Antares92
17-nov-2012, 18:00
Hoy quiero hablaros de una criaturita muy simpática del folclore catalán, el famoso monstruo de Banyoles, más civilizado y razonable que la mayoría de los habitantes de dicha villa y más justo y honrado que el Rey de los Francos. La historia original dice así:
"Cuenta la leyenda que hace muchísimo tiempo, alrededor del siglo VIII, una bestia inmensa vivía en alguna cueva, a gran profundidad, del lago de Banyoles. Afiladas púas de hueso cubrían su cuerpo, lo que la hacía invulnerable. Tenía arpones arqueados y largas alas y una espina dorsal repleta pinchos se le extendía desde el cuello hasta la cola.
Dicen que de los ojos le salían chispas como blandones llameantes y que tenía un aliento tan pestilente que al soplar apestaba los campos, envenenaba las fuentes, secaba las plantas y transmitía enfermedades a animales humanos y no-humanos. Pero, sobre todo, se nos dice que era muy voraz.
Las reses que se le acercaban desaparecían, como por ensalmo, en el interior de su garganta. La villa de Banyoles vivía continuamente atemorizada por aquel dragón que se zampaba jabalíes y ovejas como si nada. Ni dentro de las murallas los aldeanos estaban seguros.
Aunque se encerraban en casa con balda y aseguraban las puertas con cajas, cada noche aparecía una rota y alguien desaparecía. Nada parecía detener a aquella bestia imparable. Un buen día, los soldados de Carlomagno, tras su victoriosa campaña contra los sarracenos oyeron de la fiereza del dragón y pensaron que sería aún más heroico matarlo para poder contar su valor al llegar a casa, no sin antes cobrar en oro y comer la hazaña de los pobres aldeanos de Banyoles.
Se acercaron al lago y, plantados en medio del descampado que actualmente recibe el nombre de La Draga (no hace falta explicar por qué), se atrevieron hacer frente al dragón. Pero apenas pudieron sacar sus espadas porque el dragón, indestructible, pasó por encima suyo y mató a más de uno.
Algún espavilado intentó huir pero el dragón se entretuvo un poco más con él... hasta que se cansó. Unos comerciantes franceses que horrorizados contemplaron la escena, corrieron a visitar al rey Carlomagno, guerrero invencible en toda batalla, y le contaron la historia, un poco adornada, para dejar en mejor lugar sus hombres.
Así, un ejército de lo mejor de Francia, comandado por el mismo Carlomagno, se dirigió entonces a revancha sus compañeros. Armados, valientes y decididos se encaminaron hacia la villa de Banyoles donde, otra vez, se cobraron en oro y comieron la hazaña de los pobres bañolenses.
Cuando llegaron, plantados en caballos, blandiendo las espadas, llamaron al monstruo que, con desgana, se presentó a la batalla... una batalla que poco duró. Fue bastante confusa y de su resultado poco se sabe. Algunos dicen que Carlomagno plantó cara; otros, que suplicó por su vida, pero lo que es cierto es que el mismo Carlomagno huyó y el dragón continuó haciendo de las suyas.
Los bañolenses, horrorizados al ver el ejército más poderoso del mundo que tantas batallas había ganado huyendo a toda prisa, creyeron que sólo un milagro podría salvarlos, y un milagro es lo que fueron a buscar. Alguien de la villa había oído hablar de un monje francés de Narbonne llamado Mer que había llegado con las tropas de Carlomagno y que, al parecer, podía hacer grandes prodigios.
Los bañolenses fueron a suplicar al monje que los liberara de la fiera y éste, tras oír todas las súplicas, accedió a liberar a la gente del dragón. Así fue como salió de la villa, rezando, y se dirigió, sin parar de rezar, hasta donde estaba el dragón.
