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Cotorra
27-may-2012, 11:02
Así somos, increíblemente dotados para construir el bien, pero aún más dotados para destruirlo

Pilar Rahola

No hay nada más hermoso que las imágenes de la depredación estelar. Es decir, a pesar de lo feo que es zamparse planetas, destruir estrellas y devorar con agujeros negros todo lo que encuentra, la voracidad del universo es de una gran belleza poética. Observen, por ejemplo, las impresionantes imágenes que la sonda SDO de la NASA ha facilitado del sol. O las también impresionantes que el telescopio Kepler nos muestra sobre un planeta que se desintegra lentamente, consumido por el calor abrasador de su estrella. Visto desde los ojos imposibles de mirar al cielo, a 1.500 años luz de la Tierra, parece una flor luminosa que languidece mientras pierde lentamente sus pétalos. Los científicos dicen que le quedan dos telediarios antes de quedar completamente vaporizado, lo cual en términos cósmicos son unos 200 millones de años. Poco tiempo para el reloj estelar. Y mientras esos millones de años van pasando, el planeta va desgajándose mota a mota de su superficie, como si su destino fuera la silente muerte del cisne, pausada, bella e inflexible. No hay nada en el universo que no sea bello, especialmente cuando estalla su potencial destructivo.

Sé que abundaré en el tópico, y me disculpo por ello, pero siempre que recalo en el universo y en su arrolladora inmensidad, retorno a la infinita vacuidad de nuestra vida terrenal. Tanta egolatría condensada en un espacio tan limitado, convencidos de ser el centro de un centro que no existe, perdidos en un planeta de una galaxia perdida, ignorados en un universo que ignora sus límites... ¿Qué estamos haciendo? El otro día, en la siempre magnífica La Contra de La Vanguardia, Eduardo Galeano aseguraba que "confundimos la grandeza con lo grandote" y remataba su magnífica entrevista con esta reflexión: "Me imagino un juicio universal a la condición humana de las plantas y los animales, apuntándonos con sus patitas y con sus ramitas y preguntándonos: ¿qué han hecho del mundo?, ¿por qué nos mataron?". Es probable que la máxima cualidad de este animal extraño que es el ser humano sea su inteligencia. Ella, y no su condición física, lo ha convertido en el depredador astuto y arrogante que es, y lo ha elevado a la categoría de rey del planeta. Pero a la vez esa inteligencia se ha convertido en su fuente primera de locura, en su motor de destrucción, y así somos, increíblemente dotados para construir el bien, pero aún más dotados para destruirlo. Si miráramos algo más a las estrellas, retornaríamos a una cierta humildad y quizás entenderíamos que destruir nuestro planeta es la forma más estúpida de extinción. Es como si tuviéramos prisa por acelerar que lo que algún día perpetrará el propio universo con más calma y menos locura. Y así vamos por la tierra, bailando una danza macabra que nos sitúa en el centro de la nada. ¡Qué triste tanta belleza a nuestro alrededor y tanta incapacidad para verla!

http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20120527/54300224640/pilar-rahola-agonia-de-un-planeta.html