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Ver la versión completa : L’animal, la carn i el comensal (D’on venim) (traducido)



sujal
14-jun-2011, 11:36
Texto Amado A. Millán Facultad de Veterinaria. Universidad de Zaragoza

"Con la protección se suaviza la esclavitud, pero no se rescata el animal alimentario que se encuentra en una situación de servidumbre e irremediablemente destinado a la muerte ya la mesa." Artículo publicado en una revista que edita el Ajuntament de Barcelona.

Venimos de la animalidad, y la humanidad parece inalcanzable, o al menos no alcanzada. Comer carne no ha sido nunca banal. Su centralidad en el menú estructura los paisajes y la gente.

En la vida urbana los animales visibles son de compañía, los exóticos aparecen en los documentales, pero los alimentarios son invisibles, excepto en imágenes publicitarias. Las vacas pastan en verdes prados de montaña, los corderos en piedemontes de tomillo, los cerdos vagan en dehesas umbrías, mientras los pollos picotean en el campo: bucólico. Tal como el urbanita los imagina, no queda ni uno. El animal alimentario es emplazado en una ruralidad ilusoria, cómodamente y libre, en un entorno natural, pero el hecho es que se encuentra fijamente estabulado y telemáticamente controlado. Su sacrificio se esconde en apartados mataderos.

Vivimos en una época de redefiniciones. La visión de la naturaleza, los animales, los humanos, ha cambiado. En la era industrial, nuestra especie pierde diferencias y gana similitudes con otras especies. Los animales podían formar sociedades modélicas, como las abejas, sin embargo, creíamos que estaban desprovistos de cultura, que guiados por el instinto no tenían nada que aprender. Aprendimos que aprendían, que comunicaban en dialectos diferentes, que eran sensibles y, incluso, que habían descubierto una incipiente cocina. Por ejemplo, los macacos del islote japonés de Koshima aprendieron a salar la comida con agua de mar, lo que les llevó a cambiar de hábitat y de alimentación. Por lo tanto, a las cualidades reconocidas por nosotros en los (otros) animales, habría que añadir una nueva similitud que sí nos distinguía en exclusiva. Cocinar hizo al hombre, decía Faustino Cordón, el hombre es un animal que cocina, según Samuel Johnson, la cocina es una ruptura alimentaria entre nuestra especie y todas las demás.

El animal humanizado dispone de servicios y bienes que antes eran privilegios humanos, como derechos, genealogía y parentesco, espacios propios, hoteles, guarderías, restaurantes, agencias matrimoniales, clínicas, seguros, peluquería, indumentaria, complementos, cementerios, incineradoras y, incluso, inmortalidad. Logra humanidad hasta tal punto-superando los animales narrativos de fábulas o cuentos-, que en EEUU Papá Noel entrega regalos empaquetados a los chimpancés de un zoo.

La humanización animal responde a un proceso de movilidad social ascendente que requiere la desanimalització del animal para convertirlo en carne. Con el reconocimiento de la sensibilidad animal, se evidencia la sensibilidad ......humana con efectos positivos para el carnívoro. El bienestar animal mejora la calidad cárnica, así pues, la sensibilidad redunda en palatabilidad. También se reafirma la similitud entre especies y el tabú caníbal se extiende al animal más allá de la mascota. La zoofàgia es asimilada a la antropofagia. Entre los carnívoros humanos coexisten dos tendencias formuladas por Noélie Vialli: la zoofàgia, donde la sustancia comestible evidencia el origen animal, y la sarcófago, donde el origen animal del alimento queda encubierto. Esta última es hegemónica en nuestra sociedad.

El ser humano se considera a sí mismo como sujeto, mientras que clasifica de objeto el animal alimentario. Comemos objetos, no sujetos, incluso supuestamente comestibles. Los animales alimenticios o los de laboratorio son considerados objetos, mientras que los de compañía son sujetos, que cumplen funciones afectivas, estéticas, ostentatòries. El animal de caza se encuentra en una relación de predación que se puede interpretar como rivalidad y la víctima como sujeto adversario, en cuyo caso, abatir la presa es un orgullo. La muerte del ganado, el cual se alimenta para después alimentarse, puede provocar vergüenza y culpa.

El estatus de sujeto o de objeto atribuido al animal varía socioculturalmente, así que el perro es un sujeto (EEUU, Gran Bretaña, Francia, etc.) O un objeto (Corea, China, Sudeste asiático, etc.) y los cerdos podían servir de compensación por homicidio en Nueva Guinea.

El sujeto comensal está hecho de carne, el objeto alimento está hecho de carne: esto plantea un problema de identidad, como apunta Fischler. La carne de ambos, comedor y comido, podría ser equivalente y susceptible de intercambio.

Si el animal se humaniza, su carne se problematiza. Y emerge una inversión del estatus. El gasto energético es baja debido a la sedentarización y los discursos médicos subrayan religiosamente los peligros de la carne y establecen normas restrictivas. La investigación alimentaria desarrolla productos para la industria basados en la concepción de lo que es saludable. A través de la medicalización de la alimentación, la industria se legitimizar.

La comestibilidad legítima depende de un proceso de transformación del animal, hoy sujeto (antes sagrado), en carne (objeto profano) mediante un ritual religioso en el pasado, actualmente convertido en un ritual tecnocientífico.

La carne es un producto social donde intervienen muchos desconocidos en sus diferentes procesos hasta llegar al comensal. El taylorismo aplicado a los animales alimenticios sería imposible sin la desanimalització de la carne, convertida ahora en materia prima industrial.

