Cotorra
26-abr-2012, 21:12
La conciencia animalista distingue a las sociedades, las civiliza
No sé en qué momento empezó a hacerse viejo. Ni cuándo desapareció de nuestras vidas. Quizá no consigo recordarlo porque la memoria deja almacenados en su disco duro sólo los buenos recuerdos de la niñez y borra los malos. Después de años de estrechísima convivencia, de haber crecido yo y envejecido él, juntos, en una casona de pueblo, me atrevo a decir que casi nadie me ha querido tanto como él, por lo menos no con tal fascinación y sobreprotección. Su comportamiento tiene aquello que tanto se echa en falta en individuos de nuestra especie. Ese perrazo, el tercer can en la familia, llegó a convertirse en un refugio en mi adolescencia. La experiencia con él me hizo ver que la bondad o la maldad de la gente puede juzgarse por cómo trata a los animales.
Se preguntarán los lectores por qué este espacio arranca así, con tanta ñoñez, y además en primera persona, algo que todo manual de la buena columna proscribe. Podrán pensar, además, que es cosa de niños hablar de perros cuando existe tanta crueldad hacia el hombre. (Abro aquí un paréntesis: ¿realmente ayuda en algo a la economía del país dejar sin asistencia médica a los inmigrantes sin papeles o no pagar la ambulancia a un paciente dializado?). Pues resulta, decíamos, que hay temas que parece que no le importen a nadie. Temas, como el abandono de animales, una forma común de maltrato, una canallada, que vuelven al papel de los diarios una y otra vez sin que se les haga el menor caso. Si usted es de los que pasan la página cuando ven en los diarios una fotografía de un animal, no pierda el tiempo y pase esta ya. Pásela. Pero sepa que la conciencia animalista distingue a las sociedades, las hace más sabias, las civiliza.
La sección Vivir de este diario publicó hace un par de domingos un reportaje sobre la situación de ahogo en la que se encuentran las perreras y las protectoras. Relatos de la crisis vistos a partir de los perros, hoy por hoy no sólo víctimas de la historia de siempre, del caprichito que deja de gustarle al niño, sino también de desahucios, de los retornos de sus amos a Latinoamérica... En cualquier caso, más abandonos nuevos. Ese reportaje tuvo continuidad el domingo pasado después de que la solidaridad de los lectores volviera a activarse. Este diario pudo contar el inicio de una nueva vida, en otro hogar, para muchos de esos animales.
Fue leyendo la historia de Dexi cuando volvimos a nuestro propio pasado. A ese día en que presentimos que aquel perrazo que creció con nosotros se estaba haciendo viejo, como la perrita de ese reportaje del Vivir. Nuestro perro tuvo suerte. Dexi, no. Nos preguntamos cómo lo harán para abandonarlos. ¿Apearán al chucho del coche en mitad de una carretera y huirán después viendo cómo el animal los sigue al galope, pegado al guardabarros hasta quedarse sin aliento? ¿Aprovecharán algún paseo por la noche en plena calle para esquivarlo mientras él olfatea otros rastros? Lástima que las canalladas no dejen una marca imborrable.
http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20120426/54285285016/canalladas-susanna-quadrado.html
No sé en qué momento empezó a hacerse viejo. Ni cuándo desapareció de nuestras vidas. Quizá no consigo recordarlo porque la memoria deja almacenados en su disco duro sólo los buenos recuerdos de la niñez y borra los malos. Después de años de estrechísima convivencia, de haber crecido yo y envejecido él, juntos, en una casona de pueblo, me atrevo a decir que casi nadie me ha querido tanto como él, por lo menos no con tal fascinación y sobreprotección. Su comportamiento tiene aquello que tanto se echa en falta en individuos de nuestra especie. Ese perrazo, el tercer can en la familia, llegó a convertirse en un refugio en mi adolescencia. La experiencia con él me hizo ver que la bondad o la maldad de la gente puede juzgarse por cómo trata a los animales.
Se preguntarán los lectores por qué este espacio arranca así, con tanta ñoñez, y además en primera persona, algo que todo manual de la buena columna proscribe. Podrán pensar, además, que es cosa de niños hablar de perros cuando existe tanta crueldad hacia el hombre. (Abro aquí un paréntesis: ¿realmente ayuda en algo a la economía del país dejar sin asistencia médica a los inmigrantes sin papeles o no pagar la ambulancia a un paciente dializado?). Pues resulta, decíamos, que hay temas que parece que no le importen a nadie. Temas, como el abandono de animales, una forma común de maltrato, una canallada, que vuelven al papel de los diarios una y otra vez sin que se les haga el menor caso. Si usted es de los que pasan la página cuando ven en los diarios una fotografía de un animal, no pierda el tiempo y pase esta ya. Pásela. Pero sepa que la conciencia animalista distingue a las sociedades, las hace más sabias, las civiliza.
La sección Vivir de este diario publicó hace un par de domingos un reportaje sobre la situación de ahogo en la que se encuentran las perreras y las protectoras. Relatos de la crisis vistos a partir de los perros, hoy por hoy no sólo víctimas de la historia de siempre, del caprichito que deja de gustarle al niño, sino también de desahucios, de los retornos de sus amos a Latinoamérica... En cualquier caso, más abandonos nuevos. Ese reportaje tuvo continuidad el domingo pasado después de que la solidaridad de los lectores volviera a activarse. Este diario pudo contar el inicio de una nueva vida, en otro hogar, para muchos de esos animales.
Fue leyendo la historia de Dexi cuando volvimos a nuestro propio pasado. A ese día en que presentimos que aquel perrazo que creció con nosotros se estaba haciendo viejo, como la perrita de ese reportaje del Vivir. Nuestro perro tuvo suerte. Dexi, no. Nos preguntamos cómo lo harán para abandonarlos. ¿Apearán al chucho del coche en mitad de una carretera y huirán después viendo cómo el animal los sigue al galope, pegado al guardabarros hasta quedarse sin aliento? ¿Aprovecharán algún paseo por la noche en plena calle para esquivarlo mientras él olfatea otros rastros? Lástima que las canalladas no dejen una marca imborrable.
http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20120426/54285285016/canalladas-susanna-quadrado.html