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Nulyeta
09-mar-2010, 12:27
Propón a tu ayuntamiento que se convierta en municipio libre de transgénicos. (http://www.ecologistasenaccion.org/rubrique.php3?id_rubrique=364)

¿Quién decide lo que comemos?

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La creciente mercantilización de la agricultura es una realidad innegable a día de hoy. La privatización de los recursos naturales, las políticas de ajuste estructural, los procesos de “descampesinización” e industrialización de los modelos productivos y los mecanismos de transformación y distribución de alimentos nos han conducido a la actual situación de crisis alimentaria.

En este contexto, ¿quién decide lo que comemos? La respuesta es clara: un puñado de multinacionales de la industria agroalimentaria, con el beneplácito de gobiernos e instituciones internacionales, acaban imponiendo sus intereses privados por encima de las necesidades colectivas. Ante esta situación, nuestra seguridad alimentaria está gravemente amenazada.

La supuesta “preocupación” por parte de gobiernos e instituciones como el G8, G20, Organización Mundial del Comercio, etc., frente al aumento del precio de los alimentos básicos y su impacto en las poblaciones más desfavorecidas, que mostraron en el transcurso del año 2008 en cumbres internacionales, no ha hecho sino mostrar su profunda hipocresía. El actual modelo agrícola y alimentario les reporta importantes beneficios económicos, siendo utilizado como instrumento imperialista de control político, económico y social respecto a los países del Sur global.

Como señalaba el movimiento internacional de La Vía Campesina, al final de la última reunión de la FAO en Roma a mediados de noviembre: “La ausencia de los jefes de estado de los países del G8 ha sido una de las causas principales del fracaso total de esta cumbre. No se tomaron medidas concretas para erradicar el hambre, detener la especulación sobre los alimentos o frenar la expansión de los agrocombustibles”. Asimismo, apuestas como el Partenariado Global para la Agricultura y la Seguridad Alimentaria y el Fondo Fiduciario para la Seguridad Alimentaria del Banco Mundial, que cuentan con el apoyo explícito del G8 y del G20, apuntan en esta dirección, dejando nuestra alimentación, una vez más, en manos del mercado.

De todos modos, la reforma del Comité de Seguridad Alimentaria (CSA) de la FAO es, según La Vía Campesina, un paso adelante en la dirección de “democratizar” las decisiones entorno la agricultura y la alimentación: “al menos este espacio respeta la regla básica de la democracia, esto es, el principio de “un país, un voto” y otorga un nuevo espacio a la sociedad civil”. Aunque está por ver la capacidad de incidencia real del CSA.

Monopolios
La cadena agroalimentaria está sometida, en todo su recorrido, a una alta concentración empresarial. Si empezamos por el primero de los tramos, las semillas, observamos como diez de las mayores compañías (como Monsanto, Dupont, Syngenta, Bayer…) controlan, según datos del Grupo ETC, la mitad de sus ventas. Las leyes de propiedad intelectual, que dan a las compañías derechos exclusivos sobre las semillas, han estimulado aún más la concentración empresarial del sector y han erosionado de base el derecho campesino al mantenimiento de las semillas autóctonas y la biodiversidad.

La industria de las semillas está íntimamente ligada a la de los pesticidas. Las mayores compañías semilleras dominan también este otro sector y, frecuentemente, el desarrollo y comercialización de ambos productos se realizan juntos. Pero en la industria de los pesticidas el monopolio es aún superior y las diez mayores firmas controlan el 84% del mercado global. Esta misma dinámica se observa también en el sector de la distribución de alimentos y en el del procesamiento de bebida y comida. Se trata de una estrategia que va en aumento.

La gran distribución, al igual que otros sectores, cuenta con una alta concentración empresarial. En Europa, entre los años 1987 y 2005, la cuota de mercado de las diez mayores multinacionales de la distribución significaba un 45% del total y se pronosticaba que ésta podría llegar a un 75% en los próximos 10-15 años. En países como Suecia, tres cadenas de supermercados controlan alrededor del 95,1% de la cuota de mercado; y en países como Dinamarca, Bélgica, Estado español, Francia, Holanda, Gran Bretaña y Argentina, unas pocas empresas dominan entre el 60% y el 45% del total. Las megafusiones son la dinámica habitual. Este monopolio y concentración permite un fuerte control a la hora de determinar qué consumimos, a qué precio, de quién procede, cómo ha sido elaborado.

