sujal
01-ago-2008, 07:08
He empezado a leer este libro:
La elegancia del erizo. De Muriel Barbery.
Me he encontrado con esta reflexión y he pensado que podría resultar apropiada para este rincón del foro.:)
(...)
Hace milenios que, desde el "conócete a tí mismo" hasta el "pienso, luego existo", no se deja de glosar esta irrisoria prerrogativa del hombre que constituye la conciencia que éste tiene de su propia existencia y, sobre todo, la capacidad que tiene esta conciencia de tomarse a sí misma como objeto.
Cuando algo le pica, el hombre se rasca y tiene conciencia de estar rascándose. Si se le pregunta: ¿qué haces? responde: me rasco.
Si se lleva más lejos la investigación (¿eres consciente del hecho de que eres consciente de que te rascas?), responde otra vez que sí, y así con todos los "eres consciente" que se puedan añadir. ¿Alivia en algo su sensación de picor el saber que se rasca y que es consciente de ello? ¿Influye acaso la conciencia reflexiva en la intensidad del picor? Quia.
Saber que a uno le pica y ser consciente del hecho de que se es consciente de saberlo no cambia estrictamente nada el hecho de que a uno le pique.
Y desventaja añadida, hay que soportar la lucidez que resulta de esta triste condición, y apuesto diez libras de ciruelas claudias a que ello acrecienta una molestia que, en el caso de mi gato, un simple movimiento de la pata anterior basta para aliviar. Pero resulta tan extraordinario para los hombres, porque ningún otro animal lo puede hacer y porque así escapamos de la bestialidad, que un ser pueda saberse sabiendo que se está rascando, que esta prelación de la conciencia humana parece para muchos la manifestación de algo divino, algo que en nosotros escapa al frío determinismo al que están sometidas todas las cosas físicas.
Toda la fenomenología se asienta sobre esta certeza: nuestra conciencia reflexiva, marca nuestra conciencia ontológica, es la única entidad en nosotros que vale la pena estudiarse pues nos salva del determinismo biológico.
Nadie parece consciente del hecho de que, puesto que somos animales sometidos al frío determinismo de las cosas físicas, ello anula todo lo anterior.
La elegancia del erizo. De Muriel Barbery.
Me he encontrado con esta reflexión y he pensado que podría resultar apropiada para este rincón del foro.:)
(...)
Hace milenios que, desde el "conócete a tí mismo" hasta el "pienso, luego existo", no se deja de glosar esta irrisoria prerrogativa del hombre que constituye la conciencia que éste tiene de su propia existencia y, sobre todo, la capacidad que tiene esta conciencia de tomarse a sí misma como objeto.
Cuando algo le pica, el hombre se rasca y tiene conciencia de estar rascándose. Si se le pregunta: ¿qué haces? responde: me rasco.
Si se lleva más lejos la investigación (¿eres consciente del hecho de que eres consciente de que te rascas?), responde otra vez que sí, y así con todos los "eres consciente" que se puedan añadir. ¿Alivia en algo su sensación de picor el saber que se rasca y que es consciente de ello? ¿Influye acaso la conciencia reflexiva en la intensidad del picor? Quia.
Saber que a uno le pica y ser consciente del hecho de que se es consciente de saberlo no cambia estrictamente nada el hecho de que a uno le pique.
Y desventaja añadida, hay que soportar la lucidez que resulta de esta triste condición, y apuesto diez libras de ciruelas claudias a que ello acrecienta una molestia que, en el caso de mi gato, un simple movimiento de la pata anterior basta para aliviar. Pero resulta tan extraordinario para los hombres, porque ningún otro animal lo puede hacer y porque así escapamos de la bestialidad, que un ser pueda saberse sabiendo que se está rascando, que esta prelación de la conciencia humana parece para muchos la manifestación de algo divino, algo que en nosotros escapa al frío determinismo al que están sometidas todas las cosas físicas.
Toda la fenomenología se asienta sobre esta certeza: nuestra conciencia reflexiva, marca nuestra conciencia ontológica, es la única entidad en nosotros que vale la pena estudiarse pues nos salva del determinismo biológico.
Nadie parece consciente del hecho de que, puesto que somos animales sometidos al frío determinismo de las cosas físicas, ello anula todo lo anterior.