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Vettel
11-feb-2015, 11:24
Quien pone en peligro la seguridad y libertad de nuestras compañeras, debe responsabilizarse de ello.

Desde los colectivos que firmamos este texto, queremos exponer nuestra opinión y dar a conocer ciertas prácticas que llevan desarrollándose desde hace mucho tiempo dentro de los entornos de contestación política y que creemos que pueden poner en peligro nuestra seguridad y facilitar el trabajo de la policía.
Nos referimos a la manera que tienen de cubrir, fotografiar o filmar manifestaciones y acciones ciertos colectivos y personas, remuneradas o no. No hablamos de reporteros de grandes medios ni agencias de noticias "convencionales", que damos por hecho que cubrirán el acto de la manera que le hayan dictado sus jefes, limitándose a eso.Tampoco a todas las que acuden con su móvil o cámara y se olvidan incluso de sí mismas en la obsesión por grabarlo todo, cosa que bien merecería la reflexión conjunta. Nos referimos a aquellos que, agrupados en pequeñas agencias de prensa o a modo freelance, acuden a las convocatorias para fotografiar o filmar, sea de manera desinteresada, reivindicando su granito de arena en la difusión de las luchas y la denuncia social, o por intentar venderlas posteriormente y que, amparadas en el colegueo por ser personas conocidas en el entorno militante y en el “somos parte de esto, estamos a vuestro lado y damos voz a los movimientos sociales”, nos exponen con sus fotos sin que parezca caber crítica alguna.
Proyectos como DISO Press (Agencia de Prensa y Difusión social nacida en 2013 y ubicada en el barrio de Lavapiés) son ejemplo de esto. Sabemos que no son los únicos. Hemos tenido que escuchar cómo un periodista del entorno de los movimientos sociales hablaba en una gran cadena de televisión acerca de quiénes eran los causantes de los disturbios del 22-M, argumentando que si él lo sabía, la policía también y los podían detener. En otra ocasión, chantajear a grupos para que dejasen grabar sus asambleas bajo la amenaza de que, si no accedían, les grabaría igual, esta vez detrás de la policía. Diferentes streaming en directo reproducen caras y conversaciones sin saber con qué riesgos puede acabar la manifestación, y que esas imágenes pueden ser utilizadas para incriminar a compañeras.
Pero, esta vez, queremos hacer especial mención a DISO Press, pues en repetidas ocasiones han colgado en su página web reportajes fotográficos en los que se ha expuesto a compañeras y se ha arriesgado su libertad, sacándolas sin ocultar su rostro y situándolas de un modo irreparable allí donde a nadie le interesaba saber que habían estado.
Queremos aclarar que no estamos hablando de grandes convocatorias públicas, aunque entendemos que nadie tiene que decidir por ti si tu cara pasa a formar parte de un reportaje, o si tu acción es lo suficientemente espectacular como para que tu cuerpo y tu ropa salga acompañando a la misma en internet.
Creemos que quien convoca una manifestación o realiza un acto puede haber valorado previamente si quiere que quede inmortalizado y utilizar sus propios medios, con los que siente seguridad, y no depender de personas externas. También creemos que hay muchas formas de cubrir un acto. Pensamos que los rostros de los asistentes en determinadas ocasiones son lo de menos: fotos de las pancartas, el comunicado, o fotos desde lejos bastarían para que ese acto quedara reflejado. No hace falta tirar de primeros planos con expresiones de rabia, impotencia o incluso miedo. Eso es morbo puro y duro y no sabemos qué aporta a la lucha. Tampoco es necesario utilizar el píxel para cubrir los rostros de las personas fotografiadas si se considera un efecto antiestético: basta con echarle imaginación y jugar con los elementos del encuadre o el desenfoque, o sencillamente pararse dos minutos a pensar en las posibles y terribles consecuencias que puede tener una foto llena de mérito y genialidad, y si realmente merece la pena publicarla.
