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JustVegetal
01-mar-2010, 20:24
Los efectos de la bebida

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cualquier consumo de alcohol durante las edades correspondientes a la adolescencia se considera abusivo.

El alcohol es una sustancia que no aporta ningún nutriente, sólo calorías vacías (7,1 kilocalorías por gramo), y tiene efectos nocivos sobre el apetito, el aparato digestivo, el hígado y el sistema nervioso.

La ingestión incluso moderada (equivalente a dos vasos de vino o vasos de cerveza diarios) tiene una repercusión importante sobre el equilibrio nutricional y, en consecuencia, sobre el crecimiento y el desarrollo.

Este efecto perjudicial se da sobre todo a través de dos mecanismos: reducción en la ingesta de alimentos y modificaciones en la biodisponibilidad de vitaminas y minerales como el ácido fólico, la vitamina B12, la tiamina o B1, la riboflavina o B2, la niacina o B3, la piridoxina o B6, el cinc, el magnesio, el calcio y las vitaminas, A, D, K y C o ácido ascórbico. El consumo de alcohol perjudica la absorción o estimula la destrucción de dichos nutrientes.

Las vitaminas del grupo B, especialmente la tiamina y el ácido fólico, están directamente implicadas en los mecanismos de transmisión nerviosa. La deficiencia de tiamina reduce la velocidad de conducción de la transmisión de la información en determinados nervios.

Si el adolescente consume habitualmente bebidas alcohólicas (tanto consumo diario como de fin de semana) o, en el peor de los casos, acaba desarrollando una adicción, la deficiencia nutricional vitamínica (propiciada por los efectos en el cerebro del consumo temprano de bebidas alcohólicas) se suma a los efectos tóxicos del etanol. Esta situación puede provocar neuropatía, daño nervioso irreparable.

El consumo de alcohol también está asociado a un déficit cognitivo que empeora a lo largo del tiempo, sobre todo si dicho consumo prosigue hasta la adolescencia tardía. Es algo que se ha constatado en pruebas de memoria verbal y no verbal, en las cuales las personas bebedoras obtienen unos resultados significativamente peores que las abstemias.

Las deficiencias nutricionales secundarias derivadas del consumo crónico de alcohol (sobre todo la deficiencia de vitamina E) conduce, junto con la influencia directa del etanol sobre las células del sistema de defensas, a alteraciones de la respuesta inmune, haciendo a la persona más susceptible a infecciones. Además, beber habitualmente alcohol altera la concentración de proteínas en la sangre producidas por el hígado (albúmina, transferrina, lipoproteínas) y que están implicadas en multitud de funciones importantes como el transporte del hierro o del colesterol en la sangre. Asimismo, aumentan los requerimientos de proteína diaria provenientes de la dieta.

http://bolsonweb.com.ar/diariobolson/detalle.php?id_noticia=10973