Cuando éste lo vio, no hizo en ningún gesto hostil. Al contrario, se mostró como el gato más cariñoso que os podáis imaginar. Entonces el monje se dirigió hacia el centro de la villa con el dragón siguiéndolo de cerca. Al llegar, llamó a la gente y dijo:
-¡Venid y contemplad al dragón! He aquí vuestra bestia maligna -y, mirando la cara y las armas de la gente, prosiguió -dejad las armas en el suelo, pues éste no os hará ningún daño.
Cuando se recuperó de ver el dragón tanto manso, un aldeano se decidió a decir:
-¡Matémoslo ahora que lo tenemos amansado!
-¡Os guardaréis bien! -protestó el monje- ¡Esta bestia es inofensiva y sólo come hierbas y raíces!
-Y la gente que ha desaparecido? -Replicó otro.
-A las órdenes y servicio de Carlomagno. -respondió el monje- Pronto volverán a casa, no sufráis por ellos.
-¿Y los rebaños? - Gritó otro.
-Quizás se lo debiereis preguntar a los cocineros de Carlomagno.
La gente se quedó mirando al dragón sin saber muy bien qué hacer hasta que un niño salió de en medio de la multitud y lo acarició. La gente, a continuación lo imitó. Finalmente, el monje llevó el dragón hacia el lugar donde estaba, para que allí pudiera reposar tranquilo y, si alguien se acerca a la cueva donde duerme, todavía hoy tira bocanadas malolientes, sencillamente, para asustar a los bárbaros humanos".
A finales del siglo pasado, Toni Giménez compuso una canción sobre dicha leyenda que difiere un poquito de la historia original. Podéis escucharla aquí si queréis:
http://www.youtube.com/watch?v=CRIFmAP9ZfM&feature=share
Traducirla del catalán es un poco difícil si uno quiere mantener la rima y las sílabas métricas pero, más o menos, vendría a decir lo siguiente:
"Nos han contado la historia de aquel pueblo
en que habitaba un monstruo tiempo atrás
el cual sacaba fuego por las orejas
y por la boca y los dientes de detrás.
Ese es Mon-mon, el monstruo de Banyoles,
que se comía al mes 30 personas.
Ese es Mon-Mon el monstruo de Banyoles,
una por día para el hambre mitigar.
Pues, como veis, tenía tanta hambre
que se tragaba bueyes de 3 en 3
Los caballeros con él querían bronca;
se los zampaba con ansia cada mes.
Ese es Mon-mon, el monstruo de Banyoles,
que se comía al mes 30 personas.
Ese es Mon-Mon el monstruo de Banyoles,
una por día para el hambre mitigar.
Pero las gentes de toda la comarca
un trato, en gracia, con él firmaron ya,
dándole coles, patatas, berenjenas
vegetariano se nos ha vuelto acá.
Famoso es el pueblo de Banyoles
y conocido por todas las personas
por aquel monstruo, el monstruo de Banyoles,
por el tren Pincho, un tren muy especial".
Es curioso que, en esta versión, la bestia sólo comiera una persona por día pero, en cambio, se tragara los bueyes de 3 en 3 antes de convertirse al vegetarianismo. Supongo que el pedagogo Toni Giménez no debía querer traumatizar a los niños... como es sabido, las personas somos más importantes que el resto de los animales (ironía).
Tras un pacto con los habitantes de la región, habría pasado a comer exclusivamente berenjenas, coles y patatas, eliminando la carne de su dieta. Aquí encontramos un pequeño anacronismo y es que, según la Enciclopedia Catalana, la patata no se cultivó en Cataluña hasta el 1780, en Collsacabra, el Lluçanès y el Valle de Arán y no en Banyoles, época en la que los caballeros iban de baja.
Puede que su vida haya abarcado varias generaciones y que el pacto haya sido reciente; eso lo explicaría todo. En cualquier caso, el monstruo de Banyoles nos llevaría 2 siglos de ventaja a los catalanes vegetarianos. Dicen que en nuestra región hay, literalmente, más cerdos que catalanes debido al exceso de ganadería porcina. Tristemente famosa es la "botifarra de pagès", por ejemplo. De ahí que diga que la teórica "bestia" es más civilizada y razonable que la inmensa mayoría de la catalanidad.
