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20-jun-2010, 09:32
Moral animal I

José Fco Zamorano Abramson | 02 de junio de 2010

Una parte importante de los primeros psicólogos sostenían que, en cuanto a la moralidad respecta, los seres humanos llegábamos a la vida como si fuésemos una hoja en blanco. Así, en palabras de Sigmund Freud, nacemos como “animales amorales”. Aunque, yendo más al fondo del asunto, yo diría que lo que Freud realmente pensaba es que, más que seres amorales al nacer, somos seres inmorales, animales provistos de impulsos negativos, agresivos y egoístas por naturaleza. El padre del psicoanálisis estaba convencido de que la naturaleza humana estaba guiada por poderosos impulsos destructivos, frente a los cuales la sociedad debía defenderse, protegiendo a las personas de la acción agresiva de otros miembros de la sociedad. Y así, la moralidad se situaría en el conflicto entre los intereses de las partes egoístas y antisociales del individuo y los intereses altruistas de la sociedad. Por otro lado, para Skinner, la conducta moral era el resultado de la acción del condicionamiento operante, un mecanismo simple de selección de conductas mediante el cual cada persona adoptará aquellas conductas y valores (sean buenos o malos, éticos o antiéticos) que hayan sido reforzados en su propia historia de aprendizaje. Son las experiencias particulares que hemos tenido, el tipo de normas a las que hemos sido expuestos y los premios o castigos que hemos recibido lo que determinarán nuestras conductas morales, siendo, en su origen, imposible separar al individuo de la sociedad. Así nuestros juicios éticos serían el resultado de razonamientos basados en nuestra experiencia y en los valores transmitidos por la educación recibida en nuestra cultura por parte de nuestra familia y por la sociedad en general. En este sentido, el bien y el mal, y los valores morales que se derivan, serían categorías creadas y mantenidas cultural y arbitrariamente por nosotros mismos, por lo que éstos serían específicos para cada cultura.

Por el contrario, para otros pensadores, el origen de estos principios morales no está en el ambiente, sino más bien en la propia naturaleza humana y, por tanto, son heredados. Así, el filósofo David Hume creía que el origen de la moral se derivaba más bien de los “sentimientos morales” y no de la razón, una idea que compartía, entre otros, con el economista y filósofo escocés Adam Smith. No obstante, entre ambos existía una diferencia radical: mientras que Hume mantiene una concepción utilitarista de la empatía (la capacidad de ponerse en el lugar del otro) que deriva del interés por la posibilidad de obtener un beneficio del otro, para Smith y su idea del “espectador imparcial”, la moral es el resultado de “una voz interior” que dictaría lo apropiado o no de las acciones, independientemente de los beneficios que se podrían recibir. También podríamos situar en esta línea el planteamiento de Rousseau, para quien los seres humanos nacemos naturalmente buenos y es la sociedad la que nos corrompe.

Sobre el origen de esta capacidad consustancial al ser humano hay diversidad de posturas, desde los que creen en su carácter divino a los que piensan que ésta se hereda a través de un proceso natural; en ambos casos los valores humanos no pueden ni deben estar sujetos a una variabilidad y relativización sin límites.

