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Snickers
09-jun-2011, 08:30
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Mujeres y toros: la vergonzante historia del subyugo masculino

Publicado el 06/06/2011 (http://blog.pacma.es/2011/mujeres-y-toros-la-vergonzante-historia-del-subyugo-masculino/) por pacma (http://blog.pacma.es/author/pacma/)


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Hace un par de años, a raíz de las imágenes que sacaba a la luz un veterinario en los medios de comunicación de un hombre pegando a un pastor alemán, escribí un artículo en el que plasmaba mi indignación y manifestaba mi frustración por el maltrato hacia los animales y dejaba claro cómo los perros no eran los únicos que sufrían. En España, observamos cómo se procede continuamente a la realización de un espectáculo en el que la principal atención y disfrute de los/as espectadores/as es observar cómo un ser vivo va muriendo y sufriendo lentamente. Pues bien, pasó lo que tenía que pasar. En un periódico no se publicó mi artículo, en otro periódico se censuraron los fragmentos en los que comentaba la agonía de los toros. No obstante, tuve suerte en Viva Cádiz, y finalmente publicaron mi artículo titulado El mundo al revés completo.

Decía Wittgenstein que sobre lo que no se puede hablar, hay que guardar silencio. Y precisamente, esta sentencia del pensador austríaco viene muy bien cuando hablamos de la situación en la que nos encontramos aquellas y aquellos que no soportamos ni un día más cómo en pleno siglo XXI, en un país del primer mundo, podemos premiar en el ámbito de la cultura a individuos que su único mérito es provocar sufrimiento y dolor a un animal indefenso. Nos callan una y otra vez. Pero este silencio también tiene otra interpretación vista desde la dimensión abordada por Francisco Umbral en un artículo titulado La Reina Sofía no va a los toros. «La mujer del Borbón no sólo ha de ser culta, sino parecerlo, y el redondel de los toros es el gran embalse de toda la incultura nacional. Pero entre nosotros hay una mujer gris perla que no, que no quiere verlo, mas nadie escribe un artículo para hablar del callado magisterio de esa señora que no va nunca a los toros. Son las lecciones del silencio, las presencias de la ausencia, de las que debemos aprender. Doña Carmen Polo iba mucho y de mantilla. Ella sí soportaba muy bien la sangre. Era también una gran profesional. De la sangre».

El problema de la lucha contra la abolición de un acto cruel, atrasado e inmoral radica en que no tiene el respaldo de una ideología determinada.

Desgraciadamente ni la izquierda ni la derecha están a favor de la abolición de las plazas asesinas y sangrientas. El hecho de descubrir este dato me hizo apartarme del partido por el que sentía simpatía, aunque sé perfectamente que es este partido el único que en principio podría lograr la desaparición de estos espacios denigrantes. Para mí, la lucha contra ese espectáculo vergonzante va más allá de la simple idea de “pobrecitos esos animales que sufren”. Para mí, la lucha contra ese espectáculo vergonzante significa la lucha contra toda una construcción cultural de España y fundamentalmente de Andalucía. La Andalucía servil, la Andalucía de sus viejos y dañinos estereotipos, la Andalucía atrasada, la Andalucía más clasista, la Andalucía más simplista y sobre todo, por encima de todas las cosas, la Andalucía más machista.

Estando en una clase de feminismo, una alumna de mediana edad se enorgullecía de que ella era la primera defensora de los animales pero que “lo de la corrida de toros ya era otra cosa”. ¿Cómo?, ¿qué otra cosa? Y ella contestó, “es que eso de ver a ese hombre con ese traje de luces enfrentándose a un toro”. Os puedo asegurar que ese día me sentí muy desdichada. Me empecé a preguntar, ¿cómo era posible que estuviera en un postgrado de género junto a personas que se proclamaban en pro de la no-violencia contra las mujeres ejercida por los hombres y admiraran la violencia ejercida por los hombres hacia los animales? Todas estas ideas empezaron a dar vueltas y más vueltas en mi cabeza hasta que llegué al meollo de la cuestión. Para darle forma a mis hipótesis, he de decir que fue de gran ayuda mi asistencia a los encuentros feministas de Baeza organizados por el Instituto Andaluz de la Mujer, allí escuché la conferencia impartida por la profesora ecofeminista María Novo que confirmó mis sospechas: las estrategias que las mujeres han utilizado para alcanzar el éxito también tienen mucho que ver con las que ha utilizado la naturaleza en el sentido de que ambas han sido dominadas por el hombre. Y esta puntualización propicia que nos adentremos hacia la obsesiva división del mundo por la dicotomía. El pensamiento constantemente se ha movido en la visión dualista del mundo: hombre / mujer; tecnología / naturaleza; producción / reproducción; ciencias / letras; público / privado; razón / sentimiento; racionalismo / empirismo…

La tauromaquia se erige como un acto cargado de simbolismo con un trasfondo aterrador que nos conduce a destapar como dijera John Rawls el velo de la ignorancia gracias a la perspectiva de género.