"Cuenta la leyenda que hace muchísimo tiempo, alrededor del siglo VIII, una bestia inmensa vivía en alguna cueva, a gran profundidad, del lago de Banyoles. Afiladas púas de hueso cubrían su cuerpo, lo que la hacía invulnerable. Tenía arpones arqueados y largas alas y una espina dorsal repleta pinchos se le extendía desde el cuello hasta la cola.
Dicen que de los ojos le salían chispas como blandones llameantes y que tenía un aliento tan pestilente que al soplar apestaba los campos, envenenaba las fuentes, secaba las plantas y transmitía enfermedades a animales humanos y no-humanos. Pero, sobre todo, se nos dice que era muy voraz.
Las reses que se le acercaban desaparecían, como por ensalmo, en el interior de su garganta. La villa de Banyoles vivía continuamente atemorizada por aquel dragón que se zampaba jabalíes y ovejas como si nada. Ni dentro de las murallas los aldeanos estaban seguros.
Aunque se encerraban en casa con balda y aseguraban las puertas con cajas, cada noche aparecía una rota y alguien desaparecía. Nada parecía detener a aquella bestia imparable. Un buen día, los soldados de Carlomagno, tras su victoriosa campaña contra los sarracenos oyeron de la fiereza del dragón y pensaron que sería aún más heroico matarlo para poder contar su valor al llegar a casa, no sin antes cobrar en oro y comer la hazaña de los pobres aldeanos de Banyoles.
Se acercaron al lago y, plantados en medio del descampado que actualmente recibe el nombre de La Draga (no hace falta explicar por qué), se atrevieron hacer frente al dragón. Pero apenas pudieron sacar sus espadas porque el dragón, indestructible, pasó por encima suyo y mató a más de uno.
Algún espavilado intentó huir pero el dragón se entretuvo un poco más con él... hasta que se cansó. Unos comerciantes franceses que horrorizados contemplaron la escena, corrieron a visitar al rey Carlomagno, guerrero invencible en toda batalla, y le contaron la historia, un poco adornada, para dejar en mejor lugar sus hombres.
Así, un ejército de lo mejor de Francia, comandado por el mismo Carlomagno, se dirigió entonces a revancha sus compañeros. Armados, valientes y decididos se encaminaron hacia la villa de Banyoles donde, otra vez, se cobraron en oro y comieron la hazaña de los pobres bañolenses.
Cuando llegaron, plantados en caballos, blandiendo las espadas, llamaron al monstruo que, con desgana, se presentó a la batalla... una batalla que poco duró. Fue bastante confusa y de su resultado poco se sabe. Algunos dicen que Carlomagno plantó cara; otros, que suplicó por su vida, pero lo que es cierto es que el mismo Carlomagno huyó y el dragón continuó haciendo de las suyas.
Los bañolenses, horrorizados al ver el ejército más poderoso del mundo que tantas batallas había ganado huyendo a toda prisa, creyeron que sólo un milagro podría salvarlos, y un milagro es lo que fueron a buscar. Alguien de la villa había oído hablar de un monje francés de Narbonne llamado Mer que había llegado con las tropas de Carlomagno y que, al parecer, podía hacer grandes prodigios.
Los bañolenses fueron a suplicar al monje que los liberara de la fiera y éste, tras oír todas las súplicas, accedió a liberar a la gente del dragón. Así fue como salió de la villa, rezando, y se dirigió, sin parar de rezar, hasta donde estaba el dragón.
Cuando éste lo vio, no hizo en ningún gesto hostil. Al contrario, se mostró como el gato más cariñoso que os podáis imaginar. Entonces el monje se dirigió hacia el centro de la villa con el dragón siguiéndolo de cerca. Al llegar, llamó a la gente y dijo:
-¡Venid y contemplad al dragón! He aquí vuestra bestia maligna -y, mirando la cara y las armas de la gente, prosiguió -dejad las armas en el suelo, pues éste no os hará ningún daño.