Sean de origen divino o natural, buenos o malos, de ser verdad que estos valores forman parte de nuestra naturaleza, deberíamos encontrar una moralidad “universal” en la especie humana, independiente de la cultura. Además, parte de esta moralidad debería estar presente desde una edad temprana, ya que si la capacidad para distinguir el bien del mal fuese únicamente de origen cultural entonces los niños antes de ser educados no deberían tener ningún comportamiento que denote una tendencia a actuar y evaluar el mundo en categorías semejantes a la moral adulta. Al parecer, esta supuesta “inocencia moral” de los bebés es falsa y desde temprana edad sí que son capaces de hacer juicios morales. Unos investigadores norteamericanos afirman haber descubierto que los bebés de 6 meses ya son capaces de hacer este tipo de juicios y que, por lo tanto, los seres humanos nacemos con un código ético pre-programado en el cerebro. La investigación fue llevada a cabo por Paul Bloom, psicólogo de la Universidad de Yale (EE.UU.), quien utilizó, como indicador de juicio moral, la capacidad de los bebés para diferenciar entre comportamientos útiles e inútiles. El psicólogo realizó una serie de experimentos con bebés de entre seis y diez meses. En el primero de ellos se les mostró varias veces un espectáculo muy sencillo de títeres de madera durante el cual una bola roja intentaba subir una colina mientras era ayudada, a veces, por un triángulo amarillo que la empujaba por detrás. En otras situaciones la bola roja se veía obligada a bajar la colina por culpa de un molesto cuadrado azul que le causaba problemas. Después de ver a las marionetas, a los bebés se les pidió que eligieran a un personaje de entre las tres figuras. La gran mayoría (el 80%), eligió el triángulo amarillo, es decir, la figura que ayudaba. En palabras de Bloom, “escogieron al buen tipo”. En el segundo de los experimentos, denominado “Osos molestos y conejitos ladrones”, a los bebés se les enseñó un títere con forma de perro que intentaba abrir una caja. En ese momento, un oso de peluche le echaba una mano, ayudándole a abrirla, al mismo tiempo que aparecía otro oso que se sentaba encima de la caja para impedirle que la abriera. Después de ver la escena varias veces, a los niños se les daba la oportunidad de elegir a uno de los dos ositos. La mayoría de los bebés prefirió quedarse con el peluche colaborador. Por último, los investigadores realizaron un tercer experimento con títeres. Esta vez era un gato que jugaba a la pelota en compañía de dos conejos. Cuando el gato perdía la pelota, uno de los conejos la recuperaba y se la devolvía, mientras que el otro se la robaba, escapándose con ella. En este último caso, los niños de cinco meses escogieron al conejo colaborador y los de 21 meses incluso llegaron a golpear al conejo ladrón en la cabeza. Así que parece que no es necesario que los padres se preocupen “tanto” por enseñar a los niños la diferencia entre el bien y el mal, ya que quizás sea algo con lo que los bebés ya vengan al mundo. Claramente los resultados de este estudio parecen apoyar la idea de que la capacidad para distinguir entre el bien y el mal forma parte de naturaleza humana y se manifiesta desde muy temprana edad.

Pero si hay un científico que ha llevado lejos esta idea ese es Mark Hauser, quién en su último libro “Mentes Morales” propone que los procesos evolutivos han generado una facultad para realizar juicios morales –una especie de caja de herramientas moral, una gramática moral universal, algo similar a lo planteado por Chomsky acerca de la sintaxis generativa universal que subyace a la aparente variabilidad de las distintas lenguas–. La idea principal planteada por Chomsky es que si nos fijamos en el proceso de adquisición del lenguaje en el niño, veremos que los estímulos que recibe son escasos comparado con las generalizaciones que éste hace. Como resultado, tenemos que inferir que el niño ha nacido con cierto tipo de capacidades innatas que, en palabras del propio Chomsky, le permiten hacer “crecer” el lenguaje, no aprenderlo, del mismo modo que, por ejemplo, nos crecen los brazos. Estos principios generales o, en este caso, la gramática universal, forman parte de nuestra especie, de la maquinaria con la que venimos dotados. Ésta es la forma de pensar que Hauser adopta respecto al desarrollo de la moral: todos los niños adquieren un sistema moral que si bien dependerá en parte de su cultura, contiene principios que son universales. Podríamos hablar en cierto modo de un “instinto moral”. La noción de una gramática moral universal que varía en cada cultural nos lleva a entender cómo, al desarrollarnos, se fijan ciertos parámetros como resultado de la experiencia, al mismo tiempo que también nos exige entender que, una vez fijados, el sistema moral de otra comunidad nos puede parecer tan desconocido y dejar tan perplejos como nos puede ocurrir con su propio idioma. Creo que, pese a estas diferencias culturales, el tomar conciencia del hecho de que compartimos una gramática moral universal, incluso desde muy temprana edad, y que al nacer podríamos haber estado naturalmente preparados para adquirir cualquiera de los sistemas morales que existen en el mundo, nos debería dar la esperanza de que quizás sí que podamos llegar algún día a entendernos entre todas las diferentes culturas humanas. Pero de esa gramática universal ya hablaremos más adelante…