Hacer negocio con el hambre
En plena crisis alimentaria, las principales multinacionales de la industria agroalimentaria anunciaban cifras récord de ganancia. Monsanto y Du Pont, las principales compañías de semillas, declaraban una subida de sus beneficios del 44% y del 19% respectivamente en el 2007 en relación con el año anterior. En la misma dirección apuntaban los datos de las empresas de fertilizantes: Potash Corp, Yara y Sinochem, que vieron subir sus beneficios en un 72%, 44% y 95% respectivamente entre el 2007 y el 2006. Las procesadoras de alimentos, como Nestlé, señalaban también un aumento de sus ganancias, así como supermercados como Tesco, Carrefour y Wal-Mart. Mientras millones de personas en el mundo no tenían acceso a los alimentos.

Esther Vivas (http://esthervivas.wordpress.com/) es autora “Del campo al plato” (Icaria editorial, 2009). Artículo publicado en Diagonal, nº 115.


http://www.canalsolidario.org/noticia/quien-decide-lo-que-comemos/23100?utm_medium=email&utm_campaign=boletin&utm_source=semanalCSO


¿Y qué puedo hacer yo?


Para dar un paso adelante hacia el comercio justo y responsable, ponte en contacto con cooperativas y redes de consumo solidario. (http://www.canalsolidario.org/directorio-ong?Ong.nombre=&OngOngsactividad.ongsactividad_id=13&Pais.id=&Provincia.id) Puedes encontrarlas en nuestro directorio de ONG.



Propón a tu ayuntamiento que se convierta en municipio libre de transgénicos. (http://www.ecologistasenaccion.org/rubrique.php3?id_rubrique=364)



Greenpeace te invita a convertirte en observador u observadora de transgénicos, (http://www.greenpeace.org/espana/campaigns/transgenicos/consumo/observadores-de-transgenicos) y avisar a la organización en el caso que encuentres un producto que no especifique si contiene o no OGM.



Participa en la campaña No te comas el mundo (http://www.odg.cat/es/inicio/enprofunditat/plantilla_1.php?identif=310), a favor de la soberanía alimentaria y por el reconocimiento de la deuda ecológica.

Nulyeta
09-mar-2010, 12:59
¿Podemos vivir sin supermercados?

http://www.canalsolidario.org/img/noticias/imagenes/4b8f7a3cd4bb3/thumb.large.supermarket.jpg (http://www.canalsolidario.org/img/noticias/imagenes/4b8f7a3cd4bb3/supermarket.jpg)

Ir a comprar al supermercado se ha convertido en una práctica cotidiana. Pero aunque comemos y consumimos diariamente, pocas veces nos detenemos a pensar en las consecuencias que este modelo tiene por todos aquellos que participan en la cadena de comercialización .

Un 80% de nuestras compras se llevan a cabo en grandes cadenas de distribución como Carrefour, Alcampo, Eroski, Corte Inglés y Mercadona, etc. Aunque comemos y consumimos diariamente, y muy a menudo lo hacemos mediante la compra en supermercados, pocas veces nos detenemos a pensar en las consecuencias que este modelo tiene por todos aquellos que participan en la cadena de comercialización: campesinos, trabajadores, consumidores, comercio local. Ahora puede ser un buen momento para plantearnos estas cuestiones.

Algunos impactos
La concentración empresarial en cada uno de los tramos de la cadena agroalimentaria va en aumento y el sector de la distribución no es una excepción. La dinámica en Europa, por ejemplo, apunta a una tendencia ascendente. En Suecia, tres cadenas de supermercados controlan el 95,1% de la cuota de mercado, en Dinamarca tres cadenas monopolizan el 63,8%, y en Bélgica, Austria y Francia unas pocas compañías dominan más del 50%. Cada día tenemos menos puertas de acceso a los alimentos, a la vez que el productor tiene menos opciones para llegar a nosotros. El poder de la industria agroalimentaria es total y nuestra alimentación ha quedado supeditada a sus intereses económicos.