Cuando se recuperó de ver el dragón tanto manso, un aldeano se decidió a decir:
-¡Matémoslo ahora que lo tenemos amansado!
-¡Os guardaréis bien! -protestó el monje- ¡Esta bestia es inofensiva y sólo come hierbas y raíces!
-Y la gente que ha desaparecido? -Replicó otro.
-A las órdenes y servicio de Carlomagno. -respondió el monje- Pronto volverán a casa, no sufráis por ellos.
-¿Y los rebaños? - Gritó otro.
-Quizás se lo debiereis preguntar a los cocineros de Carlomagno.
La gente se quedó mirando al dragón sin saber muy bien qué hacer hasta que un niño salió de en medio de la multitud y lo acarició. La gente, a continuación lo imitó. Finalmente, el monje llevó el dragón hacia el lugar donde estaba, para que allí pudiera reposar tranquilo y, si alguien se acerca a la cueva donde duerme, todavía hoy tira bocanadas malolientes, sencillamente, para asustar a los bárbaros humanos".
A finales del siglo pasado, Toni Giménez compuso una canción sobre dicha leyenda que difiere un poquito de la historia original. Podéis escucharla aquí si queréis:
http://www.youtube.com/watch?v=CRIFmAP9ZfM&feature=share
Traducirla del catalán es un poco difícil si uno quiere mantener la rima y las sílabas métricas pero, más o menos, vendría a decir lo siguiente:
"Nos han contado la historia de aquel pueblo
en que habitaba un monstruo tiempo atrás
el cual sacaba fuego por las orejas
y por la boca y los dientes de detrás.
Ese es Mon-mon, el monstruo de Banyoles,
que se comía al mes 30 personas.
Ese es Mon-Mon el monstruo de Banyoles,
una por día para el hambre mitigar.
Pues, como veis, tenía tanta hambre
que se tragaba bueyes de 3 en 3
Los caballeros con él querían bronca;
se los zampaba con ansia cada mes.
Ese es Mon-mon, el monstruo de Banyoles,
que se comía al mes 30 personas.
Ese es Mon-Mon el monstruo de Banyoles,
una por día para el hambre mitigar.
Pero las gentes de toda la comarca
un trato, en gracia, con él firmaron ya,
dándole coles, patatas, berenjenas
vegetariano se nos ha vuelto acá.
Famoso es el pueblo de Banyoles
y conocido por todas las personas
por aquel monstruo, el monstruo de Banyoles,
por el tren Pincho, un tren muy especial".
Es curioso que, en esta versión, la bestia sólo comiera una persona por día pero, en cambio, se tragara los bueyes de 3 en 3 antes de convertirse al vegetarianismo. Supongo que el pedagogo Toni Giménez no debía querer traumatizar a los niños... como es sabido, las personas somos más importantes que el resto de los animales (ironía).
Tras un pacto con los habitantes de la región, habría pasado a comer exclusivamente berenjenas, coles y patatas, eliminando la carne de su dieta. Aquí encontramos un pequeño anacronismo y es que, según la Enciclopedia Catalana, la patata no se cultivó en Cataluña hasta el 1780, en Collsacabra, el Lluçanès y el Valle de Arán y no en Banyoles, época en la que los caballeros iban de baja.
Puede que su vida haya abarcado varias generaciones y que el pacto haya sido reciente; eso lo explicaría todo. En cualquier caso, el monstruo de Banyoles nos llevaría 2 siglos de ventaja a los catalanes vegetarianos. Dicen que en nuestra región hay, literalmente, más cerdos que catalanes debido al exceso de ganadería porcina. Tristemente famosa es la "botifarra de pagès", por ejemplo. De ahí que diga que la teórica "bestia" es más civilizada y razonable que la inmensa mayoría de la catalanidad.