Como decíamos, creemos que es muy fácil saber previamente o darse cuenta del carácter de una manifestación. No son lo mismo convocatorias de carácter multitudinario, en las que todo parezca indicar que el ambiente será tranquilo, que una convocatoria no comunicada, donde el ambiente es tenso, donde no se ve con seguridad si la policía puede empezar a cargar en cualquier momento, y en la que los asistentes están tapados y no quieren que la prensa grabe sus caras; o en la que después se hayan producido “altercados” que puedan inducir a imputación de delitos, y que puedan ser relacionados con gente que participó en el acto y estaba previamente fotografiada.
Estas son las maneras de DISO Press, y los hechos en los que nos vamos a centrar, aunque tenemos conocimiento de más acciones en las que diferentes personas no han quedado a gusto con el trato que han recibido por esta agencia. Nos basamos en tres casos en los que se ha puesto en peligro a personas y en los que estaba claro que, o no se quería que se sacaran fotos de asistentes, o los actos posteriores debían haber inducido a la reflexión de que estas fotos no deben ver la luz porque pueden perjudicar a gente.
No estamos diciendo en ningún caso que las imágenes que utilizó la policía para detener compañeros sean las que colgó DISO Press, ya que no podemos saberlo; pero sí que en su web y en la red se subieron fotos de esos actos realizadas por esta agencia, hasta que se les llamó y se les pidió que las retiraran, no siempre accediendo en el momento a hacerlo, ni aceptando con buenas formas.
No solo la policía puede nutrirse de estas fotos. Una vez colgadas en internet, cualquiera, con buena o mala intención, puede descargarlas para ponerlas en una crónica o por tenerlas sin más. Una vez colgadas en internet pierdes el control de ellas, y tampoco a nadie le hace gracia que su cara aguarde el momento de ser publicada en un disco duro.
Respecto a los ejemplos de los que hablábamos antes, podemos mencionar casos como el reportaje de la manifestación antifascista que tuvo lugar el 20 de noviembre de 2013 en la Universidad Complutense. Pese a no estar comunicada y que nadie les hubiera llamado, DISO Press se sintió invitado y decidió colgar las fotos de la misma. Hay que señalar que durante esta manifestación se produjeron algunos hechos por los que compañeros fueron denunciados (independientemente de que estuvieran o no allí y que evidentemente no han de documentarse en internet). Ocho días más tarde fueron detenidas 19 personas, a las que se sumaron 11 más que fueron detenidas en una concentración solidaria que se realizó esa misma tarde.
Pero DISO Press publicó sus fotos, aunque horas más tarde las retirara. Trabajo hecho. Hemos de decir que cuando la policía atendió a los estudiantes de Derecho que denunciaron unas supuestas agresiones, ésta ya había hecho una selección de los posibles autores de los hechos, antes incluso de hablar con los testigos presenciales.
Otro ejemplo de su acertada labor periodística podría ser la cobertura del desahucio que tuvo lugar en Lavapiés el día 31 de enero de 2014 y todo lo que sucedió después, tras la aparición de la policía. En esta ocasión, DISO Press publicó unas fotos en las que se podía reconocer a las personas que allí estaban, facilitando de nuevo la labor de la policía en la incriminación de determinados hechos y exponiéndolas a los ojos de la prensa y televisión, que pronto se hicieron eco de unos sucesos que creemos que, de no haber sido cubiertos por estas fotoperiodistas, no habrían tenido tanta trascendencia o repercusión represiva. Todas estas fotos no se retiraron de su web hasta días más tarde, y es evidente que la policía no necesita tanto tiempo para archivarlas o utilizarlas. Tres compañeras fueron detenidas en sus casas días más tarde.
