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Ver la versión completa : La ética en la literatura



Cotorra
08-feb-2012, 23:14
Jane Teller se sigue planteando la misma pregunta: ¿dónde está el límite? En el arte o incluso en la vida

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Portada de 'Ven', de Jane Teller (Ed. Seix Barral, Barcelona)

Jane Teller, Ven, traducción de Carmen Freixanet, ed. Seix Barral, Barcelona, 2012.


Si bien en “Nada” nos encontrábamos con unos alumnos de séptimo curso que se cuestionaban el sentido de la existencia, aquí tenemos un personaje, ya adulto, que se enfrenta a un dilema ético. Pero, aunque la estructura sea diferente, Jane Teller se sigue planteando la misma pregunta: ¿dónde está el límite? En el arte o incluso en la vida.

El dilema principal ante el que se encuentra el protagonista consiste, simplemente, en decidir si edita o no un manuscrito, por los motivos que se descubren en la novela. También este mismo personaje debe preparar una conferencia para el día siguiente sobre: “ética en el sector editorial y en la literatura”. Es a través del desarrollo de la redacción de la misma que la autora nos expone esta especie de breve tratado sobre ética, en la literatura y en el arte. De este modo, encontramos afirmaciones brillantes y optimistas, tales como: “El arte hace el mundo, no diría mejor, pero sí un lugar más valioso para la vida” (pág. 81).

Sin embargo, no debemos dejarnos engañar por la supuesta felicidad que se transmite en estas líneas, ya que –aunque quizá no tanto en el tono de pesadilla que se nos presentaba “Nada”- la visión de Jane Teller del mundo corrupto y sin solución sigue produciéndose en esta novela. El protagonista de la obra no para de repetirse a sí mismo: “Así es la vida”/”Así es el mundo”, para justificar su particular falta de moral personal. Una especie del coloquial “es lo que hay” escuchado tan comúnmente para dar explicación a los problemas con los que un individuo puede encontrarse.

En el capítulo 38, la autora enumera unos cuantos de los despropósitos del mundo (el cambio climático, el hambre, el trabajo realizado por niños y esclavos, la contaminación, los experimentos con animales, etc.) que acaban convenciendo al protagonista de que, si nos parásemos a pensar en todos los males del mundo que se producen como repercusión de nuestras decisiones diarias, quedaríamos paralizados y nos veríamos privados de nuestra libertad.

El protagonista de esta novela se refugia en el mal del mundo para disculpar su propia corrupción personal. De esta manera, la autora también se arriesga a mencionar temas más superficiales como las posibles infidelidades de este individuo, tomándolas como normales, y exponiéndolas junto a temas tan trascendentales como plantearse si Dante, Dickens y Woolf eran escritores políticos o cuestionando si el propio Thomas Mann no había firmado también un pacto con el diablo, como en su Doktor Faustus. Afortunadamente, Petra Vinter (personaje ausente con el que se encontrarán los lectores) afirma: “No es este el mundo en el que yo quiero vivir” (pág. 129). La novela va adquiriendo un matiz moral, de reflexión ética y tintes filosóficos. El protagonista, como los niños y niñas de “Nada”, ha perdido la inocencia que le hacía actuar con rectitud porque: “Él ha hecho trampa aquí y allá. Pero si todo el mundo lo hace. Así es la vida” (pág. 68).

Para situar la novela en un contexto, ésta transcurre durante una tarde-noche, hasta el amanecer del día siguiente, en un despacho, donde escuchamos discurrir los pensamientos del protagonista, de una densidad similar a la de la nieve, que va contemplando mientras no deja de caer. Según si nieva o llueve el lector reconoce en que escena se encuentra, en qué momento del tiempo.

Finalmente, la autora también alude al imperativo categórico de Kant, para defender lo que debería ser la libertad de elección; según ella: hay que actuar como si cada uno de nuestros actos pudiera ser tomado como modelo para todos” (pág. 144). Quizá no todo el mundo es así. Quizá no es el mercado lo que manda. Quizá no todo, incluso las relaciones personales, son meras transacciones comerciales. Pero esto no resta importancia a la inquietante sensación de desaliento que el lector puede experimentar al leer novelas de este tipo.

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