Nulyeta
02-jun-2010, 17:07
VIAJE HACIA EL CORAZÓN...
El proceso terapéutico del ego al Sí mismo
Por Ascensión Belart
http://sphotos.ak.fbcdn.net/hphotos-ak-snc3/hs337.snc3/29474_402582015937_603320937_4870710_6495178_n.jpg
Por lo general, una persona solicita hacer terapia porque su malestar empieza a ser tan acentuado que se ve "obligada" a pedir ayuda, a buscar a un terapeuta que pueda proporcionarle algo de alivio para sus síntomas y luz en su camino. A veces, incluso mucho después de haber soportado durante un largo período de tiempo esa negrura o sufrimiento existencial. Taquicardias, miedos, ansiedad, opresión en el pecho o un estado depresivo son síntomas que reclaman atención, que se dejan sentir de manera que a la persona cada vez le resulta más difícil vivir haciendo caso omiso de ellos, sin escuchar lo que siente su alma.
Verdaderamente, no podemos vivir ignorando nuestras heridas, necesidades y deseos más profundos sin que ello acarree consecuencias. Vivir en la inconsciencia genera sufrimiento. Curiosamente, los síntomas indican la dirección de lo que el alma anhela, pero también aquello de lo que nos defendemos, a lo que nos resistimos con ahínco. Un síntoma siempre tiene un significado, es un indicador luminoso que atrae nuestra atención y nos informa de que algo sucede. Tan útil como la luz que se enciende en el coche para avisarnos de que hace falta poner gasolina. Los síntomas nos indican una disfunción, la existencia de cierto malestar interior, dolor y sufrimiento. Se podría afirmar que es la voz del alma que se queja, a la hay que prestar atención y aprender a escuchar.
En la terapia es tarea ineludible hacer un recorrido por el pasado, el contexto vital y relacional en que se ha estado inmerso, lo que se ha vivido y experimentado: ¿quién soy?, ¿qué siento?, ¿qué me gusta?, ¿qué no me gusta?, ¿qué hago con mi tiempo?, ¿cómo me veo?, ¿cómo creo que soy?, ¿qué necesito?, ¿sé poner límites?, ¿qué espero de la vida?, ¿cuáles son mis sueños, esperanzas y temores?, ¿cuáles mis condicionamientos personales y familiares?, ¿asumo plenamente la responsabilidad de mi vida? Claro que todos estos interrogantes no pueden contestarse de una vez, de eso precisamente se ocupa el proceso terapéutico.
Todos formamos parte de una familia con su historia, sus condicionamientos y reglas. Una familia con su singular forma de comunicación y sistema de valores y creencias. Y también tenemos un papel que nos ha tocado jugar en ella, el que nos fue otorgado por descarte o el que elegimos jugar porque "sintonizábamos" con él. Encarnamos una personalidad, una manera de ser y actuar con la que llegamos a identificarnos, que en un principio fue necesaria para sentirnos alguien, encontrar nuestro lugar y poder relacionarnos con los demás.
La palabra "personalidad" proviene del griego "persona" que quiere decir "máscara", y es el rostro o fachada con el que nos presentamos al mundo. La personalidad es nuestra falsa identidad, el ego o falso yo. Nos formamos una personalidad coloreada con tonalidades de orgullo, arrogancia, egoísmo, envidia, o bien es dependiente, vanidosa, tímida o perfeccionista para conseguir el amor, la aceptación y la valoración de los demás, en un principio de nuestros padres. Más allá del ego, sin embargo, se encuentra el Ser esencial, el Alma, el Sí mismo; distintos nombres para referirnos a lo mismo: nuestra verdadera naturaleza esencial.
Para construir una individualidad auténtica hemos de conocer primero los guiones de infancia, nuestras imágenes limitadoras y conductas autodestructivas, las pautas de relación disfuncionales, la negación de nuestras necesidades, el miedo al amor y al abandono, y los apegos. Hemos de reconocer y elaborar en primer lugar este material psicológico para llegar a trascender esas pautas inconscientes. Sanar las heridas de infancia, reencontrarnos con el niño o niña que hay en nuestro interior, habitar el cuerpo, expresar nuestra voz, reconciliarnos con nuestros padres, reconocer las proyecciones, asumir nuestra sombra, integrar el masculino o femenino interno y abandonar las dependencias. Todo ello constituye un viaje hacia las profundidades de nuestro corazón, hacia el Alma.
Así pues, ¿con qué nos vamos a encontrar cuando decidimos recorrer el sendero hacia nuestra esencia? ¿Cuál es el camino para llegar a ser lo que verdaderamente somos, el proceso de "pulido" para llegar a ese Ser brillante y puro como las caras de un diamante? El camino hacia la individuación es más de hacer conciencia, darse cuenta y "deshacerse de" que de acumular o construir.
El principio de individuación, concepto acuñado por C. G Jung en 1938, es el proceso para llegar a ser uno mismo, con las singularidades y peculiaridades propias. Partiendo de una determinada estructura de personalidad, riquezas y carencias de la infancia, conflictos y experiencias procedentes de la familia de origen, así como de ciertos mecanismos de defensa, contradicciones internas y pautas condicionadas de relación con los otros, llegar a ser la expresión mas completa de uno mismo y el propio destino.