Fuente: http://librodenotas.com/deloanimallohumanolodivino/18442/moral-animal-i

Snickers
20-jun-2010, 23:32
Moral animal I

José Fco Zamorano Abramson | 02 de junio de 2010

Además, parte de esta moralidad debería estar presente desde una edad temprana, ya que si la capacidad para distinguir el bien del mal fuese únicamente de origen cultural entonces los niños antes de ser educados no deberían tener ningún comportamiento que denote una tendencia a actuar y evaluar el mundo en categorías semejantes a la moral adulta. Al parecer, esta supuesta “inocencia moral” de los bebés es falsa y desde temprana edad sí que son capaces de hacer juicios morales. Unos investigadores norteamericanos afirman haber descubierto que los bebés de 6 meses ya son capaces de hacer este tipo de juicios y que, por lo tanto, los seres humanos nacemos con un código ético pre-programado en el cerebro.

¿En el cerebro? Me da q va a ser ya en el material genético q se trasmite de padres a hijos, algo q está ahí antes de desarrollarse el cerebro

O sease, los seres humanos somos concebidos con con un código ético pre-programado


Así que parece que no es necesario que los padres se preocupen “tanto” por enseñar a los niños la diferencia entre el bien y el mal, ya que quizás sea algo con lo que los bebés ya vengan al mundo. Claramente los resultados de este estudio parecen apoyar la idea de que la capacidad para distinguir entre el bien y el mal forma parte de naturaleza humana y se manifiesta desde muy temprana edad.

muy interesante




Pero si hay un científico que ha llevado lejos esta idea ese es Mark Hauser, quién en su último libro “Mentes Morales” propone que los procesos evolutivos han generado una facultad para realizar juicios morales –una especie de caja de herramientas moral, una gramática moral universal, algo similar a lo planteado por Chomsky acerca de la sintaxis generativa universal que subyace a la aparente variabilidad de las distintas lenguas–. La idea principal planteada por Chomsky es que si nos fijamos en el proceso de adquisición del lenguaje en el niño, veremos que los estímulos que recibe son escasos comparado con las generalizaciones que éste hace. Como resultado, tenemos que inferir que el niño ha nacido con cierto tipo de capacidades innatas que, en palabras del propio Chomsky, le permiten hacer “crecer” el lenguaje, no aprenderlo, del mismo modo que, por ejemplo, nos crecen los brazos. Estos principios generales o, en este caso, la gramática universal, forman parte de nuestra especie, de la maquinaria con la que venimos dotados. [/QUOTE]

me voy a permitir de nuevo decir q más bien el ser humano es concebido con cierto tipo de capacidades innatas, entre ellas esta de la moral



Ésta es la forma de pensar que Hauser adopta respecto al desarrollo de la moral: todos los niños adquieren un sistema moral que si bien dependerá en parte de su cultura, contiene principios que son universales. Podríamos hablar en cierto modo de un “instinto moral”. La noción de una gramática moral universal que varía en cada cultural nos lleva a entender cómo, al desarrollarnos, se fijan ciertos parámetros como resultado de la experiencia, al mismo tiempo que también nos exige entender que, una vez fijados, el sistema moral de otra comunidad nos puede parecer tan desconocido y dejar tan perplejos como nos puede ocurrir con su propio idioma. Creo que, pese a estas diferencias culturales, el tomar conciencia del hecho de que compartimos una gramática moral universal, incluso desde muy temprana edad, y que al nacer podríamos haber estado naturalmente preparados para adquirir cualquiera de los sistemas morales que existen en el mundo, nos debería dar la esperanza de que quizás sí que podamos llegar algún día a entendernos entre todas las diferentes culturas humanas. Pero de esa gramática universal ya hablaremos más adelante…

¿al nacer podríamos haber estado naturalmente preparados para adquirir cualquiera de los sistemas morales que existen en el mundo? ¿Haber estado preparados desde cuando?