Este modelo de distribución al detalle, que se ha generalizado en los últimos cincuenta años en el Estado español, comporta un empobrecimiento generalizado de la actividad campesina, la homogeneización de aquello que consumimos, la precarización de los derechos laborales tanto en sus centros comerciales como en aquellos que les proveen, la pérdida del comercio local, la promoción de un modelo de consumo insostenible e irracional. Veamos algunas cifras.

El diferencial entre el precio en origen de un producto (pagado al campesino) y en destino (lo que pagamos en uno ‘súper’) es una media del 490%, según cifras del sindicato campesino COAG, pero en algunos alimentos éste puede llegar a superar con creces el 1.000%, como es el caso de las patatas, los tomates, los pepinos o las zanahorias. Mientras, la gran distribución es quien se lleva el beneficio. Esta situación comporta un creciente empobrecimiento de la población campesina, con una disminución anual de su renta del 26% en los últimos cinco años. Con estos datos no nos tendría que sorprender que cada tres minutos en Europa desaparezca una explotación agraria, según datos de La Vía Campesina (http://viacampesina.org/sp/), ya que los pequeños productores no pueden competir con la agroindustria.

En el ámbito laboral, el trabajador está sometido a ritmos de trabajo intensos, tareas repetitivas y poca autonomía de decisión, que comportan enfermedades, como el estrés, el agotamiento, los dolores crónicos en la espalda y cervicales, etc. Además, los horarios laborales altamente flexibles, en función de los intereses productivos de la empresa, dificultan la conciliación de la vida laboral con la social y familiar, haciendo que el trabajador llegue a perder incluso el control sobre su tiempo libre.
El impacto en el pequeño comercio es devastador. Si el año 1998 había en el Estado español 95 mil tiendas, en el 2004 esta cifra se había reducido a 25 mil. El comercio tradicional de alimentos ha sufrido una erosión constante e imparable desde los años 80, llegando a ser a día de hoy casi residual.

Alternativas
¿Sin embargo, podemos vivir sin supermercados? Los grupos y las cooperativas de consumo agroecológico, la compra directa al campesino, el comercio local, las cestas a domicilio, ir al mercado… son algunas opciones alternativas que implican un modelo de comercialización de proximidad, estableciendo una relación directa y solidaria entre el campesino/el campo y el consumidor/la ciudad. Se trata de opciones de compra que van en aumento. Si antes del año 2000 en Cataluña tan sólo existían diez grupos de consumo ecológico, hoy en día esta cifra llega casi al centenar.

Esta acción colectiva en el ámbito del consumo es fundamental para empezar a cambiar dinámicas y llegar a más gente. A menudo se nos habla de nuestro poder individual como consumidores, pero aunque la acción individual aporta coherencia y es demostrativa, por sí sola bien pocas cosas podrá cambiar. La perspectiva política es clave. Por ejemplo, yo puedo formar parte de una cooperativa de consumo y optar por la compra de alimentos ecológicos, pero si no se prohíben los transgénicos llegará día en que tanto la agricultura convencional como la ecológica estará contaminada, fruto de una coexistencia imposible. Por lo tanto, hace falta movilizarnos, salir a la calle y exigir que queremos unas políticas agrícolas y alimentarias que garanticen un consumo saludable, respetuosas con la naturaleza y que tengan en cuenta los derechos del campesinado y los trabajadores.

La lógica capitalista que impera en el actual modelo agrícola y alimentario es la misma que afecta otros ámbitos de nuestras vidas: la privatización de los servicios públicos, la especulación con la vivienda, la deslocalización empresarial, la precariedad laboral. Cambiar el actual sistema agroalimentario implica un cambio radical de paradigma. Y para hacerlo la acción política y la creación de alianzas con otros actores sociales (campesinos, trabajadores, ecologistas, feministas…) es imprescindible.


Esther Vivas (http://esthervivas.wordpress.com/) es coautora del libro Supermercados, no gracias (Icaria editorial, 2007). Artículo publicado en el semanario La Directa, nº 171.

http://www.canalsolidario.org/noticia/podemos-vivir-sin-supermercados/23069