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Ver la versión completa : Sabrosa angustia



anark
01-oct-2010, 19:31
No recordaba su nombre, no tenía recuerdos, ni sabía de donde venía ni que hacía allí.

El despertó con una sensación fresca y húmeda sobre su espalda pero cálida y molesta sobre su pelo y su frente. Cuando abrió los ojos estaba tumbado boca arriba en una especie de césped azul mientras le cegaba una luz que no estaba a más de dos metros sobre su cabeza. El olor era nauseabundo, olía a orines y excrementos.

Se incorporó sentándose para observar. Con cierto asombro vió otros como él que estaban en un estado parecido de confusión. De repente sintió unas enormes ganas de comunicarse con alguien y se acercó hacia una mujer que había unos metros más a su izquierda, ella estaba semidesnuda, con el pelo mojado y la piel mugrienta. Despacio caminó hacia ella y cuando ya estaba muy cerca chocó con algo invisible que le hizo retroceder otra vez de golpe, había sentido algo parecido a una descarga eléctrica, pero no sabía de donde procedía. Caminó en otra dirección, pero a los pocos pasos le volvió a suceder lo mismo. Su confusión aumentaba. Las sensaciones de angustia empezaron a florecerle dentro y de repente... de repente lo sintió, sintió como el miedo se apoderaba de él, comenzó a notar un incontrolable temblor en las piernas.

Al fondo se oía el ruido de una máquina que iba aumentando y aumentando conforme pasaban los segundos. Al poco el ruido era ensordecedor. Se puso de cuclillas en el suelo sin ni siquiera poder refugiarse en un rincón, pues las barreras invisibles se lo impedían. En un abrir y cerrar de ojos todo terminó. No volvía a recordar nada, otro despertar... Esta vez estaba todo seco y más o menos limpio. A su lado, en el suelo había un recipiente con algo sólido que parecía comida y junto a éste otro con agua. Se incorporó de nuevo para tomar algo y al desdoblar la pierna derecha notó un pequeño dolor, miró y descubrió que tenía una pequeña punción, era reciente, pues todavía podía ver como salía la última gota de sangre.


Las lágrimas resbalaban por su rostro y no podía llorar, su llanto era sordo, su tristeza tan profunda que ni siquiera podía sacarla para desahogarse. Miró sus manos, quería matarse con ellas pero no sabía como, no tenía ningún objeto que le pudiese servir de ayuda.

Los demás parecían tambien sumidos en una especie de letargo, en una espera que ahogaba. El aire era muy pesado y la fuerte y continua opresión en el pecho hacía que cada minuto pareciese insoportable. Un terrible dolor de cabeza mantenía la razón alejada de aquel lugar, ése no era un sitio para pensar, sólo para sentir la más grande de las desesperaciones.


En ese infierno iban sucedíendose los períodos terribles con los de aniquilación total del tiempo, esos letargos en los que desaparecían todos los recuerdos.

Aquel día en el que el calor era extremo, en el que cada latido de su corazón le retumbaba en la cabeza y el sudor le envolvía sucedió... Allí el tiempo no existía, así que no hubiera podido pensar si era por la mañana, por la tarde o por la noche, pero el caso es que en uno de aquellos interminables minutos se oyó un ruido metálico y seco, después algo se deslizó y apareció ante él un ser horrible.

Era grande y e iba completamente cubierto por un traje de color gris. No se le podía ver porque también llevaba el rostro tapado. En cualquier caso era horrible, cualquiera lo habría dicho teniéndole cerca. Hacía que sintiese verdadero pánico.

El horrible ser le hizo un gesto para que pasase delante de él, jamás se hubiera atrevido a oponerse, ni siquiera planteárselo. Le hizo pasar a un habitáculo de aluminio muy estrecho con un largo pasillo y una cinta transportadora frente a él. El horrible ser le indicó con una vara que subiese a la cinta transportadora, y así lo hizo.

Ya no sólo le temblaban las piernas, era todo el cuerpo, emitía una especie de gemido que no podía controlar, al momento notó un líquido caliente que le resbalaba por la pierna, se había orinado encima. La cinta se acercaba hacia una barrera con cortinas de plástico opacas, como en los lavaderos de coches.

Creía que se iba a desmayar, olía a muerte y dolor, pero no la suerte no parecía estar de su lado...


En un momento que parecío tan largo como una vida traspasó aquellas cintas y a los poco segundos segundos se oyó un chasquido y un grito sordo. Todo terminó.



A los poco días la pequeña Alba acompañaba a su madre al supermercado después del colegio. Su mamá había ido a buscarla con un juguete nuevo, era un humano de peluche. Después entre risas y juegos iban de camino hacia casa. "Pon la mesa Alba cariño, que la comida está lista". Alba y su mamá se sentaban aquel día juntas a comer y disfrutaron de aquel jugoso guiso que con tanto amor estaba preparado, al fin y al cabo era la comida para su pequeña.

JustVegetal
01-oct-2010, 19:39
Gracias Anark

sabannia
01-oct-2010, 19:43
Muy buen relato.