PDA

Ver la versión completa : Os regalo un cuento chino.



antavian
11-sep-2010, 15:35
Al emperador de China le regalaron cincuenta y cinco magníficos vasos de porcelana. Eran de gran valor. El color dominante era el azul, con gradaciones violeta. ¡Una maravilla!

El Emperador andaba orgulloso, tanto que hasta hizo construir un palacio para ambientar dignamente aquellas obras de arte. Y encargó a un Mandarín cuidar de ellos: él sólo podía tocar los vasos con cuidado y quitarles el polvo delicadamente. Y, ¡ay de aquel que los dañase!, dijo severamente.

- ¡Si alguien raya un vaso, le cortaré las manos, y si alquien rompiera uno, lo pagará con la cabeza

El Mandarín puso todo el empeño, pero una tarde tropezó contra un vaso que cayó a tierra y se rompió. Y al día siguiente, rodó por tierra también la cabeza del Mandarín. Un segundo y tercer guardián corrieron la misma suerte. Los riesgos de aquel encargo, evidentemente, eran superiores a las ventajas; de manera que nadie en la corte tenía el coraje de aceptarlo.

Al fin, se presentó un viejo sabio, vivo y sonriente.
- Yo, dijo, tengo ya setenta años, y aun si me va mal, pierdo poco.

Sus modales agradaron tanto al Emperador que lo aceptó, a pesar de las acostumbradas exhortaciones y amenazas. Al recibir el encargo, el viejo se puso en acción inmediatamente: tomó un grueso palo y con ganas daba golpes a lo loco. En pocos instantes rompió todos los vasos. Dejó una montaña de cascotes en el suelo.

Fuera de sí el Emperador gritó:
- Maldito salvaje, ¿qué has hecho?

- Hijo del Cielo, respondió el viejo sabio con imperturbable calma.
- He salvado la vida a cincuenta y uno de vuestros mejores súbditos.

El Emperador pensó en ello durante algún segundo. Después comprendió, y lo hizo su consejero.

zana
11-sep-2010, 15:42
gracias por el cuento:)

1me
11-sep-2010, 16:28
Aquí os dejo otro:

Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra duramente con su hijo.

Un día el hijo le dijo:
-¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.
-¿Por qué le llamas desgracia? -respondió el padre.
Veremos lo que trae el tiempo...

A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
-¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho. Nuestro caballo ha traído otro caballo.
-Por qué le llamas suerte? - repuso el padre.
Veamos qué nos trae el tiempo.

En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo.
El muchacho se quebró una pierna.
-¡Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho.
¡Me he quebrado la pierna!
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:
-¿Por qué le llamas desgracia? Veamos lo que trae el tiempo!

El muchacho no se convencía de la respuesta sino que gimoteaba en su cama.
Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra.

Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno.