Versya
25-mar-2010, 08:07
Cuentan los que cuentan que un famoso guerrero va de visita a la casa de un maestro Zen. Al llegar se presenta a éste, fardando de todos los títulos y aprendizajes que ha obtenido en años de sacrificados y largos estudios.
Después de tan sesuda presentación, le explica que ha venido a verlo para que le enseñe los secretos del conocimiento Zen.
Por toda respuesta el maestro se limita a invitarlo a sentarse y ofrecerle una taza de té.
Aparentemente distraído, sin dar muestras de mayor preocupación, el maestro vierte té en la taza del guerrero, y continúa vertiendo té aún después de que la taza está llena.
Consternado, el guerrero le advierte al maestro que la taza ya está llena, y que el té se escurre por la mesa: "¡Maestro! ¡El té se desborda la taza!
El maestro le responde con tranquilidad: "Exactamente señor. Usted ya viene con la taza llena, ¿cómo podría usted aprender algo?
Ante la expresión incrédula del guerrero el maestro enfatizó: "A menos que su taza esté vacía, no podrá aprender nada"
El guerrero, tras comprender y darse cuenta de su error, prometió: "Maestro, vaciaré mi taza y volveré para poder recibir vuestras enseñanzas."
El maestro sonrió con serenidad: "Ese, amigo mio, es el problema. El saber no tiene límites, no sea usted quien se los ponga y rompa su taza"
Después de tan sesuda presentación, le explica que ha venido a verlo para que le enseñe los secretos del conocimiento Zen.
Por toda respuesta el maestro se limita a invitarlo a sentarse y ofrecerle una taza de té.
Aparentemente distraído, sin dar muestras de mayor preocupación, el maestro vierte té en la taza del guerrero, y continúa vertiendo té aún después de que la taza está llena.
Consternado, el guerrero le advierte al maestro que la taza ya está llena, y que el té se escurre por la mesa: "¡Maestro! ¡El té se desborda la taza!
El maestro le responde con tranquilidad: "Exactamente señor. Usted ya viene con la taza llena, ¿cómo podría usted aprender algo?
Ante la expresión incrédula del guerrero el maestro enfatizó: "A menos que su taza esté vacía, no podrá aprender nada"
El guerrero, tras comprender y darse cuenta de su error, prometió: "Maestro, vaciaré mi taza y volveré para poder recibir vuestras enseñanzas."
El maestro sonrió con serenidad: "Ese, amigo mio, es el problema. El saber no tiene límites, no sea usted quien se los ponga y rompa su taza"