Aunque la especie sea omnívora, ninguna sociedad ni ningún individuo no lo es. Sociedades e individuos practican la selección alimentaria. Se concede a la carne un valor nutricional alto y un estatus sociocultural alto. Es deseada con ansia en muchas sociedades, pero en otros provoca repugnancia, y en sociedades carnívoras hay que se abstienen. Algunas carnes son culturalmente incomestibles, otros están prohibidas, otras son recomendadas o reservadas a tiempo específicos oa ciertos comensales. Su consumo está ligado a la posición social (estatus). Los animales alimenticios y su respectivo despiece son valorados diferencialmente. El reparto comensal muestra como porciones específicas corresponden a los dioses, los humanos, al anfitrión, el invitado, a las mujeres, los hombres, los ancianos, los niños, a otros animales. La aristocracia medieval consumía con ostentación carne en abundancia. Los inuits del Ártico en comen grandes cantidades cotidianamente, sin embargo, en Papúa Nueva Guinea apenas se consumen proteínas animales.

La industrialización, con todos sus efectos, como clave de la modernidad, supuso un cambio en la percepción de la naturaleza: de ser considerada como amenazadora se convirtió en una naturaleza amenazada que requiere protección. La discontinuidad entre naturaleza y cultura, entre animal y humano, se pone en cuestión. Concebir la continuidad de la naturaleza conlleva una menor diferenciación jerárquica entre especies y una mayor insistencia en la simbiosis. El acercamiento del estatus animal estatus humano forma parte de una tendencia general orientada a reintegrar la humanidad en el conjunto de la naturaleza. Con la modernidad industrial, el hombre recupera su animalidad, es un componente del sistema, pero ya no es el rey de la creación.

La investigación científico-técnica en alimentación busca la maximización de los recursos, desde el aumento del volumen cárnico del animal hasta la consecución de nuevos seres comestibles. Un laboratorio universitario israelí diseña el pavo calvo, desprovisto de plumas, que evita el calor y facilita su transformación cárnica. Toros clonados se vendieron para alimentación humana en Japón, animales herbívoros fueron convertidos en caníbales, varias especies se fusionaron en transgénicos. La reinvención de la naturaleza parece que funciona.

Los movimientos de protección y de liberación animal no sólo aportan argumentos éticos para cambiar la relación humana con los animales, sino también medioambientales, económicos, sociales, médicos y estéticos, entre otros. La ganadería contribuye al efecto invernadero, los cultivos de cereales alimentan el ganado que compite con la alimentación humana y hace pasar hambre a los campesinos pobres, y la cría intensiva del animal alimentario supone su medicalización, que se trasvasa al ser humano. Comer la carne de un cadáver animal transfiere analógicamente al comensal la muerte y la agresividad del animal que no domina sus instintos. Todo ello conlleva efectos colaterales que contribuyen al aumento considerable del número de vegetarianos en los países industrializados, especialmente a los anglosajones.

Sin embargo, las acciones por la liberación animal se centran sobre todo en animales no comidos, los culturalmente no comestibles, como perros, gatos, monos, que son salvados de su situación de indefensión. Sin embargo, ni pollos, ni cerdos, ni terneras, ni peces, son liberados de sus granjas, establos o piscifactorías. Con la protección se suaviza la esclavitud, pero no se rescata el animal alimentario que se encuentra en una situación de servidumbre e irremediablemente destinado a la muerte y a la mesa.

Nuestra sociedad aparece sin resortes para hacer frente a la brutal explotación de los recursos materiales, animales y humanos, mientras que esconde con eufemismos su manera violenta de estar en el mundo. Comiendo esclavitud, se pierden libertades. Pero mientras persistan la diferencia y la desigualdad entre ellos, animales, y nosotros, comensales, el consumo de carne se mantendrá legitimado.

Otro tipo de producción alimentaria, no serial, no deslocalizada, estacional, cercana, generaría otro tipo de sociedad y, por tanto, otro tipo de sociabilidad entre humanos, especies y contextos.

Traducción al castellano por Maribel Álvarez.
http://www.barcelonametropolis.cat/ca/page.asp?id=21&ui=486

sunwukung
14-jun-2011, 11:51
"Aunque la especie sea omnívora" me parece muy significativo que este mito siga tan extendido, y para mí resta algo de coherencia al discurso.

oriola
14-jun-2011, 12:06
"Aunque la especie sea omnívora" me parece muy significativo que este mito siga tan extendido, y para mí resta algo de coherencia al discurso.

¿Estás diciendo que es un mito que el ser humano es omnívoro? ¿Qué somos según tú?

Porque yo he pasado más de 20 años de mi vida comiendo animales, peces, moluscos y ni me he indigestado ni me he muerto por ello. La gran mayoría de la población humana come carne de otros animales a diario, y la digiere y asimila sus nutrientes, al igual que lo hace con verduras, legumbres, cereales...

¿Ahora resulta que no somos omnívoros? Me encataría escuchar el porqué.

Snickers
14-jun-2011, 14:31
Texto Amado A. Millán Facultad de Veterinaria. Universidad de Zaragoza

"Con la protección se suaviza la esclavitud, pero no se rescata el animal alimentario que se encuentra en una situación de servidumbre e irremediablemente destinado a la muerte ya la mesa." Artículo publicado en una revista que edita el Ajuntament de Barcelona.

Otro tipo de producción alimentaria, no serial, no deslocalizada, estacional, cercana, generaría otro tipo de sociedad y, por tanto, otro tipo de sociabilidad entre humanos, especies y contextos.

Traducción al castellano por Maribel Álvarez.
http://www.barcelonametropolis.cat/ca/page.asp?id=21&ui=486


Largo pero interesante texto

Me quedo con este apunte: Cocinar hizo al hombre