El debate ya está en Cataluña pero me temo que pronto se dará carpetazo y el asunto quedará en manos, para la opinión pública, de un grupo de locas y de locos radicales anti-españolas/es.

Las razones que nos dan aquellas y aquellos que defienden la fiesta nacional atrasada es que se trata de una tradición y mueve mucho dinero. ¡Curioso!… tradición y economía. ¿No os suena? Claro que sí. El concepto “tradición” es una palabra maldita para los movimientos feministas. Lo tradicional, lo normalizado… La mujer tradicionalmente en su casita como ángel del hogar a servir al hombre de la casa; el hombre, como manda la tradición, a trabajar y a ser el personaje central familiar, aquél que toma las decisiones más importantes. Pero el concepto “tradición” nos lleva hasta la ablación del clítoris. Se trata de una “práctica tradicional” hacia las mujeres que provoca sufrimiento, dolor y es sumamente peligroso. La antropóloga Kaplan lucha intensivamente contra esta “tradición” y ¿alguien tendría el valor de comentarle, “bueno, es que hay que respetarlo, se trata de una tradición”? Hemos desmontado, grosso modo, el concepto tradición. Un concepto desmontado por Inglaterra que finalmente ha decidido abolir una práctica mucho más antigua que las corridas de toros: la caza del zorro. Y, ¿sobre el segundo factor? Es el esencial: el factor económico. Si no moviera tantos millones de euros, ¿seguiría existiendo? Esta cuestión no puede resolverse en un simple artículo pero si algo nos queda claro es que los paralelismos entre el sufrimiento y el sometimiento de las mujeres y de los animales son enormes. No hay más que pensar que en nuestro mundo, el negocio que más dinero mueve es el de la explotación sexual y no creo que salga nadie comentando que no podemos acabar con él.

Sé que aquellos y aquellas que lean este artículo pensarán que no podemos comparar el sufrimiento de un toro con el de una mujer. Hablamos de un animal y de un ser humano. No pretendo convencer a nadie, quiero que reflexionéis y que veáis más allá. Fundamentalmente desde el racionalismo y a raíz del mecanicismo cartesiano, el hombre blanco occidental se impuso como el dominador de la naturaleza y de la otra mitad del género humano. Y no es casualidad que haya tantas semejanzas entre la manera de maltratar a las mujeres y a los animales. Con las plazas de toros se impone el estereotipo de hombre agresivo y violento. Creo que un país que crea un Ministerio de Igualdad e intenta implantar la igualdad real entre mujeres y hombres no puede coexistir al mismo tiempo con la organización de un espectáculo desde el que se propone un modelo de hombre violento y agresivo que hace sufrir en una eterna agonía a un ser vivo. Sabias palabras pronunció Gandhi cuando expuso que un país se mide por el modo en que trata a sus animales.

La valentía no se puede asignar a un hombre que hiere y asesina a un ser vivo sin su previo consentimiento y que se halla en desventaja. La valentía es la de aquellas locas y aquellos locos que se desnudan y manchan sus cuerpos de sangre en frías calles para atraer la atención de los medios de comunicación. La valentía es la de aquellas locas y aquellos locos que son agredidas y agredidos por presentarse con pancartas ante las plazas de toros. Quizás haya llegado la hora de dejar de mirar hacia otro lado. Reconozco que he sido cobarde, sufro tanto que no puedo enfrentarme a esas imágenes y prefiero olvidarme. La clave para acabar con esta aberración es la creación de un fuerte, ordenado e intelectual movimiento social cuya característica principal sea el trasfondo feminista y ecofeminista. Ante todo, si algo tengo claro es que el feminismo (mujeres y hombres a favor de la igualdad) jamás podrá estar a favor de este espectáculo sangriento, denigrante, humillante y maltratador.


Laura Triviño Cabrera

Patty
09-jun-2011, 20:51
Guau...como me ha identificado esta mujer.

Y no lo había pensado pero tiene razón (al menos en mi entorno), todas las personas animalistas y/o vegetas por motivos éticos que conozco son feministas como yo. Pero vaya, nunca había hecho la relación.

keira
09-jun-2011, 22:29
Sin palabras. ¡Mítica!