Por último, mencionar la cobertura de la concentración del día 27 de diciembre de 2014 por el encarcelamiento de siete anarquistas inscrito en la llamada Operación Pandora (con una investigación aún abierta y siendo acusados de “organización terrorista”, entre otros cargos). Dicho reportaje contenía fotos con primeros planos de las personas concentradas (siendo éstas muy pocas), exponiendo sus rostros, sin que les hiciera titubear el hecho de que para conseguir estos primeros planos tuvieran que esperar a que aquél o aquélla que iba tapada para no ser reconocida tuviera que separarse del grupo y destaparse por orden de la policía para ser identificada, utilizando ese instante para efectuar la fotografía por parte de un miembro de DISO Press.
Todos sabemos lo que implica acudir a determinadas manifestaciones, concentraciones o acciones, actos en ocasiones cargados de tensión o emotividad. Sabemos que nos pueden detener, que podemos acabar filiadas y en ficheros de la Brigada de Información. Todo esto puede ser un trance doloroso, una detención puede ser traumática, procesos que en ocasiones se alargan en el tiempo y que puede afectarte a ti, pero también a familiares y amigos. Pero lo asumimos y acudimos. Lo que no asumimos es que esto se acabe produciendo porque un fotoperiodista, supuestamente afín, nos exponga e imponga su profesión a nuestra libertad. Ni asumimos que en una manifestación o acción, en la que tenemos que estar a mil cosas: anticiparnos a qué intenciones tiene la policía, a si puede cargar, si podemos ser detenidas, si estamos todas las compañeras cerca y nadie se ha perdido, etc., que además tengamos que estar vigilando la labor de estas fotoperiodistas y hacia dónde apuntan sus objetivos.
Este escrito no pretende ser un toque de atención. El daño ya está hecho y las consecuencias están ahí. Esperemos que no sean más en el futuro.
No creemos tener que ser nosotros, aquellos a quienes han puesto en peligro sus fotos, quienes encima tengamos que pedirles que no nos saquen; pero aun así, en el caso de DISO Press, sí se han llegado a pedir explicaciones y lo que nos hemos encontrado por parte de alguno de sus miembros son respuestas que nos podría dar cualquier periodista profesional o incluso la policía: frases como “os podemos grabar porque estáis en la vía pública…” y, en otros casos, chulería, prepotencia y ninguna gana de reconocer ningún tipo de error ni preocupación por los afectados. Ni siquiera la humilde reflexión por su parte de si salir en los medios puede traernos, además de graves consecuencias legales o penales, preocupación a nuestras familias o amigos y problemas en nuestros trabajos, etc…
De esa manera, e imaginando que no somos los únicos a los que esto nos preocupa, enfada y decepciona, creemos que es momento de reflexionar de forma conjunta y sobre todo de posicionarse. Posicionarnos las que acudimos con nuestras compañeras a las convocatorias, y las asambleas o colectivos que las organizan.
Para nosotras, DISO Press o cualquier fotoperiodista que trabaja del mismo modo que lo hace una agencia como EFE o cualquier cadena de televisión, debe ser tratado de la misma manera: sin contemplaciones ni amiguismo. No son bienvenidas ni serán bien recibidas. Su sitio está con los periodistas del otro lado del cordón policial, no entre nosotras. Si buscáis carnaza curráoslo, no os lo vamos a poner fácil.
Somos conscientes de que es necesario un debate colectivo sobre el papel de las fotoperiodistas y su relación con los movimientos sociales, los límites y las condiciones que deberían respetar para seguir siendo consideradas como “cercanas”. Algunas aportaciones se han hecho ya en ese sentido y otras están por venir. Con este texto buscamos denunciar las prácticas de un colectivo en concreto y fomentar un posicionamiento al respecto que valore los intereses y necesidades de quienes participan en las luchas, más que los de quienes se dedican a hacer fotos o vídeos.
Pedimos un posicionamiento también del centro social del que forma parte DISO Press y de los colectivos con los que participan.
Nuestra seguridad y libertad están en juego. No se lo pongamos fácil a la policía, no permitamos que se lo pongan fácil otros.
Por todas las personas afectadas por la represión. La lucha es el único camino.

Colectivos que firman este comunicado:
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