breathless
06-jul-2009, 17:15
A un familiar mio se le ha muerto su perrito. Os envío esto tan bonito que ha escrito:
Homenaje a Zutik (en pie).
AYER Y HOY
En la vida siempre hay un antes y un después. Un día en el que de repente las cosas son diferentes que ayer. Un punto de inflexión y de no retorno. Ayer sí, hoy no. Y ya nunca más nada volverá a ser como antes.
Ya nunca más disfrutaré de tu invisible pero constante compañía. Ni compartirás conmigo tu mirada cómplice. Nunca más estarás ahí. Y no valió de nada hacerse a la idea. Porque mientras estabas, no podía hacerme a la idea de tu ausencia. Mejor o peor, pero estabas. Podía disfrutar de tu presencia. De tu tacto, de tu infinita complicidad. Pero ahora que no estás, no puedo superar tu ausencia, y no cabe más que recordar los momentos que ya no volverán. Nunca volverán.
La muerte se lleva definitivamente de nuestro lado a quienes amamos, y no tiene vuelta atrás.
Las decisiones son fáciles de tomar cuando existe un plan B. Cuando uno se plantea que lo que harás, en el peor de los casos, tendrá otra salida de emergencia. Pero lo cierto es que la ausencia infinita de alguien que llenó tu vida no tiene salida de emergencia. No habrá forma de salir de la nostalgia absoluta que generará su recuerdo cada vez que la cruda sombra de su ausencia aparezca en nuestra mente oscureciendo cada pensamiento.
La única presencia que dejamos en este mundo es la de los recuerdos que proyectaremos en la mente de quienes disfrutaron de nosotros en vida. No podré dejar de acordarme de ti siempre que entre en casa y nadie se acerqué hacia mis rodillas a saludarme. Echaré de menos esa forma de olisquearme para averiguar en qué lugares he estado, o qué he hecho. Me acordaré de ti tanto que sé que va a doler. Y tus fotos dolerán por recordarme que ya no puedo disfrutar de quien fuiste.
La degradación del cuerpo me hace pensar que estamos aquí de paso. Parecería lógico pensar que en un universo infinito existe un lugar en el que descansar después de pasar por esta vida y por esta muerte. Yo nunca tuve una mente matemática. Jamás comprenderé que dos rectas paralelas se corten en el infinito. Porque el infinito para mí no es un lugar. Lugar es el césped del jardín. Era mi cara sobre tu pelaje calentado por el sol del verano. Bienestar y cariño. Eso es infinito. No recuerdo ni un sitio donde me sintiera más en casa que sobre tu lomo. Y siempre pensaba que ahí contigo mis problemas eran menos. Si para ti no significaban nada, yo quería pensar que por un ratito para mí tampoco. Infinito era el cariño de tu mirada. Tus ojos brillantes detrás de un flequillo. Un lametazo en la cara llena de lágrimas. Tu compañía. Tu presencia en cada momento de mi vida desde los once años.
Ayer estabas aquí, y hoy no sé donde estás. Y eso me angustia, pues sé que tu infinito estaba a mi lado. Sólo con estar conmigo eras un perro feliz y yo, una persona mejor. Siempre me has parecido el cariño más puro. La mejor demostración de fidelidad y de amor incondicional. Y por eso nunca podré olvidarte ni dejar de quererte. Hasta el infinito, con lo que eso signifique. Y más allá.
La diferencia entre ayer y hoy es que ayer era una persona completa, y hoy me faltas tú.
Homenaje a Zutik (en pie).
AYER Y HOY
En la vida siempre hay un antes y un después. Un día en el que de repente las cosas son diferentes que ayer. Un punto de inflexión y de no retorno. Ayer sí, hoy no. Y ya nunca más nada volverá a ser como antes.
Ya nunca más disfrutaré de tu invisible pero constante compañía. Ni compartirás conmigo tu mirada cómplice. Nunca más estarás ahí. Y no valió de nada hacerse a la idea. Porque mientras estabas, no podía hacerme a la idea de tu ausencia. Mejor o peor, pero estabas. Podía disfrutar de tu presencia. De tu tacto, de tu infinita complicidad. Pero ahora que no estás, no puedo superar tu ausencia, y no cabe más que recordar los momentos que ya no volverán. Nunca volverán.
La muerte se lleva definitivamente de nuestro lado a quienes amamos, y no tiene vuelta atrás.
Las decisiones son fáciles de tomar cuando existe un plan B. Cuando uno se plantea que lo que harás, en el peor de los casos, tendrá otra salida de emergencia. Pero lo cierto es que la ausencia infinita de alguien que llenó tu vida no tiene salida de emergencia. No habrá forma de salir de la nostalgia absoluta que generará su recuerdo cada vez que la cruda sombra de su ausencia aparezca en nuestra mente oscureciendo cada pensamiento.
La única presencia que dejamos en este mundo es la de los recuerdos que proyectaremos en la mente de quienes disfrutaron de nosotros en vida. No podré dejar de acordarme de ti siempre que entre en casa y nadie se acerqué hacia mis rodillas a saludarme. Echaré de menos esa forma de olisquearme para averiguar en qué lugares he estado, o qué he hecho. Me acordaré de ti tanto que sé que va a doler. Y tus fotos dolerán por recordarme que ya no puedo disfrutar de quien fuiste.
La degradación del cuerpo me hace pensar que estamos aquí de paso. Parecería lógico pensar que en un universo infinito existe un lugar en el que descansar después de pasar por esta vida y por esta muerte. Yo nunca tuve una mente matemática. Jamás comprenderé que dos rectas paralelas se corten en el infinito. Porque el infinito para mí no es un lugar. Lugar es el césped del jardín. Era mi cara sobre tu pelaje calentado por el sol del verano. Bienestar y cariño. Eso es infinito. No recuerdo ni un sitio donde me sintiera más en casa que sobre tu lomo. Y siempre pensaba que ahí contigo mis problemas eran menos. Si para ti no significaban nada, yo quería pensar que por un ratito para mí tampoco. Infinito era el cariño de tu mirada. Tus ojos brillantes detrás de un flequillo. Un lametazo en la cara llena de lágrimas. Tu compañía. Tu presencia en cada momento de mi vida desde los once años.
Ayer estabas aquí, y hoy no sé donde estás. Y eso me angustia, pues sé que tu infinito estaba a mi lado. Sólo con estar conmigo eras un perro feliz y yo, una persona mejor. Siempre me has parecido el cariño más puro. La mejor demostración de fidelidad y de amor incondicional. Y por eso nunca podré olvidarte ni dejar de quererte. Hasta el infinito, con lo que eso signifique. Y más allá.
La diferencia entre ayer y hoy es que ayer era una persona completa, y hoy me faltas tú.