Mandarinas
20-mar-2012, 00:24
Interesante artículo de la escritoria Paloma Pedrero
Escuchar
Oír es un acto mecánico: percibir con el oído sonidos. Escuchar es algo más complicado, es prestar atención a lo que se oye. Mal andamos de las dos cosas. El oído en estas ciudades del ruido y la furia se resiente cada vez más temprano. Las máquinas también están poniendo su granito de arena con sus constantes run runes inasequibles al desaliento, porque las máquinas no tienen alma. La cosa es que cada vez hay más sordos del oído. Pero muchos más lo son de la escucha. Es tremendo el nivel de autismo que cobija esta sociedad nuestra. La gente habla y habla, es una necsidad desbocada producto seguramente de la soledad. Quizá también de la prisa, de los propios ruidos, del estrés emocional, de la desconexión con la naturaleza y el silencio. Sí, la necesidad de hablar es tal que la mayoría de las personas están esperando a que su interlocutor haga una pausa para meter baza. Da igual lo que esté diciendo el otro, lo urgente es lo que uno tiene que decir. Si les observamos desde fuera vemos que no hay en absoluto comunicación y que lo más parecido es el diálogo de los grillos. No tiene gracia, porque los que hablan sin escuchar se van siempre de vacío. Arrojan su ansiedad pero no recogen fruto. Así que no podrán aprender, ni crecer, ni disfrutar. Estarán siempre dando vueltas a la noria de su mismidad. La mejor escucha, además, se hace con todos los sentidos, los cinco que conocemos y esos otros a los que todavía no se ha puesto nombre pero que son fundamentales para captar todo el universo humano. La intuición, por ejemplo, es una alerta infalible, para leer el lenguaje corporal de los otros. La empatía, una capacidad fantástica para la comprensión. Una persona incapaz de escuchar, que toma a los otros como muñecos a los que lanzar su desolación, es una pobre persona enferma. Y si hay tantos aquí será porque esta sociedad lo está. Por suerte, hay buenos tratamientos que os contaré. Pero lo primero, sin duda, es darse cuenta.
Así ya de paso que os pongo el artículo aprovecho y entro en debate: la fina línea entre escuchar al otro, aconsejar a partir de tu propia experiencia o conocimientos sin aporrear contandole al otro tu vida y tus pareceres, la diferencia entre "te cuento un trozo de mi vida y tú me cuentas el tuyo y cada uno se va como se vino" o bien la llegada de alguna conclusión o fructificación de lo comunicado por ambas partes.
Hasta dónde realmente nos comunicamos para decir algo que al otro le puede servir de ayuda o hasta qué punto somos empáticos y estamos para el otro sin dar pié a un aislamiento comunicativo que no lleva más que a decir cada parte lo suyo únicamente?, de cuántas formas nos podemos comunicar realmente? Ahí lo dejo...
Escuchar
Oír es un acto mecánico: percibir con el oído sonidos. Escuchar es algo más complicado, es prestar atención a lo que se oye. Mal andamos de las dos cosas. El oído en estas ciudades del ruido y la furia se resiente cada vez más temprano. Las máquinas también están poniendo su granito de arena con sus constantes run runes inasequibles al desaliento, porque las máquinas no tienen alma. La cosa es que cada vez hay más sordos del oído. Pero muchos más lo son de la escucha. Es tremendo el nivel de autismo que cobija esta sociedad nuestra. La gente habla y habla, es una necsidad desbocada producto seguramente de la soledad. Quizá también de la prisa, de los propios ruidos, del estrés emocional, de la desconexión con la naturaleza y el silencio. Sí, la necesidad de hablar es tal que la mayoría de las personas están esperando a que su interlocutor haga una pausa para meter baza. Da igual lo que esté diciendo el otro, lo urgente es lo que uno tiene que decir. Si les observamos desde fuera vemos que no hay en absoluto comunicación y que lo más parecido es el diálogo de los grillos. No tiene gracia, porque los que hablan sin escuchar se van siempre de vacío. Arrojan su ansiedad pero no recogen fruto. Así que no podrán aprender, ni crecer, ni disfrutar. Estarán siempre dando vueltas a la noria de su mismidad. La mejor escucha, además, se hace con todos los sentidos, los cinco que conocemos y esos otros a los que todavía no se ha puesto nombre pero que son fundamentales para captar todo el universo humano. La intuición, por ejemplo, es una alerta infalible, para leer el lenguaje corporal de los otros. La empatía, una capacidad fantástica para la comprensión. Una persona incapaz de escuchar, que toma a los otros como muñecos a los que lanzar su desolación, es una pobre persona enferma. Y si hay tantos aquí será porque esta sociedad lo está. Por suerte, hay buenos tratamientos que os contaré. Pero lo primero, sin duda, es darse cuenta.
Así ya de paso que os pongo el artículo aprovecho y entro en debate: la fina línea entre escuchar al otro, aconsejar a partir de tu propia experiencia o conocimientos sin aporrear contandole al otro tu vida y tus pareceres, la diferencia entre "te cuento un trozo de mi vida y tú me cuentas el tuyo y cada uno se va como se vino" o bien la llegada de alguna conclusión o fructificación de lo comunicado por ambas partes.
Hasta dónde realmente nos comunicamos para decir algo que al otro le puede servir de ayuda o hasta qué punto somos empáticos y estamos para el otro sin dar pié a un aislamiento comunicativo que no lleva más que a decir cada parte lo suyo únicamente?, de cuántas formas nos podemos comunicar realmente? Ahí lo dejo...