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Cotorra
05-may-2012, 22:00
Engañar al ojo, crear ilusión, sorprender,... Si preguntáramos a todos los magos del mundo, probablemente no encontraríamos una definición unánime del arte que practican. Quizás sí que tendrían un punto en común y es definirlo como un arte. El arte de la manipulación, de la prestidigitación, en síntesis, del engaño. Lo bueno es que es un arte donde la práctica es casi más importante que las habilidades innatas según nos explicaba Fernando Guz o Mago Maguz. No es un cualquiera, de casta le viene al galgo. No son magos, pero sus hermanos mayores son destacados artistas de circo.

Maguz valora a las personas que van 'vírgenes' a ver un espectáculo de magia. Aquellas que buscan quedar impresionadas y no descubrir en seguida la manera de hacer los trucos. Trasladar la visión del espectador en el momento justo, el aplauso, la gracia unida al juego de manos, son muchas las dificultades a las que se enfrenta un mago pero "con un curso y mucho entrenamiento todo se puede aprender", comentaba Fernando. Para él no es cuestión de sexos ni de edades si no de ilusión de "mantener vivo el niño que todos llevamos dentro", ejemplificaba.

Maguz quiere iniciar a todo el mundo en este arte y, si no, mostrárselo en persona en cualquier evento a través de su web, magomaguz.com. Quiere transmitir sus conocimientos de cartomancia, prestidigitación, mentalismo o manipulación, la que para él es la modalidad más complicada de magia. Un arte que no resulta caro, se puede iniciar con una baraja de cartas y que además puede convertirse no sólo en un divertimento si no en una manera de ganarse la vida. Nunca se sabe hacia donde nos pueden llevar las cartas.

Después de 15 minutos en los que Fernando consiguió juntar y separar aros metálicos, hacer todo tipo de florituras con una cuerda y cambiar y adivinar cartas como si todas fueran la misma, una pregunta flotaba en el ambiente. ¿Qué parte de verdad tiene la magia y cual de mentira? En contra de lo que cabría pensar, Fernando respondió sin dudarlo que "de mentira no tiene nada". Lo decía mientras convertía tres ases en tres comodines sin pestañear. Y añadía "cada espectador va a un espectáculo a olvidarse de sus problemas a pasárselo bien y no a saber si hay un truco o no". Buen consejo en los tiempos que corren.

http://www.elmundo.es/elmundo/2012/05/04/ocio/1336153673.html