la carne roja. Sí es cierto que derivados de soja dietéticos pueden tener un precio más elevado. Pero incluso basándonos en la alimentación ecológica, el menú vegetariano es más barato”, sentencia.

David Gasol, nutricionista experto en macrobiótica y vegetarianismo, considera que el factor económico no debe ser el fundamental en la elección de la dieta. “Lo que debería motivarnos para seguir esta alimentación es la salud y la cuestión ambiental. Porque pueden aparecer problemas si dejo de comer carne por cuestiones económicas y no sustituyo este alimento de forma adecuada y controlada, tanto en forma de proteínas, como vitaminas y minerales”, advierte.

La crisis ha cambiado nuestra forma de comer. Compramos más productos de marcas blancas para ahorrar y más carne procesada (conviene recordar la advertencia de la OMS sobre su vinculación a enfermedades), y los hogares de rentas más bajas han reducido el consumo de pescado fresco y de fruta. “Ha habido un cambio de dieta en los hogares más afectados por la crisis, pero hay que tomar con cautela estos datos, pues no es tan preciso hablar de tendencias en las estadísticas de consumo actuales, dado que los grupos de rentas bajas están infrarrepresentados”, explica Cecilia Díaz-Méndez, profesora de sociología de la nutrición en la Universidad de Oviedo.

En nuestras casas se dan dos circunstancias que pueden resultar antagónicas. Hemos importado la comida rápida del mundo anglosajón y la hemos incorporado en nuestra dieta, pero al mismo tiempo se está colando en nuestra nevera la alimentación ecológica. España es líder en Europa en cultivos ecológicos, con 1,6 millones de hectáreas de superficie, y un tercio de la población ha consumido alguna vez un producto de este sector, según el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. ¿Hemos dicho antagónico? No tanto. Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, ya nos argumentó por qué "ecológico" no significa "más sano" ni "menos contaminante".

De cualquier forma, ¿puede este amor hacia lo ecológico estimular el vegetarianismo? “No creo que el mayor interés por productos ecológicos sea una tendencia ligada al vegetarianismo sino a la orientación que tiene la alimentación actual hacia la salud”, asegura la profesora Díaz-Méndez.

David Román, de la Unión Vegetariana Española, sí observa un aumento en la tolerancia hacia la dieta vegana. “Antes se nos veía como bichos raros, pero con las investigaciones realizadas y la postura de sociedades científicas se ha constatado que esta alimentación es una opción más aceptable que va a sumar adeptos en los próximos años”, afirma.

La Asociación Americana de Dietética sostiene sobre las dietas vegetarianas que si están adecuadamente planificadas son saludables y nutricionalmente apropiadas y pueden resultar beneficiosas en la prevención y el tratamiento de ciertas enfermedades cardiovasculares o cáncer. Por ejemplo, un estudio de la revista JAMA de Medicina Interna relacionó la alimentación vegetariana que no excluye el pescado con un menor riesgo de desarrollar cáncer colorrectal.

Al otro lado, se sitúan nutricionistas como Nuria Pardillo, que avalan la dieta vegetariana bien planificada, controlada y equilibrada, pero que la desaconsejan en niños y cuestionan la ausencia de proteína animal en el caso de los veganos porque puede comprometer el aporte apropiado de nutrientes para el organismo. Los ácidos grasos omega 3, muy presentes en el pescado azul, son otros de los nutrientes sobre los que existen dudas acerca de si tienen suficiente presencia en las dietas vegetarianas.

“No hay alimentos milagro para tener una nutrición adecuada. Ni siquiera la leche de vaca”, subraya Román, de la Unión Vegetariana. “El secreto es la variedad de legumbres, cereales, verduras, frutos secos y semillas”, agrega. Este colectivo admite que todavía encuentran recelo de la comunidad científica sobre los efectos de esta alimentación en niños.

“La dieta vegana no la recomiendo en niños. Y en adultos, solo si está equilibrada, es variada y cuenta con suplementos de vitamina B12”, concluye David Gasol, para quien lo ideal sería una dieta vegetariana con lácteos, huevos y, puntualmente, pescado. Claro que si tira de besugo, igual le sube la cuenta.

http://elpais.com/elpais/2015/11/23/buenavida/1448273158_692478.html