(...)
El proceso terapéutico del ego al Sí mismo
Por Ascensión Belart
http://sphotos.ak.fbcdn.net/hphotos-ak-snc3/hs337.snc3/29474_402582015937_603320937_4870710_6495178_n.jpg
Por lo general, una persona solicita hacer terapia porque su malestar empieza a ser tan acentuado que se ve "obligada" a pedir ayuda, a buscar a un terapeuta que pueda proporcionarle algo de alivio para sus síntomas y luz en su camino. A veces, incluso mucho después de haber soportado durante un largo período de tiempo esa negrura o sufrimiento existencial. Taquicardias, miedos, ansiedad, opresión en el pecho o un estado depresivo son síntomas que reclaman atención, que se dejan sentir de manera que a la persona cada vez le resulta más difícil vivir haciendo caso omiso de ellos, sin escuchar lo que siente su alma.
Verdaderamente, no podemos vivir ignorando nuestras heridas, necesidades y deseos más profundos sin que ello acarree consecuencias. Vivir en la inconsciencia genera sufrimiento. Curiosamente, los síntomas indican la dirección de lo que el alma anhela, pero también aquello de lo que nos defendemos, a lo que nos resistimos con ahínco. Un síntoma siempre tiene un significado, es un indicador luminoso que atrae nuestra atención y nos informa de que algo sucede. Tan útil como la luz que se enciende en el coche para avisarnos de que hace falta poner gasolina. Los síntomas nos indican una disfunción, la existencia de cierto malestar interior, dolor y sufrimiento. Se podría afirmar que es la voz del alma que se queja, a la hay que prestar atención y aprender a escuchar.
En la terapia es tarea ineludible hacer un recorrido por el pasado, el contexto vital y relacional en que se ha estado inmerso, lo que se ha vivido y experimentado: ¿quién soy?, ¿qué siento?, ¿qué me gusta?, ¿qué no me gusta?, ¿qué hago con mi tiempo?, ¿cómo me veo?, ¿cómo creo que soy?, ¿qué necesito?, ¿sé poner límites?, ¿qué espero de la vida?, ¿cuáles son mis sueños, esperanzas y temores?, ¿cuáles mis condicionamientos personales y familiares?, ¿asumo plenamente la responsabilidad de mi vida? Claro que todos estos interrogantes no pueden contestarse de una vez, de eso precisamente se ocupa el proceso terapéutico.
Todos formamos parte de una familia con su historia, sus condicionamientos y reglas. Una familia con su singular forma de comunicación y sistema de valores y creencias. Y también tenemos un papel que nos ha tocado jugar en ella, el que nos fue otorgado por descarte o el que elegimos jugar porque "sintonizábamos" con él. Encarnamos una personalidad, una manera de ser y actuar con la que llegamos a identificarnos, que en un principio fue necesaria para sentirnos alguien, encontrar nuestro lugar y poder relacionarnos con los demás.
La palabra "personalidad" proviene del griego "persona" que quiere decir "máscara", y es el rostro o fachada con el que nos presentamos al mundo. La personalidad es nuestra falsa identidad, el ego o falso yo. Nos formamos una personalidad coloreada con tonalidades de orgullo, arrogancia, egoísmo, envidia, o bien es dependiente, vanidosa, tímida o perfeccionista para conseguir el amor, la aceptación y la valoración de los demás, en un principio de nuestros padres. Más allá del ego, sin embargo, se encuentra el Ser esencial, el Alma, el Sí mismo; distintos nombres para referirnos a lo mismo: nuestra verdadera naturaleza esencial.
Para construir una individualidad auténtica hemos de conocer primero los guiones de infancia, nuestras imágenes limitadoras y conductas autodestructivas, las pautas de relación disfuncionales, la negación de nuestras necesidades, el miedo al amor y al abandono, y los apegos. Hemos de reconocer y elaborar en primer lugar este material psicológico para llegar a trascender esas pautas inconscientes. Sanar las heridas de infancia, reencontrarnos con el niño o niña que hay en nuestro interior, habitar el cuerpo, expresar nuestra voz, reconciliarnos con nuestros padres, reconocer las proyecciones, asumir nuestra sombra, integrar el masculino o femenino interno y abandonar las dependencias. Todo ello constituye un viaje hacia las profundidades de nuestro corazón, hacia el Alma.
Así pues, ¿con qué nos vamos a encontrar cuando decidimos recorrer el sendero hacia nuestra esencia? ¿Cuál es el camino para llegar a ser lo que verdaderamente somos, el proceso de "pulido" para llegar a ese Ser brillante y puro como las caras de un diamante? El camino hacia la individuación es más de hacer conciencia, darse cuenta y "deshacerse de" que de acumular o construir.
El principio de individuación, concepto acuñado por C. G Jung en 1938, es el proceso para llegar a ser uno mismo, con las singularidades y peculiaridades propias. Partiendo de una determinada estructura de personalidad, riquezas y carencias de la infancia, conflictos y experiencias procedentes de la familia de origen, así como de ciertos mecanismos de defensa, contradicciones internas y pautas condicionadas de relación con los otros, llegar a ser la expresión mas completa de uno mismo y el propio destino.
(...)